Peligran directores al hacerse escuchar
- Sara Aridi
Más de 200 profesionales del cine iraní, firmaron una carta abierta donde condenan la censura del Estado a “The Paternal House” (La Casa Paterna), un drama sobre un crimen de honor que fue prohibido menos de una semana después de su proyección en Irán.

Mohammad Rasoulof, honrado en Berlín por su trabajo, enfrenta la cárcel. Foto / Loic Venance/Agence France-Presse — Getty Images.
Cuando “There Is No Evil” (No Hay Maldad), el nuevo drama del aclamado director iraní Mohammad Rasoulof, se estrenó en el Festival de Cine de Berlín el 29 de febrero, fue un momento agridulce para él.
Hablando antes de que la cinta ganara el Oso de Oro, el premio más importante del festival, Rasoulof explicó que no podía asistir al estreno porque se le había prohibido salir de Irán y enfrenta un año en prisión, resultado de la reacción del Gobierno a su película anterior, una crítica mordaz del liderazgo clerical del país titulada “A Man of Integrity” (Un Hombre con Integridad).
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Castigos como el de Rasoulof son una historia sumamente común en el cine iraní contemporáneo, una escena floreciente e internacionalmente respetada. No obstante, pese a las medidas represivas del Gobierno, él y otros directores se han sentido más envalentonados para expresarse, en cartas formales, en los escenarios de entregas de premios, a través de las redes sociales y en el celuloide.
Sus protestas se han situado contra un trasfondo de crecientes tensiones en Irán. Había un intenso clima de desconfianza en enero cuando el Mayor General Qassim Suleimani, comandante del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria de Irán, fue asesinado en un ataque con drones de Estados Unidos. Luego estuvo al ataque accidental del Ejército iraní contra un avión de pasajeros ucraniano, que causó 176 muertes. Ahora, información en conflicto sobre la crisis del coronavirus ha puesto en tela de juicio la credibilidad del Gobierno.
El periodo más reciente de zozobra se remonta a noviembre, cuando cientos de manifestantes resultaron muertos durante protestas por los precios de la gasolina.
Ese mismo mes, más de 200 profesionales del cine iraní, entre ellos Asghar Farhadi (“Una Separación”), quien ha sido nominado al Óscar, firmaron una carta abierta donde condenan la censura del Estado a “The Paternal House” (La Casa Paterna), un drama sobre un crimen de honor que fue prohibido menos de una semana después de su proyección en Irán.
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Desde entonces, los realizadores se han hecho oír. En los Premios de los Críticos de Cine de Irán, el 30 de enero, el actor y director Homayoun Ghanizadeh le dedicó su premio a un ingeniero que resultó muerto durante las protestas de noviembre. Rakhshan Bani Etemad, la mujer cineasta más prominente del país, fue detenida por publicar un llamado a favor de una vigilia nacional por las víctimas del avión derribado. Estuvo detenida algunas horas y retractó su declaración.
En febrero, muchos actores y directores boicotearon el prestigioso Festival de Cine de Fajr, patrocinado por el Gobierno, en protesta por la forma en que el país había manejado el incidente del avión.
Algunos cineastas, como el director iraní-kurdo Bahman Ghobadi (“No One Knows About Persian Cats”) (Nadie Sabe Sobre Gatos Persas), radicado en Estambul, han optado por abandonar el país para trabajar. Pero hay artistas menos conocidos que no cuentan con los medios para emigrar o con el estatus para generar atención internacional cuando el Gobierno los somete a castigos severos.
Por ejemplo, Hossein Rajabian estuvo detenido en una celda incomunicada durante dos meses debido a su película sobre el derecho al divorcio para la mujer en Irán. Más tarde, fue hallado culpable de tres cargos, entre ellos difundir propaganda contra el Estado, y estuvo preso casi tres años.
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Esa película nunca fue proyectada en Irán; Rajabian la subió a YouTube antes de su encarcelamiento, pero fue retirada a petición del Consejo de Cine Iraní. Hace poco terminó una nueva película, que planea estrenar en línea a través de BBC Persia para eludir a los censores. Rajabian dijo que el filme transmite la desilusión de los jóvenes iraníes.
“La generación anterior había prometido traernos libertad”, después de la Revolución Islámica en 1979, indicó. “Pero lo que tenemos, en la práctica, es el aislamiento total de Irán”.
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