Pedalean desde que nacen hasta que mueren
- Peter S. Goodman
La legendaria configuración para bicicletas de Copenhague ha sido impulsada por aspiraciones que incluyen abordar el cambio climático, desobstruir el tráfico y promover el ejercicio.
COPENHAGUE — Son casi las 16:00 horas, y la oscuridad ya le aporta finalidad a una sombría tarde de noviembre. Natalie Gulsrud tiene que recoger a su hijo de 5 años y pasar a hacer la despensa, antes de dirigirse a casa para la cena.
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Al igual que decenas de miles de personas más en la capital de Dinamarca, se abre paso pedaleando a sus rondas cotidianas, al depender de la red de ciclovías más avanzada y ampliamente usada del mundo. No tiene auto y tampoco quiere uno.
Acomoda su bolsa en el compartimento delantero de su bicicleta de carga —un vehículo de tres ruedas construido para transportar niños y abarrotes. Se sube al asiento, recoge su abrigo a su alrededor para que no arrastre y se inclina hacia el intransigente viento.
“La gente aquí dice que el mal clima no existe”, dijo Gulsrud, de 39 años. “Sólo la mala ropa”.
La legendaria configuración para bicicletas de Copenhague ha sido impulsada por aspiraciones que incluyen abordar el cambio climático, desobstruir el tráfico y promover el ejercicio, pero el elemento crucial es el más simple: la gente ahí usa sus bicicletas porque por lo general es la forma más sencilla de transportarse.
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“Algunas personas van en sus bicicletas al hospital para dar a luz”, dijo Gulsrud, quien está embarazada. “Yo no voy a hacer eso”.
Un ex vecino opera un servicio funerario en bicicleta, al llevar pedaleando a los difuntos en ataúdes a sus últimas moradas. Carteros usan sus bicicletas para entregar paquetes. La gente usa bicicletas para llegar al aeropuerto, en ocasiones empujando maletas con ruedas a su lado mientras se desplazan.
Alrededor del 49 por ciento de todos los trayectos a la escuela y al trabajo se realizan ahora en bicicleta, de acuerdo con la ciudad, contra 36 por ciento hace una década. Cuando el Gobierno municipal sondeó hace poco a los ciclistas de Copenhague sobre qué los inspira a usar su bicicleta, el 55 por ciento dijo que era más conveniente que las alternativas. Sólo 16 por ciento citó beneficios ambientalistas.
El estatus de Copenhague como ejemplo global de la cultura ciclista se debe a lo plano de su terreno y a la falta de una industria automotriz danesa. Los problemas también han jugado un papel.
La crisis petrolera global de los 70 elevó el precio de la gasolina, lo que hizo que manejar fuera exorbitantemente costoso. Una economía pésima en los 80 llevó a la ciudad al borde de la quiebra, privándola de financiamiento para construir calles y haciendo de las ciclovías una alternativa atractivamente ahorrativa.
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La ciudad se enfocó en hacer que andar en bicicleta fuera seguro y cómodo, al situar las ciclovías aparte de los carriles para autos en todas las calles. Al tiempo que andar en bicicleta capturó el interés masivo, mejorar la infraestructura se convirtió en una buena política. Cuando nieva en Copenhague, por lo general se despeja primero la nieve de las ciclovías.
“La infraestructura está ahí y es seguro”, dijo Kasper Rasmussen, el esposo de Gulsrud. “¿Por qué no andaría uno en bicicleta? Es estúpido no hacerlo”.
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