Millonario hermético está comprando las Islas Caimán
- Katy Lederer
Alguna vez fue un lugar para guardar dinero ilícito, pero ha subido de categoría, cortejando a inversionistas institucionales, capital privado y firmas comerciales.
Kenneth Dart, heredero de una dinastía privada de contenedores de poliestireno y hombre de negocios ermitaño, tiene 25 años de vivir en la Isla Gran Caimán y se cree que es el mayor terrateniente privado del archipiélago. Los residentes lo comparan con Batman, Howard Hughes, un villano de las películas de James Bond y con Warren y Jimmy Buffett.
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Dart vive en un hotel viejo —entero. Adquirió la propiedad en 1994 tras renunciar a su ciudadanía estadounidense, una evasión fiscal tan audaz que inspiró una legislación federal. Aunque Caimán fue en un principio un refugio para el financiero, Dart, que se cree tiene 64 años, ha acogido con entusiasmo a su patria adoptiva. Con su fortuna y su compañía, Dart Enterprises, ha llegado a definir el futuro de las islas.
En el 2017, abrió un importante desarrollo, una enorme mezcla de escenarios minoristas y de entretenimiento llamado Camana Bay, y empezó a amasar un portafolio de propiedades de lujo. Su lista ahora incluye el Hotel Ritz-Carlton, el Club de Yates y un nuevo resort Kimpton. En febrero, su grupo propuso un “rascacielos icónico” de 1.5 mil millones de dólares que sería un rival de la Torre Eiffel y el Burj Khalifa de Dubai.
Caimán, un Territorio Británico de Ultramar, no cobra impuestos corporativos ni sobre la renta. Desde los años 60, se ha convertido en uno de los centros bancarios más sofisticados del mundo. Aunque alguna vez fue un lugar para guardar dinero ilícito, ha subido de categoría, cortejando a inversionistas institucionales, capital privado y firmas comerciales. Un análisis muestra que desde el 2016 es el domicilio fiscal del 60 por ciento de los bienes de fondos globales de cobertura.
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Pero Dart ha elegido una zona vulnerable. De casi 200 kilómetros cuadrados, Gran Caimán está, en promedio, sólo 2 metros sobre el nivel del mar. En el 2004, Iván, un huracán categoría 5, sumergió la mayor parte de la Isla. El daño fue valuado en cerca de 3 mil millones de dólares.
“El problema es que aún si los huracanes no se vuelven más prevalentes, serán más fuertes”, dijo James Whittaker, un caimanés que es un ex banquero y regulador convertido en emprendedor de energía limpia. “Si el aumento del nivel del mar es de 30 centímetros, bueno, eso significa que un huracán de categoría 1 ahora va a hacer el mismo daño que el que hacía uno de categoría 4”.
Entonces, ¿por qué compraría un inversionista exitoso como Dart una parte tan grande de un país condenado a desaparecer?
Cuando Dart se mudó a Gran Caimán, sus herméticos y pintorescos tratos de negocios despertaron sospechas. En 1993, su casa en Sarasota, Florida, quedó reducida a cenizas en un incendio provocado que nunca fue explicado del todo. Luego de que Dart renunció a sus lazos con EU unos meses después, se mudó primero a Belice. En 1995, el Gobierno de ese país propuso abrir un consulado en Sarasota, donde él y su familia podrían vivir. La idea nunca fue seriamente contemplada, y Dart se estableció en Gran Caimán.
Es un secreto muy guardado cuánto territorio de las tres islas poseen Dart y sus subsidiarias. Dart declinó ser entrevistado.
Dart nació con una fortuna significativa como el vástago de una empresa familiar de Michigan, Dart Container. Pero además hizo lucrativas inversiones en firmas financieras, compañías de biotecnología, bonos públicos rusos y deuda soberana con descuento.
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De acuerdo con Dart Enterprises, la compañía ha invertido más de 1.5 mil millones de dólares en las Caimán, y tiene planeados mil millones más. Bloomberg estima la riqueza neta de Dart en 5.8 mil millones de dólares.
La inversión más audaz de Dart involucra a Mount Trashmore, una acumulación de basura desechada en la isla desde los años 60. Su compañía ha propuesto tapar el sitio y construir una planta de aprovechamiento energético de desechos a un costo de casi 500 millones de dólares.
Dart parece concebir el futuro de Caimán como un domicilio fiscal y atracción turística para los súper ricos que pueden darse el lujo de ir y venir desde una isla cuya existencia corre peligro. El rascacielos estaría posicionado para atraer capital y resistir el creciente nivel del mar.
“¿Es grandioso todo lo que hace? No diré que todo lo que hace es grandioso”, señaló Whittaker sobre Dart. “Creo que en el beneficio neto en general, sí, él ha sido un beneficio neto para la isla. Necesitamos uno o dos más como él, y estaremos aislados de los shocks del mundo”.
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