Las mujeres asumen roles de varones cuando se separan de sus esposos
- Dionne Searcey
Las aldeas de África Occidental, han quedado vacías de esposos e hijos varones que se encaminaron a Europa para buscar trabajo y nunca regresaron. Las mujeres, al darse cuenta de que tal vez nunca verían el dinero que sus hombres prometieron enviar a casa, han asumido poco a poco los roles de los varones, ganando dinero y cuidando a familias grandes.
![Con los hombres buscando empleo en Europa, mujeres como Khadijah Diagouraga hacen trabajo de varones. Foto / Laura Boushnak para The New York Times.](https://www.panamaamerica.com.pa/sites/default/files/imagenes/2020/01/17/mujeres.jpg)
Con los hombres buscando empleo en Europa, mujeres como Khadijah Diagouraga hacen trabajo de varones. Foto / Laura Boushnak para The New York Times.
KOUTIA, Senegal — Habían pasado años desde que su esposo cruzó el mar para buscar trabajo en Europa. Al haberse quedado, Khadijah Diagouraga caminaba sola con paso penoso a los campos de cacahuate de la pareja todos los días, luchando para ganar lo suficiente para mantener a una familia extendida de 13 miembros.
Cuando la bomba de agua del pueblo se rompió y se quedó sin el vital líquido en casa, ató un burro a un carretón para acarrear agua desde una noria cercana. Su acción impactó a esta pequeña aldea conservadora en el Senegal rural. Guiar a animales era trabajo de hombres, afirmaron los líderes de la aldea.
“Hay un par de hombres que me desprecian”, dijo Diagouraga. “Yo los ignoro. Lo que me importa es el trabajo duro”.
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En toda África Occidental, las aldeas han quedado vacías de esposos e hijos varones que se encaminaron a Europa para buscar trabajo y nunca regresaron. Las mujeres, al darse cuenta de que tal vez nunca verían el dinero que sus hombres prometieron enviar a casa, han asumido poco a poco los roles de los varones, ganando dinero y cuidando a familias grandes.
La atracción de Europa está de manifiesto en las aldeas de Senegal. En medio de los grupos de viviendas de adobe deterioradas hay casas hechas de cemento, algunas de dos pisos. Todas fueron pagadas con dinero enviado a casa por los migrantes.
El marido de Diagouraga, Mohamed Diawara, partió para Italia hace cinco años. Cinco meses después, finalmente llamó. Estaba en Italia, comentó, y había pasado por un infierno para llegar allí. Envió dinero, el equivalente de 20 dólares. Pasó un año antes de que volviera a enviar más.
Algunas mujeres aún están sujetas a las reglas de hombres mayores que intervienen mientras sus hijos varones están en el extranjero. Pero en otras partes, las mujeres se han unido y prevalecido. En Magali, las esposas de los migrantes cultivan plantas juntas, comparten las cosechas y se prestan dinero entre sí. Son lideradas por Safy Diakhaby, de 28 años, cuyo esposo se fue a Europa hace 11 años.
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“Si no nos ayudamos unas a otras, todas sufrimos”, aseveró.
Pero muchas esposas de migrantes han recurrido a las dádivas, que es lo que los patriarcas afirman que ellas prefieren. Habsatou Diallo vive en Koutia. Su marido partió para Europa hace seis años sin despedirse. Ella depende de su suegro para las dádivas.
La misma Diagouraga consideró pedir limosna un día cuando se dio cuenta de que se le había acabado el jabón para lavar la ropa. No tenía dinero para comprar más.
“¿A quién podía pedir ayuda?”, dijo. “Estaba enojada por todo. Pensé que era mejor simplemente hacer las cosas yo misma”.
Ató el burro para arar y traer agua. Empezó a ganar dinero de su cosecha y puso una tienda que vende té y sándwiches.
Un día reciente, Diagouraga sudaba mientras corría detrás de un burro, instándolo a levantar cubetas de agua de un pozo profundo.
Algunos de los hombres jóvenes que quedan en la aldea descansaban cerca de ahí en la sombra, viéndola.
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“Rezo para que Dios le ayude a ver los frutos de su labor”, dijo Hamidou Diawara, de 19 años.
Tenían horas allí sin hacer nada, indicó Diawara, soñando con irse en barco a Europa.
Jaime Yaya Barry contribuyó con reportes a este artículo.
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