Jóvenes nacionalistas de China sienten desilusión
- Li Yuan
Cuando estudiantes en el extranjero cuestionaron en internet por qué no podían volar a casa, la gente en China les dijo que eran unos mocosos chiflados que podían poner en riesgo el éxito de China para contener la epidemia.

James Liu, “rosita” autoproclamado, condenó las protestas en Hong Kong, que él vio como intento por dividir a China. Foto / Lam Yik Fei para The New York Times.
James Liu siempre se ha considerado un patriota.
Con un nudo en la garganta, vio un desfile militar el Día Nacional, el aniversario de China, que mostró a una nación alguna vez subdesarrollada que se había vuelto poderosa. Se le puso la piel de gallina viendo “Lobo Guerrero 2”, un éxito de taquilla chino que muestra a un superhéroe veterano que rescata a sus compatriotas atrapados en el extranjero.
Cuando China quedó bajo ataque en línea, Liu figuró entre las legiones de alumnos chinos que cursaban estudios en el extranjero que subieron mensajes en defensa del país. Condenó las manifestaciones prodemocráticas en Hong Kong, que él veía como un esfuerzo por dividir a una China unida.
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“Yo era un verdadero rosita”, comentó, usando un término algo despectivo para describir a los jóvenes nacionalistas rojos comunistas de China que usan internet como un campo de batalla para luchar contra quienes hablan mal de China.
Entonces, Liu, de 21 años, descubrió que el país que había defendido durante tanto tiempo no lo quería de vuelta.
El egresado de una universidad estadounidense se había convertido en uno de los muchos chinos varados en el extranjero por la pandemia. El Gobierno chino, temeroso del virus, restringió los vuelos internacionales y pidió a los expatriados que se quedaran donde estaban.
Cuando los alumnos en el extranjero cuestionaron en internet por qué no podían volar a casa, la gente en China les dijo que eran unos mocosos chiflados que podían poner en riesgo el éxito de China para contener la epidemia.
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Por primera vez, Liu y otros chinos varados se sienten disgustados con uno de los principios políticos fundamentales de su país: los intereses nacionales se anteponen a las necesidades individuales.
Algunos de los rositas están replanteando su relación con el país.
“No soy correspondido por el país que amaba”, escribió Liu en la plataforma de medios sociales Weibo, a mediados de mayo. Al leer los muchos posts en redes sociales criticando a estudiantes en el extranjero como él, sintió como si hubiera recibido “una verdadera tunda”, dijo en una entrevista telefónica.
Los puntos de vista de estos jóvenes podrían algún día ayudar a dar forma a la relación de China con el mundo. Algunos llegarán a ser líderes empresariales o académicos. Seguramente seguirán siendo patriotas, pero tendrán una opinión más matizada de su país.
Daisy Leng, una alumna de intercambio en la Universidad de Troy, en Alabama, quien concluyó su programa de estudios, pero batalló para obtener un boleto de avión a casa, escribió en Weibo que amaba a su país y había luchado contra personas que calumniaban a China. Pero tras cuatro vuelos cancelados, se sentía frustrada.
No está claro cuántos están en una situación similar. Al 2 de abril, más de 1.4 millones de estudiantes chinos vivían en países extranjeros.
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Muchos de ellos pertenecen a lo que podría ser la generación más nacionalista desde que China se abrió al mundo hace 40 años. Fueron criados entre una creciente censura y una propaganda cada vez más estridente.
El partido comunista ha dominado el arte de incitar su patriotismo. Una de sus historias de éxito es “Lobo Guerrero 2”, la cinta del 2017 que se convirtió en el mayor éxito de China.
Casi al final de la película, una oración es mecanografiada al reverso de un pasaporte chino rojo: “Ciudadanos de la República Popular de China, ¡no se rindan cuando se topen con peligros en el extranjero! ¡Por favor recuerden, detrás de ustedes se alza una patria fuerte!”.
Para algunos, estas palabras suenan huecas. “En el mundo real, no hay un lobo guerrero que venga a tu rescate”, posteó un estudiante chino en Weibo.
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