Estudios de vejez apuntan a un culpable: la inflamación
La inflamación crónica ocurre a diversos grados con el avance de la edad en todos los animales, independientemente de cualquier infección existente.
- Jane. E. Brody
- - Actualizado: 19/11/2020 - 01:42 am
La búsqueda de una fuente de la juventud tiene muchos siglos y está llena de muchas salidas en falso y promesas no cumplidas. Sin embargo, la ciencia médica moderna gradualmente se está acercando a lo que realísticamente podría permitir a la gente vivir vidas más largas y saludables —si está dispuesta a sacrificar algunos placeres hedonísticos.
Los especialistas en la biología del envejecimiento han identificado una condición universal, aunque rara vez reconocida, que es un elemento importante para una gran variedad de males comunes que merman la salud, como las cardiopatías, la diabetes, el cáncer, la artritis, la depresión y el mal de Alzheimer.
Esa condición es la inflamación crónica.
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La inflamación crónica ocurre a diversos grados con el avance de la edad en todos los animales, independientemente de cualquier infección existente. “Aunque la inflamación crónica progresa lentamente, es la causa de la mayoría de las enfermedades crónicas y presenta una amenaza importante a la salud y longevidad de los individuos”, escribieron en un reporte reciente Roma Pahwa, del Instituto Nacional del Cáncer en Estados Unidos, e Ishwarlal Jialal, de la Universidad California Northstate.
Sin embargo, estudios recientes han identificado medidas que pueden minimizar la potencia de la inflamación crónica y frustrar —y posiblemente revertir— su avance: adopte una dieta saludable, haga ejercicio con regularidad, evite o reduzca el peso excesivo, duerma lo suficiente, minimice el estrés y absténgase de fumar.
La inflamación crónica resulta de la incapacidad del sistema inmunológico de apagar por completo su respuesta a una enfermedad, insulto o lesión. Entre los factores que la causan figuran el fracaso del cuerpo para eliminar un agente causante de inflamación como una bacteria u hongo; la exposición a una sustancia extraña, como asbestos, que no puede ser eliminada; y la presencia de una condición autoinmune como la artritis reumatoide.
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A medida que envejece una persona, su respuesta inmunológica se vuelve menos bien regulada, resultando en niveles elevados en la sangre de sustancias inflamatorias como la proteína C reactiva y las quimosinas, y permitiendo que agentes inflamatorios como la interleukina 6 y el factor de necrosis tumoral persistan en los tejidos corporales.
Se sabe que la metformina, un medicamento usado comúnmente para tratar la diabetes tipo 2, tiene un efecto antiinflamatorio y será puesta a prueba para verificar su habilidad para retardar el desarrollo de enfermedades relacionadas con la edad.
Otra consecuencia del envejecimiento es la acumulación de lo que se conocen como células senescentes, células normales que dejan de dividirse, contribuyen al envejecimiento de los tejidos y secretan sustancias como citosinas que inducen la inflamación. La eliminación de las células senescentes puede contrarrestar la inflamación crónica, dijo Steven N. Austad, director de estudios de envejecimiento en la Universidad de Alabama, en Birmingham.
En un estudio realizado en la Clínica Mayo con ratones obesos, se mostró que la combinación de dos fármacos, dasatinib y quercetina, eliminaba las células senescentes y permitía que se reanudara el crecimiento celular en el cerebro.
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Además del control de peso, Stephen Kritchevsky, profesor de gerontología en la Escuela de Medicina Wake Forest en Carolina del Norte, recomendó ser sensato en el uso de antibióticos, antiácidos y medicamentos antiinflamatorios no esteroidales que pueden trastocar la población saludable de microorganismos en la flora intestinal.
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