El 'outsourcing' de nuestra imaginación es un éxito
- Amanda E. Newman
Una influencer en Instagram que crea kits temáticos de 150 páginas, empezó a venderlos en su sitio en internet hace tres años luego de que sus seguidores le suplicaron que les dijera cómo hacía sus propios collages.
Las paredes de la recámara de Sierra Palantino están cubiertas de miles de bellas imágenes —las mismas imágenes que están en exhibición en miles de recámaras más.
Los adornos de Palantino son producto de un kit curado para hacer collages, disponible en línea.
“Siempre he sido alguien que hacía collages, pero es genial tener algo que puedes comprar”, comentó Palantino, de 22 años, a The New York Times. “Simplemente se veía estéticamente agradable”.
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Tezza Barton, una influencer en Instagram que crea los kits temáticos de 150 páginas, empezó a venderlos en su sitio en internet hace tres años luego de que sus seguidores le suplicaron que les dijera cómo hacía sus propios collages.
“Puedes comprar muchas revistas y curar tu pared, pero como que nunca podías obtener esta escena o una sensación curada”, expresó Barton. Allí es donde entran sus kits de 89 dólares.
“Se siente un poco como una imaginación preempaquetada”, dijo Erin Hover, exdirectora creativa de la revista Teen Vogue, a The Times. “Es como hacer la labor por ti en lugar de que tú salgas y te inspires en la vida real y tomes tus propias fotos”.
A Maryellen Stewart, redactora publicitaria freelance para marcas de lujo, simplemente le ofende el uso excesivo de “curar”.
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“Odio la palabra”, dijo a The Times. “Está en todas partes”.
Para Amy de la Haye, miembro del cuerpo docente del centro para la Curaduría de la Moda en la Universidad de las Artes de Londres, un curador “tiene que ser alguien que trabaja con objetos.
“Pero luego tengo colegas que dirían que no necesariamente”, agregó.
Jeffrey Horsley, otro miembro del cuerpo docente en el centro, es uno de esos colegas. “Para mí, ser curador tiene que ver con trabajo basado en colecciones, y no tiene nada que ver con hacer exposiciones”, dijo a The Times. “Son disciplinas totalmente diferentes”.
La economía del trabajo bajo demanda significa que se puede contratar a un consultor bajo pedido para todo capricho, escribió Steven Kurutz en The Times. Incluso nuestras imaginaciones pueden ser encargadas al outsourcing.
“Las vidas de las personas empiezan a verse iguales”, afirmó Hover.
En Nueva York, se puede encontrar a curadores como Lisa Muñoz, diseñadora de plantas de interiores. Por una cuota que empieza en los 2 mil dólares, Muñoz seleccionará plantas para el hogar con el fin de hacer que el espacio luzca con vegetación exuberante.
Su papel es similar al rol de un estilista de moda o consultor de arte: “tomar decisiones estéticas y hacer inversiones sensatas en nombre de alguien. Sólo que en materia de plantas”, escribió Kurutz en The Times.
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Pero si todo mundo es un curador, ¿significa eso que nadie lo es?
“¿Será la culminación de todo esto que el término está tan degradado que tenemos que pensar en otras maneras de llamarnos?”, externó Andrew Renton, profesor de curaduría en Goldsmiths, Universidad de Londres.
Muñoz tiene otra opinión de su papel. “Creo que en realidad las personas simplemente quieren cosas que las hagan felices”, indicó. “Digo, ¿alguna vez has escuchado de plantas haciendo enojar a la gente?”.
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