Desarrollo de la ciudad amenaza el sueño americano
- Corey Kilgannon y Andrea Salcedo
Cientos de trabajadores que permanecen allí tienen el tiempo contado, mirando con inquietud mientras que cuadrillas de construcción llegan a diario para realizar pruebas a la tierra en terrenos que han sido desmontados, uno de los primeros pasos para preparar el área para la construcción que se llevará a cabo en Nueva York.

Willets Point, con sus talleres automotrices, tiene vecinos prominentes como el Aeropuerto LaGuardia y el centro tenístico donde se juega el Abierto de EE. UU. Foto/ Todd Heisler/The New York Times, con Geoffrey Berliner y Jolene Lupo/fundación Penumbra.
En el corazón de Queens yace uno de los barrios más curiosos e indómitos de Nueva York —un laberinto de calles inmundas bordeadas por modestos talleres automotrices que rebosan de actividad y camaradería.
Mecánicos hurgan bajo los cofres de autos y pregoneros bombardean a los conductores con ofertas de reparaciones rápidas y baratas. El ruido estridente de las herramientas neumáticas se escucha sobre el parloteo de mecánicos hablando en español.
Un fuerte olor a resina emana de los talleres de enderezado y pintura y se mezcla con los aromas antojables de los carritos de comida latina que recorren las calles enlodadas y encharcadas.
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“Este tipo de lugar no existe en ningún otro lado”, aseguró Rahat Khan, cuyo taller está apretujado entre una hilera de locales igual de reducidos.
Ésta es la poco conocida barriada automotriz llamada Willets Point, la colección más grande de talleres de reparación y yonques en Nueva York, una zona rodeada de vecinos mucho más prominentes: el Estadio Citi Field, el Aeropuerto LaGuardia y el centro tenístico donde cada año se juega el Abierto de EU.
Los funcionarios municipales tienen mucho tiempo de ver a esta sucia área industrial como una monstruosidad y un desperdicio de espacio inmobiliario de primera con el potencial de convertirse en el próximo vecindario reluciente de Nueva York.
Su intento más reciente es un megaproyecto develado por primera vez hace más de una década, pero retrasado por disputas legales y una férrea oposición de las veintenas de trabajadores inmigrantes para quienes el área tiene mucho tiempo de ser un refugio aislado y estrechamente unido.
Pero ahora, con los trabajos finalmente iniciando, parece que el telón al fin está bajando sobre este enclave en forma de cuña apodado el Triángulo de Hierro.
“Estamos prácticamente en el limbo”, dijo Ever Rivera, de 39 años, un inmigrante salvadoreño con cinco hijos que trabaja como técnico en un diminuto taller llamado Carlos Auto Electric.
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El área ha sido una fuente vital de empleo para recién llegados que carecen de dominio del idioma inglés, documentos adecuados y certificación como mecánicos automotrices.
“Podrá no ser bonito, pero este lugar siempre ha ofrecido a inmigrantes con ganas de trabajar una oportunidad de alcanzar el sueño americano”, declaró Sam Sambucci, dueño de una compañía de autopartes usadas y del terreno donde se encuentra.
La ciudad prácticamente no ha dicho nada sobre cuándo comprará y despejará el resto de Willets Point para abrir paso a las fases posteriores del proyecto en la sección norte donde yacen los talleres restantes.
Así que los varios cientos de trabajadores que permanecen allí tienen el tiempo contado, mirando con inquietud mientras que cuadrillas de construcción llegan a diario para realizar pruebas a la tierra en terrenos que han sido desmontados, uno de los primeros pasos para preparar el área para la construcción que se llevará a cabo.
La ciudad compró gradualmente esa sección a numerosos propietarios hace varios años, resultando en el desalojo de unos 200 negocios y unos mil 700 trabajadores; aún quedan alrededor de 75.
En los 60, los dueños de negocios contrataron a un joven abogado de Queens llamado Mario M. Cuomo, años antes de que se convirtiera en Gobernador de Nueva York, para que detuviera un desarrollo encabezado por el maestro urbanista Robert Moses, quien alguna vez describió el área como una “monstruosidad y una desgracia para el distrito de Queens”.
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A medida que terrenos desarrollables en la ciudad se convierten en un lujo poco común y lucrativo, la posibilidad de cambio parece ser más innegable para estas 24 hectáreas cerca de nuevas torres residenciales elegantes.
En la opinión de Sambucci, la ciudad ha evitado intencionalmente instalar servicios básicos como alcantarillado y drenaje pluvial para mantener el área como una tierra de nadie lista para ser desarrollada.
“Siempre han descuidado esta área para poder decir que está en ruinas y llamar esto un proyecto de renovación urbana”, dijo Sambucci, cuya familia compró terrenos allí en 1951 y estableció un negocio de autopartes usadas.
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