Desaparición de mujeres indígenas va en aumento
- Jack Healy y Cristina Baussan
El año pasado, se reportó la desaparición de 5 mil 590 mujeres indígenas ante el Centro Nacional de Información de Delitos del FBI.
CONDADO DE BIG HORN, Montana — Jackie Big Hair durmió en su auto durante días, despertando cada dos horas para encender el motor y mirar fijamente el área de descanso de una autopista congelada donde se reportó la desaparición de su hija de 16 años. “Simplemente tengo que estar aquí”, dijo Big Hair, de 50 años. “No sé a dónde más ir”.
Esa era su vigilia, junto con búsquedas en la ciudad de Billings, a 50 kilómetros de distancia, tres semanas después de que se reportó la desaparición de su hija menor, Selena Not Afraid, de un tramo vacío de autopista interestatal en un condado al sur de Montana donde el 65 por ciento de la población es indígena estadounidense.
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Los funcionarios de imposición de la ley dijeron que una camioneta tipo van que llevaba a Selena a casa el día siguiente a una fiesta de Año Nuevo en Billings se había detenido en el área de descanso tras averiarse y entonces presuntamente había arrancado de nuevo y se había ido sin ella.
El 20 de enero, funcionarios de imposición de la ley y la familia confirmaron que su cuerpo fue hallado a menos de un kilómetro del área de descanso. Las autoridades dijeron más tarde que una autopsia preliminar mostraba que murió de hipotermia y había una investigación en curso.
Su desaparición —la número 28 en memoria reciente en el Condado de Big Horn— se dio entre una indignación nacional por los asesinatos y desapariciones de mujeres indígenas.
Durante décadas, las desapariciones ocurrieron en el anonimato. Pero hace algunos años, los departamentos de imposición de la ley y los políticos se vieron obligados a prestar atención cuando las historias de familias sobre cómo sus seres queridos eran víctimas de tráfico sexual, asesinadas con impunidad o desestimadas como fugitivas crónicas, ganaron terreno a través de organización comunitaria y las redes sociales.
El año pasado, se reportó la desaparición de 5 mil 590 mujeres indígenas ante el Centro Nacional de Información de Delitos del FBI.
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Ahora, las familias de las víctimas exigen respuestas más agresivas. Emiten alarmas a través de redes sociales. Organizan vigilias con velas, se congregan afuera de los tribunales y las oficinas de los alguaciles, y realizan marchas.
“Estamos aquí exigiéndolo”, dijo Cheryl Horn, tía de Selena, durante la búsqueda. “No nos quedamos callados”.
Algunas familias se preguntaban por qué las muertes y desapariciones de sus madres, hermanas y sobrinas no han llevado a una indignación similar. BethYana Pease, organizadora de la comunidad Crow, mencionó nombres que dijo que jamás habían recibido justicia: Henny Scott, de 14 años, hallada muerta dos semanas después de que desapareció en diciembre del 2018. Bonnie Three Irons, madre de seis hijos, cuyo cuerpo fue encontrado en las montañas en abril del 2017.
O Kaysera Stops Pretty Places, de 18 años. A fines de agosto, Kaysera salió con unos amigos en Hardin, su ciudad natal. Cuatro días después, un trotador encontró su cuerpo enseguida de la casa donde había estado esa noche.
Su familia cree que fue asesinada, pero la causa de su muerte no ha sido determinada. El caso está clasificado como “sospechoso” y todavía está siendo investigado, dijo Jay Harris, abogado del condado.
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Las historias de Kaysera y Selena se han entrelazado. Cuando la familia de Kaysera encabezó marchas al tribunal, Selena asistió, dijo Horn, su tía.
En una vigilia por Selena, una de sus tías abuelas usó una sudadera que portaba el rostro de Kaysera.
“Esta es la justicia que Kaysera no recibió”, dijo Horn.
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