Desaparecen panaderías porque los consumidores no están comiendo tanto pan
Los jóvenes ya no se sienten atraídos por las largas jornadas de trabajo de un panadero. Los centros comerciales están atrayendo a clientes felices de comprar en los supermercados.
- Norimitsu Onishi
- - Publicado: 21/11/2019 - 12:00 pm
LA CHAPELLE-EN-JUGER, Francia — Las luces en el interior de la panadería del pueblo solían encenderse antes del amanecer, más o menos una hora antes de que el olor a pan horneado permeara las casas de los vecinos. Pronto se escucharía la puerta, abriendo y cerrando, su ritmo tan predecible como la vida en la campiña francesa.
Pero todo cambia.
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“Sin pan, no hay más vida”, dijo Gérard Vigot, de pie en su cochera al otro lado de la calle de la panadería cerrada. “Este es un poblado muerto”.
Los 650 residentes de La Chapelle-en-Juger perdieron hace dos años su panadería, el último negocio local donde podían reunirse y platicar mientras hacían fila para su baguette diario. Para la comunidad, el cierre de la panadería fue “un drame”, como afirmó un periódico, o una tragedia, una que se está repitiendo en un sin fin de aldeas galas.
Los jóvenes ya no se sienten atraídos por las largas jornadas de trabajo de un panadero. Los centros comerciales están atrayendo a clientes felices de comprar en los supermercados. Los consumidores ya no están comiendo tanto pan.
La Chapelle-en-Juger se ubica en el municipio costeño de Manche. Desde el inicio de la década, unas 50 panaderías han cerrado en Manche, dejando unas 370, y se anticipa que 20 más cierren en el próximo año, de acuerdo con la Cámara de Oficios y Artesanías de la región.
En ocasiones han aparecido máquinas expendedoras de baguettes en los poblados donde han cerrado las panaderías. Un día reciente, junto a un camino rural muy socorrido en La Vendelée, la hija de Vincent Lenoir bajó de su minivan para comprar una baguette de una máquina que se asemejaba a una cabina telefónica.
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“Es el mejor”, dijo Lenoir del sabor del pan. Sin embargo, la desaparición de las panaderías está “matando a nuestras aldeas”, añadió.
El número total de panaderías está creciendo en Francia, particularmente en las ciudades grandes. Pero las panaderías tradicionales de propiedad familiar en las áreas rurales están desaparecido rápidamente —en ocasiones a un ritmo del 4 por ciento, o más, dentro de un solo año.
Vigot solía cruzar la calle a la panadería. Ahora, maneja unos 4 kilómetros al pueblo de Marigny-le-Lozon, donde siempre compra dos boules y una hogaza rebanada. Entre 30 y 40 de los residentes de La Chapelle-en-Juger compran ahora su pan en la panadería de Jeannot y Valérie Culeron en Marigny-le-Lozon.
Cuando la pareja que había sido dueña de la panadería en La Chapelle-en-Juger la cerró a fines del 2017, Nelly Villedieu, la alcaldesa, entró en acción.
El Municipio gastó 130 mil euros, o unos 144 mil dólares, en comprar el edificio. Ahora está considerando préstamos de hasta 40 mil euros para comprar un horno usado y demás equipo, dijo Villedieu.
Sin asistencia pública, una panadería no sería viable en un poblado tan pequeño, dijo la alcaldesa.
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“Es una apuesta para nosotros”, añadió. Pero era una apuesta que ella sentía que tenía que hacer.
“En el espíritu francés, nosotros tuvimos que proporcionar el pan durante mucho tiempo”, dijo Villedieu, refiriéndose a los funcionarios electos.
Melissa Godin contribuyó con reportes a este artículo.
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