De fábrica del Nobel a blanco del Kremlin
La incursión en el instituto de física ha generado infinidad de teorías sobre qué está pasando. Una explicación es que el caso está relacionado con las próximas elecciones en la Academia de Ciencias de Rusia y una rivalidad entre el Instituto Lebedev de Física y el Instituto Kurchatov, un centro de investigación nuclear.
- Andrew Higgins
- - Publicado: 23/11/2019 - 03:00 pm
MOSCÚ — El Instituto Lebedev de Física, en Moscú, ayudó a la Unión Soviética a detonar su primera bomba nuclear, descifró cómo construir una bomba de hidrógeno y se mantuvo durante décadas a la vanguardia de los logros científicos rusos. Siete de sus científicos han ganado Premios Nobel.
Así que, llegó como sorpresa recientemente cuando los pasillos del instituto de repente quedaron inundados de oficiales de seguridad usando mascarillas y armados con rifles automáticos.
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Catearon la oficina de Nikolai N. Kolachevsky, el director del instituto, y lo interrogaron durante seis horas sobre un presunto complot para exportar ventanas de vidrio de uso militar. Más tarde, Kolachevsky denunció la redada como un “espectáculo simulado”, una frase que los rusos usan para describir intervenciones exageradas por agencias de imposición de la ley.
La operación desató otra ronda de lo que se ha convertido en un juego de salón para los intelectuales rusos: tratar de averiguar por qué “siloviki”, o “personas de fuerza” —funcionarios de seguridad, inteligencia y militares— han estado actuando de maneras contrarias a los objetivos de políticas expresadas por el presidente Vladimir V. Putin.
También brindó un ejemplo sombrío de por qué Rusia ha batallado tanto para diversificar su economía. Putin tiene años de llamar a los científicos a usar sus talentos de clase mundial para que ayuden a desarrollar una economía moderna.
Sin embargo, quienes tratan de hacerlo corren un serio riesgo de ser blanco de redadas. Los casos tienden a prolongarse durante meses o años, destruyendo las trayectorias de los sospechosos, aún si finalmente son exonerados.
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Al reunirse con comandantes de fuerzas de seguridad este mes en el Kremlin, Putin elogió al Servicio de Seguridad Federal —conocido como FSB, el sucesor del brazo nacional de la KGB de la era soviética— por su creciente papel en la “seguridad integrada de Rusia”, mientras que, al mismo tiempo, admitió que las agencias policiacas necesitaban trabajar en “fortalecer la confianza del público en ellas”.
Cuando irrumpieron en el Instituto Lebedev, los servicios de seguridad realizaron cateos simultáneos a los científicos y sus familiares. El blanco principal parece haber sido Olga Kanorskaya, de 36 años, la hija de un científico de Lebedev y propietaria de una compañía que, desde una oficina que ella rentaba en el instituto, vendía vidrio de precisión.
Los oficiales de seguridad irrumpieron en su departamento, mientras que otro equipo cateaba el departamento de sus padres. Hurgaron entre sus pertenencias en busca de evidencia para probar una acusación que ella tacha de ser “totalmente ficticia”: que intentó exportar vidrio con posibles aplicaciones militares a Alemania, un delito que conlleva una sentencia de 7 a 20 años en prisión.
Fue llevada para ser interrogada por detectives de la Policía y un oficial del FSB.
La incursión en el instituto de física ha generado infinidad de teorías sobre qué está pasando. Una explicación es que el caso está relacionado con las próximas elecciones en la Academia de Ciencias de Rusia y una rivalidad entre el Instituto Lebedev de Física y el Instituto Kurchatov, un centro de investigación nuclear.
Otra teoría es que el FSB simplemente necesitaba un caso de contrabando en materia de defensa para incluir en su reporte anual antes de concluir el año. Y otra más es que un rival de negocios, celoso de las ventas extranjeras de la compañía de Kanorskaya, sobornó a los servicios de seguridad para que tumbaran a su competencia.
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De momento, ni Kanorskaya; su padre, Sergei; ni Kolachevsky, el director del instituto Lebedev, han sido acusados.
Cualquiera que sea el motivo de la incursión, “no hay nada especialmente sorprendente aquí”, dijo Kolachevsky. “Todo encaja en el guión de ‘cacería de brujas’ que ha estado cobrando fuerza con cada año”.
Sophia Kishkovsky contribuyó con reportes.
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