Cometas hieren a las aves en India
- Oliver Whang
Los gastos de la organización, un equipo, un veterinario, transporte y más de 225 kilos de carne cada mes también han impuesto una carga financiera sobre los hermanos Saud y Shehzad, quienes se dedican a rescatar aves.
NUEVA DELHI — Sentado en su sótano, debajo de las abarrotadas calles sin pavimentar del poblado de Wazirabad, Mohammad Saud se inclinó sobre el cuerpo de un milano negro herido.
Saud miró fijamente al ave frente a él, luego dobló cuidadosamente su ala con una mano enguantada. Al menos dos huesos, cuatro tendones y dos músculos se habían roto. La cabeza del ave caía flácida hacia atrás, con la mirada nublada. Saud ajustó sus lentes y luego dijo: “Este es un caso perdido”.
VEA TAMBIÉN: Mareo en vehículos autónomos es un reto
Saud volvió a colocar al milano negro en una delgada caja de cartón. Mientras lo hacía, Salik Rehman, un empleado de Saud, tomó una caja diferente y sacó otro milano negro. El ala derecha del ave estaba envuelta en una gaza manchada con sangre seca y pus. También habría que sacrificarlo.
Los rodeaban otras 14 cajas de cartón, cada una con un milano negro en su interior que Rehman, Saud y Nadeem Shehzad, hermano de Saud, habían recolectado durante el día de hospitales de animales por toda Nueva Delhi. Los tres hombres, junto con un veterinario de medio tiempo, conforman una organización de rehabilitación de aves llamada Wildlife Rescue que atiende a más de 2 mil aves de rapiña al año. Casi todas esas aves son milanos negros, que están por todas partes en la ciudad. El río Yamuna, que corre a un lado de Wazirabad, es tan tóxico que algunas secciones no pueden sustentar vida acuática, pero los milanos buscan comida entre la basura lodosa de sus riberas en bandadas.
Saud y Shehzad han sacrificado todo por Wildlife Rescue desde que la fundaron hace 20 años. Sacrificaron todo por el milano negro, un ave que ni está en peligro de extinción ni es particularmente querida. “Es cierto tipo de sentido del deber”, dijo Shehzad. “Si no lo hacemos nosotros, entonces nadie va a cuidar de ellos”.
VEA TAMBIÉN: ADN arroja que los humanos salieron de África mucho antes de lo que se creía
En 1997, cuando Shehzad y Saud estaban en preparatoria, encontraron un milano negro con un ala sangrienta. El ave estaba enredada en manja —hilo de algodón cubierto de capas de vidrio triturado. El manja, aunque prohibido, a menudo se usa para volar papalotes, un pasatiempo popular en India. El cristal triturado le da al manja textura suficiente para cortar las cuerdas de otros papalotes en competencias, pero puede ser fatal. Todos los años, una docena de residentes resultan muertos cuando el hilo incrustado de cristal cae y se enreda en sus cuellos. Es una amenaza en particular para las aves.
En 1997, los hermanos llevaron al milano negro herido que habían encontrado a uno de varios hospitales de animales establecidos por los practicantes del jainismo, una religión pequeña, pero influyente. Pero el hospital rechazó al milano debido a que es un ave que come carne, algo que los jainistas no manejan.
Shehzad y Saud comenzaron a atender a las aves ellos mismos. Recogían milanos de los hospitales de animales en la ciudad y los llevaban a su sótano. Ahí, los hermanos vendaban heridas abiertas, desenredaban manja de sus alas y alimentaban a las aves de rapiña con carne cruda de búfalo.
El 90 por ciento de los milanos que recogen Saud y Shehzad tienen alas cortadas por manja; aproximadamente la mitad muere por gangrena o infección.
Los dos dicen haber tratado a 20 mil milanos negros en 20 años. Dedican más de 12 horas al día a atender a la aves.
VEA TAMBIÉN: Revisan lodo del Támesis en busca de secretos
Los gastos de la organización —equipo, un veterinario, transporte y más de 225 kilos de carne cada mes— también han impuesto una carga financiera sobre los hermanos. Han financiado la operación con las ganancias del negocio de fabricación de dispensadores para jabón líquido de su familia, que operan desde su sótano.
“Hemos destruido nuestra vida familiar”, dijo Shehzad. “Hemos destruido nuestras relaciones con nuestros amigos, nuestros parientes, nuestras esposas, nuestros padres, incluso con nuestros hijos de 2 y 4 años”.
Ahora que casi todo su dinero se ha agotado, los hermanos enfrentan la posibilidad de cerrar Wildlife Rescue.
“¿No quiere la gente que trabajemos?”, dijo Shehzad. “Muy bien, esto es lo mejor que podemos hacer. De hecho, hicimos más de lo que podíamos: ya estamos vacíos”.
Para comentar debes registrarte y completar los datos generales.