Bosques en sequía podrían arder
En el 2019, el intenso calor y la sequía ayudaron a propagar incendios a través de casi 3 mil 400 kilómetros en el continente, un área de tierra quemada 15 % más grande que el promedio anual de la década, de acuerdo con datos preliminares dados a conocer en enero por el Sistema de Información de Incendios Forestales de Europa.
- Somini Sengupta
- - Publicado: 26/2/2020 - 03:00 pm
TIVISA, España — En enero, un esfuerzo global para plantar un billón de árboles fue anunciado en una reunión de líderes empresariales y políticos en Davos, Suiza.
Un billón de árboles, se dijo en esa reunión del Foro Económico Mundial, serían muy útiles para abordar el cambio climático.
Pero si bien los árboles, y en particular los bosques, son vitales para almacenar carbono, al absorber actualmente el 30 por ciento del dióxido de carbono que vuelve más caliente al planeta, también son sumamente vulnerables a las perturbaciones del clima.
VEA TAMBIÉN: Ciudad de lienzo es un arte político
En un clima más caliente, más seco y más inflamable, como aquí en la región mediterránea, los bosques pueden morir poco a poco debido a la sequía o pueden arder en llamas rápidamente, liberando a la atmósfera todo el carbono almacenado en sus troncos y ramas.
Eso plantea una pregunta urgente: ¿cómo manejar mejor los bosques en un mundo que los humanos han alterado tanto?
“Necesitamos decidir cuál será el bosque del cambio climático para el futuro”, dijo Kirsten Thonicke, ecologista de incendios en el Instituto Potsdam para la Investigación del Impacto Climático en Alemania.
Hoy, alrededor del 40 por ciento de la superficie de la Unión Europea está cubierta de árboles, por lo que es una de las regiones más ricas en bosques en el mundo. También es idónea para los incendios forestales.
En el 2019, el intenso calor y la sequía ayudaron a propagar incendios a través de casi 3 mil 400 kilómetros en el continente, un área de tierra quemada 15 por ciento más grande que el promedio anual de la década, de acuerdo con datos preliminares dados a conocer en enero por el Sistema de Información de Incendios Forestales de Europa.
Marc Castellnou, un analista de incendios del servicio catalán de bomberos, ha visto ese cambio de primera mano aquí en las colinas calientes y secas de Cataluña, en el noreste de España. Su familia tiene generaciones de vivir en una villa medieval con vista al río Ebro.
VEA TAMBIÉN: Venezuela cede el control de su petróleo
La familia de su madre cultivaba almendras aquí. El huerto de almendras quedó abandonado hace mucho tiempo. En su lugar, ha surgido un bosque achaparrado de robles pequeños y pinos blancos. Donde alguna vez pastaron las cabras, ahora hay una alfombra de hierba seca. Un paisaje perfecto para el fuego.
Lo que sucedió con la granja de sus ancestros ha sucedido por toda Europa. A medida que los agricultores dejaban la tierra a favor de empresas más redituables y menos demandantes físicamente, los bosques volvieron.
Ahora Castellnou ha estado prendiendo fuego a algunos de esos bosques, eliminando la hierba y los arbustos chaparros para que las llamas no puedan fácilmente elevarse hasta las coronas de los pinos jóvenes y frágiles.
Lo último que quiere es que sus dos hijos pequeños hereden una ladera cubierta con arbustos secos e inflamables. “El cambio climático está cambiando todo”, dijo Castellnou. “Estamos tratando de crear alguna vacuna en el paisaje”.
El año pasado los incendios forestales se propagaron por Europa tan al norte como Suecia. La sequía y las plagas de escarabajos acabaron con secciones de bosques en Alemania. Gran Bretaña tuvo más incendios forestales que nunca el año pasado.
España vio uno de los incrementos más marcados en el número de incendios individuales. La Unión Europea describió los incendios forestales como “una amenaza seria y creciente”.
A medida que los catalanes migraron a las ciudades, también aparecieron las huellas del cambio climático. Se batieron records de calor, se secó la hierba y se empezaron a caer las agujas de los pinos blancos.
VEA TAMBIÉN: Antes migrante, hoy enfrenta a extrema derecha
En un día excepcionalmente caliente el verano pasado, en una granja avícola, una pila de estiércol se incendió, como ha sucedido antes con montones de desechos de animales. Pero los fuertes vientos empujaron las brasas por las colinas, ocasionando incendios hasta a 20 kilómetros de distancia.
Los incendios, señaló Castellnou, son la manera en que la naturaleza cambia el paisaje para el futuro.
Lo que surgirá en estas colinas despojadas será más resistente para un nuevo clima, afirmó.
Él está a favor de lo que llama quemas controladas, que eliminan los arbustos bajos para evitar que el siguiente incendio se salga de control. Y, a veces, favorece dejar que los incendios ardan como parte de la ecología natural del bosque. Los pinos blancos, por ejemplo, se reproducen sólo durante incendios, cuando sus piñas sueltan las semillas al estallar con el calor.
La única forma de evitar que los bosques se vuelvan matorrales secos para cuando sus hijos crezcan, dijo, es controlando el paisaje.
Geneva Abdul contribuyó con reportes a este artículo.
Para comentar debes registrarte y completar los datos generales.