Estrategias
La venta de un destino
Habría que llegar a un consenso de metas claras, de la definición del destino y el desarrollo de experiencias y sitios icónicos para el logro de los objetivos.
- Jaime Figueroa Navarro
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- - Publicado: 08/2/2020 - 12:00 am
Analizar más profundamente las actividades que llevamos a cabo en nuestro terruño para elevar alicaídas cifras que no parecen despegar. Foto: Archivo. Epasa.
Gozando de una envidiable diversidad de atractivos ecológicos, el "paraíso terrenal" de Santo Tomé y Príncipe, las islas Galápagos africanas, el pequeño archipiélago, excolonia portuguesa en el golfo de Guinea que recién se independiza a mediados de la década de los setenta del siglo pasado, reclama afanosamente turistas.
Solamente 30,000 visitaron en 2018.
En ausencia de cajeros automáticos, donde un tercio de la población de 200,000 sobrevive con menos de $2 diarios, el reto para aumentar su turismo es cosa de locos o tema de expertos.
Hugo Menezes, su director de turismo, señala el objetivo de aumentar el número de visitantes 10% anual.
En teoría, no debiese ser muy complicado.
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Atraer 250 visitantes mensuales adicionales, en principio un vuelo chárter desde Lisboa, pudiese lograrse a través de presentaciones y algo de publicidad en aquel país que le colonizó a finales del siglo XV, sin necesidad de explorar otras posibles localidades más allá por el momento, dándose el tiempo de desarrollar la infraestructura necesaria para acoger cómodamente el incremento de visitantes.
Ello nos lleva a analizar más profundamente las actividades que llevamos a cabo en nuestro terruño para elevar alicaídas cifras que no parecen despegar a pesar de la infusión de millonaria publicidad en los sitios considerados de mayor afluencia para nuestro turismo, que en teoría deben ser, principalmente Norteamérica y Europa, con un atisbo secundario a los mercados de Latinoamérica y el Caribe, que debiesen ser también positivamente impactados por la novel política de Copa Airlines en ofrecer la escala panameña gratuita a más de 15 millones de pasajeros que transitan a través de Tocumen anualmente.
Uno de los segmentos de mercado que pueden impulsar las cifras es aquel de los estudiantes secundarios y universitarios norteamericanos que ubican a Panamá como sitio estratégico en América Latina para sus pesquisas y análisis en periodos tradicionalmente de dos a cuatro semanas a inicios y mediados de año.
Los programas de estudio en el extranjero han ido en crescendo durante los últimos años, particularmente en destinos de Europa y Asia.
Estos programas no solamente magnetizan como imán a la comunidad estudiantil, sino que también sirven como creación de embajadores que multiplican el atractivo del destino, en sitios donde Panamá es aún consabido como tercer mundo, sucio, inseguro, insalubre, con memorias indelebles de la dictadura de Noriega y Panama Papers, aprovechando la génesis de coronavirus que elimina a China, docenas de planteles universitarios estadounidenses allí establecidos, que por motivos de salud tienen que optar por otros destinos como alternativa para miles de estudiantes que normalmente cursan sus estudios extranjeros allí.
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Hay que gozar de un sentido de propósito, aquello que los japoneses denominan ikigai o plan de vida, que bien se puede traducir como la razón por la cual nos despertamos en las mañanas.
Ello es crítico para direccionarnos hacia la meta ideal en nuestro turismo, para el logro de nuestros objetivos, tema que no creo aún tenemos bien definido.
Continuamos con empeños no bien definidos, caso en mente, la millonaria inversión en deslucidos carnavales capitalinos, que más bien sirve para mejorar el peculio de algunos sin fortalecer el turismo.
Otro ejemplo clave es el incremento de los cruceristas que nos visitan, que algunos pintan como la gran odisea.
La Organización Mundial de Turismo define la actividad como "las acciones que una persona lleva a cabo mientras viaja y pernocta en un sitio diferente al de su residencia habitual, por un periodo consecutivo que resulta inferior a un año."
Los cruceristas no solo no son turistas, sino que tampoco aportan al desempeño de la actividad por las limitantes de su estancia y desembolsos, en la mayoría de los casos ínfimos, un sombrerito Panamá o cualquier otra chuchería.
Habría que llegar a un consenso de metas claras, de la definición del destino y el desarrollo de experiencias y sitios icónicos para el logro de los objetivos.
Ello, desafortunadamente, aún nos hace mucha falta.
Líder empresarial.
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