La Tacita de Oro
Grandes cambios ha tenido la ciudad de Colón desde su fundación el 27 de febrero de 1852; según historiadores de esta provincia. El desarrollo actual de este sector caribeño se remonta al año de 1501, cuando Rodrigo de Bastidas -descubridor del istmo- con su hazaña dio paso a la distribución e intercambio de productos.
Desde entonces este pequeño pedazo de tierra atlántico fue la ruta comercial más corta del Mundo. Las jugadas del destino, guiadas por los sucesos históricos, la convirtieron en la puerta de entrada al Canal de Panamá.
Su importancia está fundada en la economía. Todos los factores mencionados posibilitaron el surgimiento de la Zona Libre de Colón que se hizo realidad con el Decreto Ley No. 18 de 17 de junio de 1948 y se constituyó como una institución autónoma del Estado panameño.
Producto del tráfico comercial, y la estratégica posición, se convirtió en una región portuaria. El ferrocarril, las aguas que la rodean y la carretera Transístmica son las vías por las que los usuarios de la Zona pueden llegar a ella.
El Colón de ayer con el de hoy
Sus dieciséis calles, bien trazadas, fueron refugio de héroes patrióticos y de aquellos se sumaron a la lid contra algunas discriminaciones -que todavía dejan huellas- suscitadas en esta ciudad.
La Tacita de Oro, como se le conoció por muchos años- ha generado controversia debido a su nombre. ¿Se llamaba Aspinwall o realmente Colón hasta la fecha de fundación?, así manifestó Esteban Lan Historiador de la Costa Atlántica.
"Colón nunca se llamo Aspinwall. Oficialmente la provincia se llamó tal cual lo planteó Mariano Arosemena quien sugirió -en el año 1950- que debería llevar el nombre de Cristóbal Colón por formar parte de nuestra historia", expresó Lan.
Todo el dinero que entró a suelo colonense la hizo parecer como lo decía el apodo que le otorgaron "una Tacita de Oro". Hoy se compara con una mujer vieja que un día fue bella. Y es que el tiempo no ha pasado en vano.
De las grandes y lujosas casas que adornaban su superficie -por un lado- sólo quedan parapetos de madera vieja a punto de caer. Sin embargo hay sectores en los que dueños de negocios o familias que han mantenido una buena economía reposan en vistosas viviendas y en altos edificios de costoso apartamentos. También existe otro sector al que se le puede llamar clase media, porque no duermen en barracas, pero tampoco los inunda la riqueza.
Rasgos de su gente
La demografía atlántica tuvo como característica a las personas de raza china, quienes soportaron los trabajos fuertes del ferrocarril en el año 1850 a 1852. De igual forma los negros antillanos resistieron los brotes de la fiebre amarilla en la construcción del Canal de Panamá, según datos históricos.
El Colón de hoy -igual que el de ayer- es rico comercialmente, pero aún lo es más si se habla de cultura. Ya no existe la marcada opresión y discriminación de los negros como antes, factor que ha influido en la adquisición de rasgos muy propios de sus habitantes.
Sigue siendo un crisol de razas. Cada día llegan más árabes, hindúes, chinos, hebreos, japoneses, etc, a tal grado que hasta hacen barriadas exclusivas para cada etnia, dependiendo de los ingresos que posean.
Se ha logrado la libertad y ser tratados como personas dignas, independientemente de la raza. En contraste con la sociedad fría de años atrás, cuando los negros eran golpeados y maltratados para hacer labores.
Costumbres y tradiciones
La ex "Tacita de Oro" es es conocida por sus costumbres y tradiciones. Cómo olvidar los famosos bailes de los congos y diablos que son una manifestación de su idiosincrasia. Hay que resaltar que gran parte de la población panameña en esta área es de ascendencia costeña.
Así mismo, el arroz con coco, la paella de mariscos, el bom, los pastelitos y los plantitaín son algunos de los aperitivos que preparan las manos de hombres de hombres y mujeres que ahí nacieron. Platillos que atraen a cada visitante de ese suelo.
A pesar de que Colón -por lo presentado en los medios- es considerada como una de las regiones más peligrosas que existe, sigue siendo una de las ciudades más importantes del istmo. Como en todo los lugares hay gente buena y los negocios comerciales son prósperos. Pero -sobre todo- la belleza turística, que más que algo paradisiaco, está la historia de cada una de sus calles, las luchas de las que los viejos caserones fueron testigos y las victorias que celebraron, son su mayor atractivo.
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