La mentira del alcohol
Publicado 2001/03/10 00:00:00
- Italia/
¿Se ha preguntado por qué a pesar de experimentar serias molestias orgánicas después de libar alcohol, que incluso lo han llevado a expresar el deseo de abandonar este vicio, continúa haciéndolo una y otra vez?
Esta bebida, inofensiva para muchos, es por encima del tabaco, las pastillas tranquilizantes, la marihuana y otros productos lícitos e ilícitos, la droga de mayor consumo entre los jóvenes panameños.
El alcohol, capaz de alterar la parte óptica y el funcionamiento psicomotor del organismo, puede propiciar un estado anímico depresivo, además de lagunas mentales y la necesidad de utilizar estimulantes de mayor acción. Esto sin tomar en cuenta su efecto sobre el hígado, el corazón y el sistema nervioso central.
Para Ramón Sieiro, coordinador del Programa de Prevención de Drogas de la Cruz Blanca Panameña, los mitos, aspectos culturales, problemas de conductas, factores familiares y hasta el mal uso del tiempo de ocio, son algunas de las situaciones que inciden en el consumo de alcohol por parte de la juventud panameña.
De acuerdo con Sieiro, el principal problema que enfrenta quien bebe licor, es la negación de las situaciones lamentables que podría generar su actuación, por lo que no es extraño escuchar frases como "yo pago mis vicios", "sólo son unos tragos", "esto no me va a emborrachar", "el alcohol se hizo para hombres", entre otras expresiones.
Para el especialista, a esto se agregan factores culturales y de patrones de vida, propios de los países Latinoamericanos, que hacen que una persona que esté atestada de beber lo haga por simple compromiso con el grupo del cual forma parte.
"Estos y más factores hacen que libar alcohol sea una actividad propia del diario vivir en nuestra sociedad, donde no hay fiestas sin licor y se bebe para celebrar un triunfo o igual una derrota", indica Ramón Sieiro.
El que cada día un porcentaje mayor de jóvenes se inicie en el consumo de esta droga, es para el Coordinador del Programa de Prevención de la Cruz Blanca una situación mucho más preocupante.
Según un estudio realizado durante el último quinquenio por la Coordinadora Nacional para la Prevención de Drogas (CONAPRED), que incluye a jóvenes de primer ingreso de las universidades Tecnológica, de Panamá y Santa María La Antigua, el alcohol sigue siendo la droga prevaleciente entre el 71.6 % de los hombres y el 47.4 % de las mujeres entrevistados/as.
Aunque la encuesta no hace diferencia entre la procedencia social de los encuestados, igual derriba el mito de que el consumo de alcohol tiene que ver con la condición socioeconómica del bebedor, tal como se creyó con anterioridad.
Siero insiste en que los mitos que rodean el consumo de alcohol y la aparente satisfacción que provoca la droga hacen que goce de gran simpatía. "El bebedor hace que su organismo desarrolle un alto grado de tolerancia al alcohol".
A la larga esto produce que el individuo necesite más alcohol para sentir la gratificación alcanzada inicialmente. El límite de esta tolerancia llega cuando, a través del vómito, el organismo indica que no acepta más alcohol.
Otro mito vinculado al consumo de alcohol es sobre la cirrosis, ¿por qué algunas personas han libado licor toda su vida y nunca han desarrollado esta enfermedad?
Para Sieiro hay que estar claro que no todos los organismos son iguales, hay quienes tienen mayor predisposición a desarrollar una cirrosis hepática. "No hay porque averiguar si uno es más propenso o no".
Como coordinador de los programa de prevención de la Cruz Blanca, Ramón Sieiro se mantiene optimista por los proyectos que se ejecutan a fin de cambiar la tendencia hacia el consumo de alcohol en la juventud. "Se pueden hacer fiestas y cualquier otra actividad de recreación sin alcohol", es su propuesta.
En ese sentido, la institución desarrolla programas de prevención entre jóvenes de educación secundaria. "Tales programas han sido bien acogidos", señala.
Ramón Sieiro ratifica el papel de los padres de familia, expresa que este papel debe ser más preventivo que represivo. "Si el padre o la madre le solicita al hijo que no beba, entonces debe ser congruente con esa petición, pero lo más importante es que haya una interacción entre padres e hijos, si no hay interacción, no hay relación", enfatizó.
Y para los bebedores habituados que ya no dependen del cuidado de sus padres también hay un consejo, haga el ejercicio de no beber durante un mes y verá cuanto ha ahorrado, además de las horas de insomnio que habrá obviado y las neuronas que ha preservado, si el balance es positivo, entonces decídase y deje el alcohol.
Esta bebida, inofensiva para muchos, es por encima del tabaco, las pastillas tranquilizantes, la marihuana y otros productos lícitos e ilícitos, la droga de mayor consumo entre los jóvenes panameños.
El alcohol, capaz de alterar la parte óptica y el funcionamiento psicomotor del organismo, puede propiciar un estado anímico depresivo, además de lagunas mentales y la necesidad de utilizar estimulantes de mayor acción. Esto sin tomar en cuenta su efecto sobre el hígado, el corazón y el sistema nervioso central.
Para Ramón Sieiro, coordinador del Programa de Prevención de Drogas de la Cruz Blanca Panameña, los mitos, aspectos culturales, problemas de conductas, factores familiares y hasta el mal uso del tiempo de ocio, son algunas de las situaciones que inciden en el consumo de alcohol por parte de la juventud panameña.
De acuerdo con Sieiro, el principal problema que enfrenta quien bebe licor, es la negación de las situaciones lamentables que podría generar su actuación, por lo que no es extraño escuchar frases como "yo pago mis vicios", "sólo son unos tragos", "esto no me va a emborrachar", "el alcohol se hizo para hombres", entre otras expresiones.
Para el especialista, a esto se agregan factores culturales y de patrones de vida, propios de los países Latinoamericanos, que hacen que una persona que esté atestada de beber lo haga por simple compromiso con el grupo del cual forma parte.
"Estos y más factores hacen que libar alcohol sea una actividad propia del diario vivir en nuestra sociedad, donde no hay fiestas sin licor y se bebe para celebrar un triunfo o igual una derrota", indica Ramón Sieiro.
El que cada día un porcentaje mayor de jóvenes se inicie en el consumo de esta droga, es para el Coordinador del Programa de Prevención de la Cruz Blanca una situación mucho más preocupante.
Según un estudio realizado durante el último quinquenio por la Coordinadora Nacional para la Prevención de Drogas (CONAPRED), que incluye a jóvenes de primer ingreso de las universidades Tecnológica, de Panamá y Santa María La Antigua, el alcohol sigue siendo la droga prevaleciente entre el 71.6 % de los hombres y el 47.4 % de las mujeres entrevistados/as.
Aunque la encuesta no hace diferencia entre la procedencia social de los encuestados, igual derriba el mito de que el consumo de alcohol tiene que ver con la condición socioeconómica del bebedor, tal como se creyó con anterioridad.
Siero insiste en que los mitos que rodean el consumo de alcohol y la aparente satisfacción que provoca la droga hacen que goce de gran simpatía. "El bebedor hace que su organismo desarrolle un alto grado de tolerancia al alcohol".
A la larga esto produce que el individuo necesite más alcohol para sentir la gratificación alcanzada inicialmente. El límite de esta tolerancia llega cuando, a través del vómito, el organismo indica que no acepta más alcohol.
Otro mito vinculado al consumo de alcohol es sobre la cirrosis, ¿por qué algunas personas han libado licor toda su vida y nunca han desarrollado esta enfermedad?
Para Sieiro hay que estar claro que no todos los organismos son iguales, hay quienes tienen mayor predisposición a desarrollar una cirrosis hepática. "No hay porque averiguar si uno es más propenso o no".
Como coordinador de los programa de prevención de la Cruz Blanca, Ramón Sieiro se mantiene optimista por los proyectos que se ejecutan a fin de cambiar la tendencia hacia el consumo de alcohol en la juventud. "Se pueden hacer fiestas y cualquier otra actividad de recreación sin alcohol", es su propuesta.
En ese sentido, la institución desarrolla programas de prevención entre jóvenes de educación secundaria. "Tales programas han sido bien acogidos", señala.
Ramón Sieiro ratifica el papel de los padres de familia, expresa que este papel debe ser más preventivo que represivo. "Si el padre o la madre le solicita al hijo que no beba, entonces debe ser congruente con esa petición, pero lo más importante es que haya una interacción entre padres e hijos, si no hay interacción, no hay relación", enfatizó.
Y para los bebedores habituados que ya no dependen del cuidado de sus padres también hay un consejo, haga el ejercicio de no beber durante un mes y verá cuanto ha ahorrado, además de las horas de insomnio que habrá obviado y las neuronas que ha preservado, si el balance es positivo, entonces decídase y deje el alcohol.
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