Campesinos y militares fueron los principales protagonistas
Hazaña de próceres bajo la sombra de Rufina Álfaro
La figura de Rufina Alfaro, supuesta gestora del movimiento independentista de 1821, ha opacado la hidalguía de otros patriotas istmeños.
Heroína santeña
- Raúl Cedeño
- Folclorista
Gesto esquivado
- Estamos por conmemorar el primer grito de independencia de Panamá de España del 10 de noviembre de 1821. Sin embargo, esta fecha me agarra con el alma adolorida por la figura de la insigne Rufina Alfaro, mujer a la que no se le ha registrado oficialmente su participación en nuestra independencia.
- Reconocemos el valor de los líderes que derrocaron al poder español en batalla de palos y machetes. Para ellos pedimos que sus nombres sean grabados con firmeza en la dura coraza de nuestra historia. De igual forma, exigimos que allí se incluya el nombre de Rufina Alfaro, humilde mujer santeña que supo dar lo que más vale en un movimiento independentista: decisión, civismo y coraje. Con ello evitaríamos que la gratitud nacional se incline al borde del abismo y un torrente de agravios condene al olvido ese hecho. Cuando se le pidió su apoyo para que cumpliera una misión riesgosa dentro del cuartel español, no dudó en aceptarla. Dicen algunos que su nacimiento no fue registrado, que era una simple fritanguera. Sí, probablemente. Pero aquellos que se oponen al reconocimiento de su gesto, no aceptan que al momento de rasgarse la basquiña por la persecución de los soldados españoles por haber mojado la pólvora de sus armas y quedar sus senos al desnudo mientras corría para avisar que podían atacar, Rufina se erguía ante la historia. Ese es el valor de la figura de Rufina Alfaro. Es eso lo que hay que reconocer y no las opacidades que pudo tener su vida anterior. Luchó para que el Grito de Independencia del 10 de noviembre de 1821 se convirtiera en la columna vertebral de nuestra historia patria, y ese pueblo humilde a orillas del río Cubitá o de los Maizales, hoy río La Villa, dejara de estar separada de y por la civilización como todavía lo está hoy día.
Aunque se armaron de patriotismo y coraje para romper las cadenas del colonialismo español, hay hombres que, tras 192 años del Grito de Independencia de La Villa de Los Santos, siguen bajo la sombra de la heroína Rufina Alfaro.
Pero ocultos tras el glorioso suceso del 10 de noviembre de 1821 hubo patriotas que con su sangre derramada ayudaron a darle matiz al rojo de nuestra bandera.
Para Rommel Escarreola, docente de la escuela de Historia de la Universidad de Panamá, el verdadero héroe de la independencia, fue Segundo Villarreal. Este caudillo, del que poco se habla por estos días, organizó el alzamiento contra las tropas españolas en La Villa de Los Santos.
“Fue ilustre y tuvo participación en los actos del 10 de Noviembre. Él comandó las tropas revolucionarias en La Villa de Los Santos, que clamaban sus derechos y su autonomía de la madre patria”.
Del origen de aquel personaje, del que no hay registro en los archivos parroquiales de La Villa, también han surgido suspicacias, cuenta el historiador Gilberto Marulanda.
“De Segundo Villarreal se desconoce tanto la fecha de nacimiento como la de su deceso. Lo que sí se sabe es que representaba al sector campesino en 1821”.
Arnulfo Gómez, otro historiador istmeño, comenta que Villarreal fue nombrado comandante de armas con el grado de coronel el 10 de noviembre de 1821 para compensar su heroísmo.
“Don Segundo fue definitivamente un ciudadano cuyas convicciones estuvieron precedidas de una cimentada entereza de carácter y de un gran patriotismo que obliga a las presentes y futuras generaciones a emularlo”, resalta Gómez.
Sus padres fueron Luciano De Villarreal y María de las Mercedes Rivera, según datos obtenidos en la biblioteca del plantel homónimo, en Los Santos.
Tampoco tuvo hijos, a pesar de que se casó con dos mujeres: María De Villamar, que murió por causas desconocidas, y Juana Bautista Sánchez, apunta el autor Alberto Arjona en su obra .La Villa de Los Santos y el padrón de 1774
Otro hombre de batalla tras el simbolismo de Rufina Alfaro es Francisco Gómez Miró, participante de la lucha panameña. “Fue un patriota que luchó en movimientos en Suramérica”, coinciden los historiadores.
“Él, que forma parte de la Junta Revolucionaria de 1821, fue el precursor del Grito de La Villa de Los Santos”, agrega Escarreola.
Mientras, el historiador don Ernesto J. Nicolau (q.e.p.d.), en su libro , detalla que Miró encara a los emisarios de la Corona cuando estos tratan de convencerlo de desistir de la independencia.El Grito de La Villa
“La monarquía española envía a La Villa de Los Santos a los tenientes José María Chiari y José de la Cruz Pérez, con el objetivo de instar a dejar el movimiento. Después de hablar con los comisionados, surge la voz valiente y decidida del orador de Natá de los Caballeros, don Francisco Gómez Miró, que con hidalguía les dice a los gendarmes españoles que está dispuesto a perder la última gota de sangre de sus venas antes que abandonar sus ideales”, se lee en la obra.
Los narradores también incluyen en esta lista a José de Fábrega, un militar de carrera y miembro de la Corona española.
“Fábrega estaba a cargo del destacamento militar de Veraguas. Sin embargo, cuando envían al general español Juan De La Cruz Mourgeon a Ecuador para reconquistar el Virreinato de la Nueva Granada, Fábrega queda al mando de todo el Istmo”, comenta Escarreola.
Luego de los sucesos del grito, “Fábrega invita a todas las fuerzas alzadas a su casa y avala la independencia”, dice la fuente.
¿Mito o realidad?
La existencia de Rufina Alfaro en la memoria del pueblo azuerense es positiva desde el punto de vista de reconocer un hecho histórico como el grito de La Villa, argumenta el investigador Gilberto Marulanda.
“Todo historiador académico sabe que no hay ninguna prueba documental de que ella existió. Obviamente que sí aceptamos su importancia en la memoria colectiva de los santeños y eso ha servido para mantener por generaciones una leyenda que es sustentada en un hecho real”.
Otro que asegura que Alfaro es solo un mito es Rommel Escarreola. Él apunta que no es hasta la década de 1950 cuando en Panamá se empiezan a mencionar sus actos por la necesidad de buscar una figura representativa.
“En todo el siglo XIX no se le menciona. Es a partir de la década de los 50 del siglo pasado cuando se empieza a hablar de ella porque las mujeres se sentían relegadas y la mejor forma de tener presencia en la sociedad de esa época era buscando una figura, y quién mejor que Rufina Alfaro para hacerse sentir”.
Escarreola también responde que muy pocos escritores coinciden hasta con los rasgos físicos de Rufina Alfaro. “Ninguno se pone de acuerdo sobre su personalidad y su físico. Unos dicen que era blanca, otros morena... Cuando no existe similitud en los datos sobre una persona, entonces no existió”.
Arnulfo Gómez cree que un mito o una leyenda bien conservada puede hacer reescribir la historia de un pueblo.
“La historia universal de todos los pueblos y la panameña están llenas de mitos. Solo fíjese en la india dormida, la tulivieja... Los mitos se hacen reales y sobreviven por los relatos entre generaciones”.
Sobre esta mujer hay una biografía titulada que reposa en los fríos anaqueles de la Biblioteca Nacional Ernesto J. Castellero. En una de sus páginas, que describe sus rasgos, se lee: “de ojos negros rasgados, cabellera de similar color, trigueña, alta, delgada y que vestía de basquiña”.Rufina Alfaro
En la Revista Lotería número 80, de enero de 1948, págs. 28-30, el propio Ernesto Castillero señala que “la leyenda ha conservado la tradición oral de su humilde personalidad”.
Haya existido o no, el esfuerzo de otros próceres seguirá guardado en los anales mientras el grito de Rufina siga retumbando en nuestra memoria histórica.
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