Hasta que el divorcio nos separe
Publicado 2003/11/24 00:00:00
- Aleida Samaniego C.
La conocida y romántica frase: “Hasta que la muerte nos separe”, cada vez parece tener menos actualidad en Panamá. Según las estadísticas, por cada siete matrimonios que se realizan, hay uno en trámite de divorcio.
Al parecer, el amor eterno está perdiendo la batalla frente a los avatares de la vida moderna. Las causas más comunes de destrucción familiar son el maltrato físico y psicológico, relaciones extramaritales, abandono del hogar y uso habitual e injustificado de drogas.
Las estadísticas de la Contraloría General de la República demuestran que en el 2002 se registraron 2,313 divorcios, 9,558 matrimonios por la iglesia y 7,245 civiles.
Alicia, una exitosa ejecutiva que accedió a contar su historia a El Panamá América explica el porqué una mujer con 20 años de matrimonio decide pagar más de B/. 2,000 a un abogado y enfrentar el rechazo social, con tal de lograr el divorcio e iniciar una nueva vida.
A pesar de lo costoso que resulta una separación conyugal, durante el primer semestre del 2003 se han registrado 1,093 divorcios dentro de los cuales 25 fueron por maltrato físico y psicológico, 11 por relación extramatrimonial, 47 por abandono absoluto por parte del marido de sus deberes de esposo o de padre, 2 por uso habitual e injustificado de drogas, 1 por embriaguez, 293 casos por separación por más de dos años y 714 casos por mutuo acuerdo, dando como resultado 1,093 divorcios en los primeros meses del presente año.
Al consultar a la psicóloga Geraldine Emiliani, sobre el crecimiento del número de divorcios, señaló que es el resultado de crisis personales, de identidad, de inmadurez, problemas profesionales y económicos. También influye la desilusión provocada por las elevadas expectativas que generalmente se tienen hacia la pareja y que no se pueden satisfacer, ya que de pronto se descubre que el ser amado no es tan inteligente, elegante, educado, trabajador, ni cariñoso como se pensaba. Es entonces cuando se llega a plantear el divorcio.
La mayoría de los matrimonios fracasan porque los cónyuges abrigan expectativas demasiado elevadas. Ni siquiera intentan resolver las diferencias para salvar su relación. Así opina la psicóloga Geraldine Emiliani al ser consultada por El Panamá América.
Este fue el caso de Alicia, una ejecutiva de una empresa privada que se casó hace 20 años y de pronto descubrió que vivía con la persona equivocada.
Su vida transcurría entre éxitos y fracasos desde que decidió unirse en matrimonio con Luis, un compañero de la carrera de Economía.
Los siete primeros años fueron normales para una pareja económica y socialmente establecida, con tres hijos. Pero las discusiones empezaron después de ese período, cuando su marido le reclamaba que dedicaba más tiempo a su trabajo que a su casa.
Mes a mes las discusiones entre la pareja se hacían más frecuentes, pero el amor entre los dos prevalecía, ya que tenían mucho en común. Sin embargo, todo estaba a punto de derrumbarse.
Un día Alicia fue ascendida a una posición laboral que requería más tiempo fuera de casa, y las peleas se hicieron más serias con insultos y graves ofensas.
Y lo que se veía venir sucedió. En uno de sus viajes, Alicia conoció a otro hombre que le brindó comprensión y afecto. Se involucraron sentimentalmente y muy pronto iniciaron una relación prohibida que duró varios años, sin que su esposo se percatara. Hace aproximadamente un año Alicia decidió terminar la relación con su cónyuge y unirse formalmente a su nueva pareja.
Según Alicia, la falta de comprensión y afecto destruyó su matrimonio. Dice que tomó la decisión ahora que sus hijos están grandes y, según ella, están preparados para esta ruptura.
Sin embargo, para la psicóloga Emiliani, el divorcio no soluciona los problemas. Explicó que la experiencia suele demostrar que la aniquilación del vínculo matrimonial sólo se da en teoría, pues querer hacer desaparecer una relación, por un trámite legal, no borra todas las expectativas de felicidad que llevaron a una pareja hasta el matrimonio.
Esto sin contar con que no se trata solamente de decir adiós a una persona para comenzar una relación con otra. En el medio generalmente hay una dura batalla legal para dividir los bienes y fijar pensiones alimenticias.
El divorcio de Alicia no se llevó a cabo en mutuo acuerdo, por lo que se pleiteó más de un año y medio por los bienes que poseían y debió pagar más de B/. 2,000 por lograr la separación.
Una cifra bastante elevada si se considera que los divorcios que se realizan por mutuo consentimiento o edicto tienen un valor monetario de B/.300.00. Esto rige para aquellos divorcios donde uno de los dos abandona el hogar y no se sabe su paradero, entonces se publica cuatro días seguidos un edicto en los periódicos para ver si la persona aparece.
De no ser así, se establecen 40 días en el Juzgado para proceder legalmente con la disolución del matrimonio en un plazo de dos meses.
Lo cierto, según Emiliani, es que el precio del fracaso matrimonial lo sufren los niños y adolescentes, ya que se multiplica el riesgo de que algunos menores manifiesten problemas de conducta o enfrenten dificultades en el rendimiento escolar.
Al parecer, el amor eterno está perdiendo la batalla frente a los avatares de la vida moderna. Las causas más comunes de destrucción familiar son el maltrato físico y psicológico, relaciones extramaritales, abandono del hogar y uso habitual e injustificado de drogas.
Las estadísticas de la Contraloría General de la República demuestran que en el 2002 se registraron 2,313 divorcios, 9,558 matrimonios por la iglesia y 7,245 civiles.
Alicia, una exitosa ejecutiva que accedió a contar su historia a El Panamá América explica el porqué una mujer con 20 años de matrimonio decide pagar más de B/. 2,000 a un abogado y enfrentar el rechazo social, con tal de lograr el divorcio e iniciar una nueva vida.
A pesar de lo costoso que resulta una separación conyugal, durante el primer semestre del 2003 se han registrado 1,093 divorcios dentro de los cuales 25 fueron por maltrato físico y psicológico, 11 por relación extramatrimonial, 47 por abandono absoluto por parte del marido de sus deberes de esposo o de padre, 2 por uso habitual e injustificado de drogas, 1 por embriaguez, 293 casos por separación por más de dos años y 714 casos por mutuo acuerdo, dando como resultado 1,093 divorcios en los primeros meses del presente año.
Al consultar a la psicóloga Geraldine Emiliani, sobre el crecimiento del número de divorcios, señaló que es el resultado de crisis personales, de identidad, de inmadurez, problemas profesionales y económicos. También influye la desilusión provocada por las elevadas expectativas que generalmente se tienen hacia la pareja y que no se pueden satisfacer, ya que de pronto se descubre que el ser amado no es tan inteligente, elegante, educado, trabajador, ni cariñoso como se pensaba. Es entonces cuando se llega a plantear el divorcio.
La mayoría de los matrimonios fracasan porque los cónyuges abrigan expectativas demasiado elevadas. Ni siquiera intentan resolver las diferencias para salvar su relación. Así opina la psicóloga Geraldine Emiliani al ser consultada por El Panamá América.
Este fue el caso de Alicia, una ejecutiva de una empresa privada que se casó hace 20 años y de pronto descubrió que vivía con la persona equivocada.
Su vida transcurría entre éxitos y fracasos desde que decidió unirse en matrimonio con Luis, un compañero de la carrera de Economía.
Los siete primeros años fueron normales para una pareja económica y socialmente establecida, con tres hijos. Pero las discusiones empezaron después de ese período, cuando su marido le reclamaba que dedicaba más tiempo a su trabajo que a su casa.
Mes a mes las discusiones entre la pareja se hacían más frecuentes, pero el amor entre los dos prevalecía, ya que tenían mucho en común. Sin embargo, todo estaba a punto de derrumbarse.
Un día Alicia fue ascendida a una posición laboral que requería más tiempo fuera de casa, y las peleas se hicieron más serias con insultos y graves ofensas.
Y lo que se veía venir sucedió. En uno de sus viajes, Alicia conoció a otro hombre que le brindó comprensión y afecto. Se involucraron sentimentalmente y muy pronto iniciaron una relación prohibida que duró varios años, sin que su esposo se percatara. Hace aproximadamente un año Alicia decidió terminar la relación con su cónyuge y unirse formalmente a su nueva pareja.
Según Alicia, la falta de comprensión y afecto destruyó su matrimonio. Dice que tomó la decisión ahora que sus hijos están grandes y, según ella, están preparados para esta ruptura.
Sin embargo, para la psicóloga Emiliani, el divorcio no soluciona los problemas. Explicó que la experiencia suele demostrar que la aniquilación del vínculo matrimonial sólo se da en teoría, pues querer hacer desaparecer una relación, por un trámite legal, no borra todas las expectativas de felicidad que llevaron a una pareja hasta el matrimonio.
Esto sin contar con que no se trata solamente de decir adiós a una persona para comenzar una relación con otra. En el medio generalmente hay una dura batalla legal para dividir los bienes y fijar pensiones alimenticias.
El divorcio de Alicia no se llevó a cabo en mutuo acuerdo, por lo que se pleiteó más de un año y medio por los bienes que poseían y debió pagar más de B/. 2,000 por lograr la separación.
Una cifra bastante elevada si se considera que los divorcios que se realizan por mutuo consentimiento o edicto tienen un valor monetario de B/.300.00. Esto rige para aquellos divorcios donde uno de los dos abandona el hogar y no se sabe su paradero, entonces se publica cuatro días seguidos un edicto en los periódicos para ver si la persona aparece.
De no ser así, se establecen 40 días en el Juzgado para proceder legalmente con la disolución del matrimonio en un plazo de dos meses.
Lo cierto, según Emiliani, es que el precio del fracaso matrimonial lo sufren los niños y adolescentes, ya que se multiplica el riesgo de que algunos menores manifiesten problemas de conducta o enfrenten dificultades en el rendimiento escolar.
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