El abuso a menores acecha en las sombras
Publicado 2003/10/05 23:00:00
- José Eduardo Sánchez S.
Las víctimas se encuentran entre los 10 y 14 años, aunque recientemente el problema ha alcanzado hasta a bebés de meses de nacidos.
Muchos niños y niñas siguen siendo abusados sexualmente. Más del 90% de los casos se registran en el ámbito familiar, siendo los mayores agresores los padres biológicos, seguidos de los padrastros, abuelos, primos y tíos, lo que plantea una situación muy triste para la sociedad.
De acuerdo con la doctora Maribel de Lobo, directora nacional de la Niñez del Ministerio de la Familia, además del daño físico, hay un daño emocional y psicológico a largo plazo que puede ser destructivo para los infantes.
Este tipo de agresión ocurre principalmente en la familia, pero también fuera de este ámbito, por ejemplo, a manos de un amigo, la persona que cuida a los niños, un vecino, un maestro o un desconocido.
Reportes de la Unidad de Análisis de Estadísticas Criminales de la Policía Técnica Judicial (PTJ), con base en información proporcionada por la División de Delitos Contra el Pudor y la Libertad Sexual, revelan que el mayor número de víctimas se encuentra entre las edades de 10 a los 14 años, pese a que en los últimos tiempos el problema ha alcanzado hasta bebés de meses de nacidos.
A la edad en que ocurre la mayoría de los casos, las niñas comienzan a adquirir características sexuales secundarias como el crecimiento de las mamas. Para el agresor esto es atractivo y abusa de un menor que aún no tiene un desarrollo psico-emocional para decir no.
La directora de la Niñez sostiene que la situación es más grave de lo que las cifras indican, pues más de un 50% de los casos no son registrados y se mantienen en silencio por diversas causas.
Algunos de los motivos por los que no se denuncian es el temor que muchas madres le tienen al cónyuge, no solamente por la agresión física de que puedan ser objeto, sino también la amenaza a los menores de edad de que si dicen algo van a matar a su mamá.
Otra causa es el vínculo emocional de las madres con su pareja, el que muchas veces sobrepasa el amor que pueda tenerle a sus hijos y esto se ve con mucha frecuencia, informó la especialista.
En ocasiones cuando se le pregunta a la madre por qué no hacía nada, responde que tenía miedo que su compañero la dejara.
El vínculo económico también pesa al momento de pensar en denunciar estas agresiones, pues muchas madres se quedan calladas porque piensan que si dicen algo, van a perder el sustento de la familia.
Igualmente el menor manifiesta que no dice lo que ocurre porque si su agresor se va de la casa, no habrá quién alimente a su familia.
Hay que tener mucho sentido común y estar atento a signos que puedan evidenciar que hay algún tipo de abuso sexual, advirtió la directora Nacional de la Niñez.
Existen señales físicas que se pueden detectar cuando un menor es víctima de abuso sexual. Las infecciones vaginales y secreciones no usuales deben alertar a llevar al menor al médico para que le examine y determine qué está pasando. Si se detectan escoriaciones o irritación en los genitales, puede ser otro indicativo.
Cuando una persona adulta quiere estar mucho tiempo con nuestros hijos, debemos pensar que algo está pasando, pues los mayores pueden quererlos, pero no con un amor extremo, advirtió Lobo.
Cuando se observa a un abuelo que insiste en cuidar al niño o niña y, sobre todo, quedarse a solas, es una señal de alerta.
También cuando el menor no quiere ir al baño o le da temor quitarse la ropa y se torna aprensivos a ir a un lugar especifico de la casa, podría ser un signo, pues los niños rechazan los espacios físicos donde fueron abusados, señaló la funcionaria.
El aspecto emocional es muy importante para determinar el abuso de los niños y niñas. Aunque en muchos casos no tienen conductas sexuales inadecuadas, se convierten en niños depresivos, tristes y apagados.
En las escuelas, señala la especialista, los docentes juegan un papel muy importante porque se pueden dar cuenta de una situación como ésta. Lastimosamente, expresa, se están alejando un poco de la realidad de sus estudiantes, pues deben estar atentos a que cuando un niño es buen estudiante y baja su rendimiento, algo está pasando.
"Tienen (los padres) la responsabilidad de investigar y no quedarse con los brazos cruzados como está ocurriendo", afirmó.
De acuerdo con la doctora Maribel de Lobo, directora nacional de la Niñez del Ministerio de la Familia, además del daño físico, hay un daño emocional y psicológico a largo plazo que puede ser destructivo para los infantes.
Este tipo de agresión ocurre principalmente en la familia, pero también fuera de este ámbito, por ejemplo, a manos de un amigo, la persona que cuida a los niños, un vecino, un maestro o un desconocido.
Reportes de la Unidad de Análisis de Estadísticas Criminales de la Policía Técnica Judicial (PTJ), con base en información proporcionada por la División de Delitos Contra el Pudor y la Libertad Sexual, revelan que el mayor número de víctimas se encuentra entre las edades de 10 a los 14 años, pese a que en los últimos tiempos el problema ha alcanzado hasta bebés de meses de nacidos.
A la edad en que ocurre la mayoría de los casos, las niñas comienzan a adquirir características sexuales secundarias como el crecimiento de las mamas. Para el agresor esto es atractivo y abusa de un menor que aún no tiene un desarrollo psico-emocional para decir no.
La directora de la Niñez sostiene que la situación es más grave de lo que las cifras indican, pues más de un 50% de los casos no son registrados y se mantienen en silencio por diversas causas.
Algunos de los motivos por los que no se denuncian es el temor que muchas madres le tienen al cónyuge, no solamente por la agresión física de que puedan ser objeto, sino también la amenaza a los menores de edad de que si dicen algo van a matar a su mamá.
Otra causa es el vínculo emocional de las madres con su pareja, el que muchas veces sobrepasa el amor que pueda tenerle a sus hijos y esto se ve con mucha frecuencia, informó la especialista.
En ocasiones cuando se le pregunta a la madre por qué no hacía nada, responde que tenía miedo que su compañero la dejara.
El vínculo económico también pesa al momento de pensar en denunciar estas agresiones, pues muchas madres se quedan calladas porque piensan que si dicen algo, van a perder el sustento de la familia.
Igualmente el menor manifiesta que no dice lo que ocurre porque si su agresor se va de la casa, no habrá quién alimente a su familia.
Hay que tener mucho sentido común y estar atento a signos que puedan evidenciar que hay algún tipo de abuso sexual, advirtió la directora Nacional de la Niñez.
Existen señales físicas que se pueden detectar cuando un menor es víctima de abuso sexual. Las infecciones vaginales y secreciones no usuales deben alertar a llevar al menor al médico para que le examine y determine qué está pasando. Si se detectan escoriaciones o irritación en los genitales, puede ser otro indicativo.
Cuando una persona adulta quiere estar mucho tiempo con nuestros hijos, debemos pensar que algo está pasando, pues los mayores pueden quererlos, pero no con un amor extremo, advirtió Lobo.
Cuando se observa a un abuelo que insiste en cuidar al niño o niña y, sobre todo, quedarse a solas, es una señal de alerta.
También cuando el menor no quiere ir al baño o le da temor quitarse la ropa y se torna aprensivos a ir a un lugar especifico de la casa, podría ser un signo, pues los niños rechazan los espacios físicos donde fueron abusados, señaló la funcionaria.
El aspecto emocional es muy importante para determinar el abuso de los niños y niñas. Aunque en muchos casos no tienen conductas sexuales inadecuadas, se convierten en niños depresivos, tristes y apagados.
En las escuelas, señala la especialista, los docentes juegan un papel muy importante porque se pueden dar cuenta de una situación como ésta. Lastimosamente, expresa, se están alejando un poco de la realidad de sus estudiantes, pues deben estar atentos a que cuando un niño es buen estudiante y baja su rendimiento, algo está pasando.
"Tienen (los padres) la responsabilidad de investigar y no quedarse con los brazos cruzados como está ocurriendo", afirmó.
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