Conjuntos folclóricos, una misión fuera de las tarimas
- Miriam Lasso
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El machismo y las falta de apoyo limitan la expansión de los conjuntos y privan a la juventud de convertirse en replicadores de tradiciones.
Un par de cutarras, un sombrero, una memoria que almacena un repertorio de músicas de todas las regiones del país, y el compromiso de formar una nueva generación de jóvenes que conozcan, valoren y repliquen los conocimientos de folclor.
Por 46 años, el profesor Raúl Graziani, presidente de la Asociación Nacional de Directores e Instructores de Folclor de Panamá (Anadifolkpa) ha visto crecer generaciones completas en conjuntos folclóricos formados en planteles educativos y en comunidades de Panamá Oeste y áreas en la provincia de Coclé.
Amenizan las ferias, aniversarios, eventos que incluyen quinceaños, bodas y festivales, los conforman niños desde los cuatro años hasta adultos mayores luciendo hermosos atuendos típicos, con salomas y haciendo gala de la diversidad cultural, costumbres y tradiciones de Panamá.
Sin importar la edad o la región, a ellos los une el amor por lo nuestro y las dificultades que enfrentan para conformar, sostener y garantizar la sobrevivencia de estos grupos.
Para el presidente de la Anadifolkpa los grandes enemigos del folclor en Panamá son: la falta de recurso, el poco apoyo de las autoridades locales y el machismo que aún prevalece en la sociedad panameña.
Para obtener lo recursos necesarios para la confección de los vestuarios y el transporte, los integrantes de cada grupo recurren a la autogestión, a través de ventas de rifas, tómbolas, comida y otras actividades en la que se involucran los integrantes del conjunto, padres de familias, instructores y los docentes coordinadores.
Esto, considerando que muchos de estos grupos se conforman en comunidades rurales, donde sus miembros no cuentan con los recursos económicos para costear los gastos que van desde la confección de los vestuarios, que son varios dependiendo de las regiones que quieran representar, toda la indumentaria, sus accesorios y el transporte.'
46
años dedicado a la enseñanza del folclor en diferentes comunidades en Panamá Oeste.20
años de servicio en escuelas donde ha formado jóvenes que hoy son grandes profesionales.
Aunque la pollera santeña no es la única en Panamá, los concursos la han encarecido, tanto en la confección como en el prendario, en el cual a veces se exagera restando el valor a las artesanas que confeccionaron el vestido, indica el director de Anadifolkpa.
Graziani cuestiona que por años hayan luchado por un Ministerio de Cultura, y finalmente creado, poco sea lo que hace por el folclor y estos grupos que son las principales ventanas de conservación y promoción de las tradiciones de las diferentes regiones del país.
Señala que son pocas las autoridades locales que muestran voluntad de aportar a los conjuntos típicos en sus comunidades.
Romper la cultura del machismo es otros de los retos a los que se enfrentan los directores e instructores, sobre todo al momento de captar jóvenes varones. Los padres también influyen en que niños y los jóvenes no participen en los conjuntos al considerar que estos grupos de bailes, danzas o proyecciones folclóricas, artísticas, no son parte de las actividades propias de los hijos varones, sostiene Graziani
A esto también añade la plasticidad que se cuela en los grupos. El problema de la plasticidad es que se inventan y van cambiando vestidos, la manera de bailar para hacerlo más vistoso, lo que obedece principalmente a la comercialización, indica Graziani.
"En folclor no hay nada que inventar", indicó el presidente de la Anadifolkpa, una asociación sin fines de lucro, que nació de la necesidad de conservar y defender las tradiciones con presencia en todas las regiones del país.
El amor por el folclor y la enseñanza nos lleva como docentes, directores e instructores a indagar más, investigar para hacer las cosas correctamente, indica Graziani oriundo del Higo de San Carlos, amante de las tradiciones desde niño, y que emprendió en la enseñanza del mismo, de mano del profesor, Benjamín González, cuando dictaban clases en el Instituto Tecnológico Victoriano Lorenzo de La Chorrera.
Educación
Luego de más de cuatro décadas, Graziani reconoce el aporte que tiene la enseñanza del folclor en la formación personal, profesional y en valores para un estudiante. Graziani ha dictado clases tanto prácticas como teórica en casi todas las escuelas en Panamá Oeste, en alguna de ellas por más de 20 años, como la C. E. B. Rafael Maduro G. y el Colegio Harmodio Arias Madrid en Chame.
Como docente también reconoce que la enseñanza tiene que adaptarse a las edades y enfocarse en el principal propósito que es desarrollar el conocimiento del origen y la razón de ser de cada baile, danza, vestuario, indumentarias.
"Cuando ingresamos en el Jardín de infancia se enseña con juegos, cantos y chiste para poder lograr el objetivo con niños más pequeños", detalló.
La disciplina es vital, y su función por los más de 40 años, ha estado enfocada en mantener la enseñanza en buenos valores, buenas relaciones humanas y el respeto de los alumnos al docente y viceversa.
Para Graziani, la mayor satisfacción de su carrera es la de contribuir en la conservación de los bailes, las tradiciones, formando año tras años, el relevo generacional.
"Tenemos jóvenes que se formamos en conjuntos típicos de escuelas oficiales y privadas que hoy tienen sus propios conjuntos folclóricos, que son directores o instructores", concluye Graziani.
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