[VIDEO] Entre rituales, santeros, brujas, y la quema de muñecos buscan lo mejor para 2018
Actualizado 2017/12/30 11:43:44
- Quito/EFE
Maribel García, una vendedora de monigotes en Quito, comenta que este año los más solicitados han sido los que aluden al expresidente Rafael Correa y del vicepresidente sin funciones, Jorge Glas.
Los ecuatorianos se aferran a sus tradiciones y rituales para despedir el 2017 y recibir con todas la vibras positivas al 2018.
Nadie se salva: políticos, deportistas, artistas, personajes de caricaturas y hasta familiares, todos representados en monigotes, alimentarán cientos de hogueras, que arderán a la medianoche de este 31 de diciembre en Ecuador donde la tradición manda recibir el año nuevo purificados y renovados.
Miles de monigotes confeccionados de cartón, otros más elaborados y encaramados en estructuras metálicas, así como unos menos agraciados rellenos de serrín o periódico, decoran desde hace varios días distintas aceras y parques en busca de compradores.
Lucen erguidos en aceras, esquinas o calles convertidas en improvisadas pasarelas. Este domingo la historia cambia. Algunos ocuparán el centro de pequeñas covachas construidas a las afueras de las casas, en torno a las cuales se reúnen ciudadanos para pasar juntos, en medio de bailes y música, las últimas horas del año.
Otros monigotes agotan 2017 amarrados en la parte delantera de los coches, unos más en los cajones de las camionetas y otros en brazos de sus dueños, pero su destino, por más bonitos que sean, es el mismo: la hoguera.
Conocidos en Ecuador como "años viejos", los monigotes lucen carteles con frases de todo tipo, la mayoría jocosas, o relativas a los políticos. A su alrededor bailan sus "viudas", generalmente hombres con minifaldas y pronunciados escotes que, con llanto fingido, piden "caridad" para el "viejito" y reciben dinero.
El muñeco puede simbolizar a un hecho, como la corrupción, a un político, a algún súper héroe o a cada persona, como la abogada María Elena Cárdenas que, como todos los años, se quemará un monigote que la representa.
"Me quemo yo misma porque me gusta quemar los momentos feos, malos, quizá alguna enfermedad que pasó y lo hago de esta manera con el objeto de que el siguiente año sea próspero, diferente, se corrijan las cosas negativas", dice a Efe.
Maribel García, una vendedora de monigotes en Quito, comenta que este año los más solicitados han sido los que aluden al expresidente Rafael Correa y del vicepresidente sin funciones, Jorge Glas.
Miguel Arcos, un joven ingeniero comercial está entre los que quemará al muñeco que representa a Glas, sentenciado, en primera instancia, a seis años de prisión en medio de la trama de corrupción de Odebrecht: "Creo que se merece que lo quememos para no recordar esa faceta del país", explicó.
Jenny Romero, que administra un hotel en Quito, comenta, que "quemaría" a los "corruptos (...) porque nos han perjudicado tanto, nos han hecho tanto daño como nación y han sido los gestores de que tengamos un desfase en la economía".
Y como nadie se salva, también hay monigotes que simbolizan al jefe de Estado, Lenín Moreno.
Precisamente, en la ciudad costera de Guayaquil, donde la tradición de los monigotes se ha convertido en arte, un "Moreno" de casi seis metros llama la atención de los paseantes que, gustosos, desembolsan un dólar a su dueño para fotografiarse con el muñeco.
Aunque se ha perdido con el tiempo, aún hay quienes poco antes de las doce campanadas que marcan el fin del año, leen el "testamento" que ha dejado el "año viejo", en el que a cada cual le toca lo suyo dependiendo de su carácter o de alguna situación acaecida en el año.
Además, la tradición manda a patear el monigote, castigarlo por los malos momentos, lanzar sobre él todo lo malo que ha ocurrido en el año para luego prenderlo en llamas a fin de que se pierda lo nocivo y llegue purificado el nuevo año.
No es raro ver a gente saltando sobre las llamas: unos por diversión y otros porque quieren simbolizar el paso al Nuevo Año, mientras a su alrededor abundan los abrazos y los deseos de prosperidad para los siguientes 365 días.
Pero no es todo: están las doce uvas, el brindis con champaña, las grandes cenas y oraciones que se suman a cábalas como el correr alrededor de la cuadra con una maleta y pasaporte en mano, para atraer los viajes en el nuevo año.
También hay quienes lanzan monedas al aire, para que así mismo llueva prosperidad en el estrenado año. Igualmente, se ve a personas saltando sobre billetes y otros apretando granos de lenteja en sus manos, con el mismo objetivo.
Unos más, cambian su ropa interior por amarilla o roja para "llamar" a la prosperidad o al amor, según la necesidad, y otros, sin cábalas, sin monigote y sin mucho ruido, reciben al nuevo año en la intimidad del hogar, con la certeza de que más que con suerte, la prosperidad se forja con el trabajo.
Brujas y santeros aumentan sus servicios por rituales de año nuevo en México
"Que venga el amor, la paz, la prosperidad y la abundancia, que se vaya la angustia, la desesperación, el miedo y la miseria", clama Manuel Valadés mientras rocía un puño de semillas y ahúma con un cigarro una veladora que utiliza en uno de sus rituales para recibir el Año Nuevo.
Manuel es uno de los santeros que ofrece sus servicios en el Mercado de Sonora de la Ciudad de México, donde en 44 locales se venden "como pan caliente" todo tipo de artículos y objetos esotéricos y místicos que los creyentes buscan para "conseguir" amor, dinero, trabajo y abundancia en el año que está por llegar.
"A principios de diciembre las personas comienzan a pedirnos un buen ritual", explica Manuel, quien asegura que de 10 clientes que lo visitan ocho buscan resolver sus problemas económicos, y el resto cuestiones de salud y sentimentales.
En el pasillo número ocho del mercado se sucede la "magia". Ahí trabaja Luz Aura Menchis, mejor conocida como la bruja Aura, leyendo las cartas del tarot egipcio a quienes buscan conocer su suerte en el 2018.
"Hay gente que viene arrastrando problemas desde este año y quieren saber si todas sus situaciones legales se van a componer", comenta la bruja nacida en la región de Catamaco, en Veracruz, un estado conocido por sus creencias sobre brujería y hechicería.
En su pequeño local de dos pisos, la bruja Aura muestra uno de los rituales que recomienda a sus clientes para limpiar su casa. Para ello levanta una copa de barro negra, con polvo de mirra, incienso y copal encendido, y con el humo que desprende la mezcla invita a los dioses de su altar a visitar su negocio.
"Dios todopoderoso, yo vengo limpiando mi negocio de toda oscuridad y de toda brujería", relata la bruja quien comparte el local 199 con Amelia Salazar Vázquez, conocida como la bruja Emily, quien lleva 60 años quitando angustias, tristezas, depresiones y problemas de salud a sus clientes.
En el Mercado de Sonora, los creyentes compran con pesos mexicanos dólares estadounidenses de plástico y papel que adornan paquetes que contienen una mazorca de elote seca pintada de color dorado y plateado.
El paquete es colgado como amuleto en la cocina de la casa para mantener "el vestido, el dinero, el trabajo y el sustento".
También se venden por 70 pesos mexicanos ($3.55) las llamadas canastas de la abundancia, que contienen doce veladoras de distintos colores decoradas con diferentes semillas.
Los devotos prenden todas las veladoras en un ritual de año nuevo, y después las apagan para encenderlas de nuevo, una por una, el primer día de cada mes.
"La función principal es sacar este 2017 con luz y recibir el 2018 con luz", comenta el santero Manuel respecto a la canasta de la abundancia.
La bruja Aura agrega que las veladoras son importantes en los rituales de año nuevo por que "iluminan" el camino de los creyentes.
Otro de los rituales que los santeros y brujas recomiendan a sus clientes se realiza con una veladora dorada, en la que las personas escriben, con la ayuda de una aguja, todos sus deseos y la decoran con doce monedas doradas para después encenderla en el último día del año.
"Vienen siempre por rituales; por eso es muy importante que cualquiera que saque de internet una receta confirme su autenticidad", señala Alfonso Espejel un santero, que asegura que incluso en el Mercado de Sonora la gente puede recibir "gato por liebre".
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