Revelan padecimientos y fobias de Adolfo Hitler
Disfunción eréctil, sangrado de las encías, son algunos de los padecimientos que sufrió quien desencadenó el conflicto armado más sangriento de la historia de la humanidad.
- Buenos Aires
- - Publicado: 09/2/2010 - 09:11 pm
Adolf Hitler padecía halitosis, parodontosis, tenía miedo al dentista y se alimentaba mal.
Esas son algunas de las conclusiones a las que ha llegado la odontóloga Menevse Deprem-Hennen en su doctorado titulado "El dentista del diablo" tras analizar unas actas del especialista personal de Hitler, el general de las SS Johannes Blaschke.
En declaraciones que publica el dominical "Bild am Sonntag", la facultativa saca una serie de conclusiones del análisis de estos informes, actas que durante años se creyeron perdidas.
"Es muy probable que Hitler padeciera una fuerte halitosis", dice Deprem-Hennen y añade que el dictador nazi "se alimentaba muy mal y sufría parodontosis".
"Es probable también que, como muchas personas, Hitler tuviera miedo al dentista", dice la odontóloga, quien saca esta conclusión del hecho de que, en lugar de hacer un tratamiento de raíz en una o dos sesiones, Hitler hacía llamar al dentista hasta ocho veces.
En 1944, Blaschke le extrajo una muela de la mandíbula superior a causa de una infección, según revelan las actas odontológicas del "Führer".
Además de sus padecimientos, unos informes médicos revelan que para lograr un efecto similar al de la Viagra, Adolfo se inyectaba semen de toro y testosterona.
No se sabe si fue por el estrés que produce "conquistar" el mundo, o tal vez por el temor a no ser capaz de satisfacer la fogosidad de una joven amante que contaba veinte años menos que él. Pero el caso es que se inyectaba testosterona y un explosivo cóctel de semen y glándulas de la próstata de toros jóvenes que le ayudaban a seguir el ritmo sexual de Eva Braun.
Un estudio realizado por el historiador Henrik Eberle y el profesor emérito de Medicina, Hans Joachim Neumann, revelan que el líder nazi era tan obsesivo con su salud que rozaba lo hipocondríaco. Confiaba tanto en la medicina tradicional como en los ritos esotéricos y llegó a tomar hasta 28 remedios al día para tratar las múltiples afecciones que padecía, entre las que se encontraban, además de la disfunción eréctil, dolores de cabeza, problemas de tensión alta y pólipos en la garganta.
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