Fármacos antimaláricos contra el coronavirus
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La actual pandemia de COVID-19 y la ausencia de medicamentos específicos para combatir esta enfermedad ha obligado a recurrir a los que se utilizan para tratar otras patologías.

Un uso más secundario sería el del tratamiento en adultos de lupus eritematoso sistémico y lupus eritematoso discoide crónico, aunque estos casos suelen ser más propios de tratamientos hospitalarios”, apunta el farmacéutico.
La malaria o paludismo es una enfermedad que causa más de 400.000 muertes al año, según datos de la Organización Mundial de la Salud. Provoca fiebre, escalofríos, dolores de cabeza, musculares y cansancio. En algunos casos también hay náuseas, vómitos y diarrea.
“El paludismo puede ocasionar anemia e ictericia (coloración amarilla de la piel y los ojos) por la pérdida de glóbulos rojos. Si no se trata de inmediato, la infección puede agravarse y causar insuficiencia renal, convulsiones, confusión mental e, incluso, la muerte”, señalan los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC).
Esta enfermedad está causada por parásitos del género Plasmodium que se transmiten al ser humano mediante la picadura de mosquitos hembra infectados del género Anopheles. Cuando el mosquito pica a una persona, “el parásito pasa al torrente sanguíneo.
Está allí unos minutos y luego va al hígado, donde estará unos cuantos días. Tras aproximadamente dos semanas, en las que la persona no muestra síntomas, el parásito vuelva a salir al torrente sanguíneo e invade los eritrocitos (glóbulos rojos) para replicarse.
Cada vez que se da un ciclo de multiplicación y los eritrocitos afectados se rompen es cuando aparece la sintomatología”, detalla Quique Bassat, investigador de ISGlobal, centro impulsado por la Fundación La Caixa.
La cloroquina y la hidroxicloroquina son fármacos que se utilizan desde hace años para prevenir y tratar la malaria. Quique Bassat explica que todavía no se conoce por completo su mecanismo de acción pero parece que estos medicamentos inhiben la habilidad del parásito de manipular una molécula de la hemoglobina de modo que se acumulan niveles anormalmente altos de esta molécula, lo que resulta tóxico para el parásito.
“En la práctica, las diferencias entre la cloroquina y la hidroxicloroquina no son destacables. Sus indicaciones son similares, si bien es cierto que el uso de la hidroxicloroquina está más extendido en el día a día. De hecho, casi la totalidad de tratamientos en la farmacia son a base de hidroxiclolorquina”, señala Carlos Gallego Rodríguez desde la Farmacia Gallego de Cáceres (oeste de España).'
Pero la automedicación también podría acarrear un problema de salud pública, “ya que el uso descontrolado de estos fármacos podría producir desabastecimiento, lo que impediría la correcta realización de todos los estudios y ensayos que se están llevando a cabo para el tratamiento del coronavirus”, recalca.
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Además de ser un medicamento antimalárico, la hidroxicloroquina se utiliza para tratar otras enfermedades. “En farmacia comunitaria, el principal uso de la hidroxicloroquina es el tratamiento en adultos de artritis reumatoide aguda o crónica, gracias a su acción antiinflamatoria. Normalmente va asociado a otros medicamentos.
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Un uso más secundario sería el del tratamiento en adultos de lupus eritematoso sistémico y lupus eritematoso discoide crónico, aunque estos casos suelen ser más propios de tratamientos hospitalarios”, apunta el farmacéutico.
Ante la ausencia de medicamentos específicos para tratar a los pacientes infectados por el coronavirus SARS-CoV-2, también se ha recurrido a la cloroquina y a la hidroxicloroquina.
“Existe una cierta evidencia, sobre todo in vitro, de que estos fármacos pueden tener cierta actividad antiviral. Por lo tanto, cuando se estuvo planteando qué tratamientos se podrían dar para este nuevo virus, se pensó en ellos pues son baratos y accesibles”, aclara Quique Bassat.
En la actualidad se están llevando a cabo numerosos ensayos clínicos en diferentes países en los que se está evaluando la eficacia y la seguridad de estos medicamentos, fundamentalmente hidroxicloroquina, para prevenir y tratar la COVID-19.
Quique Bassat aclara que se están estudiando varias líneas de actuación. Así, por un lado, se investiga si este medicamento podría servir como tratamiento preventivo para personas todavía no infectadas.
¿Qué es el Remdesivir, el fármaco que podría convertirse en el primer tratamiento aprobado contra el Covid-19? https://t.co/ePijRqG5nE vía @20m— CIENTÍFICOS, NECESITAMOS FÁRMACOS PARA EL TOC. (@Juan_Psiquiatra) April 20, 2020
También se está estudiando como tratamiento para evitar que quienes ya se han infectado desarrollen síntomas clínicos. El último grupo de personas a las que iría dirigido el fármaco son aquellas que ya presentan síntomas de la infección, con el objetivo de que no se conviertan en síntomas graves, es decir, para tratar de evitar que la enfermedad llegue a ser potencialmente mortal. No obstante, “es muy importante resaltar que todavía no se ha demostrado la eficacia ni, sobre todo, la seguridad en ninguno de estos tres escenarios”, destaca.
En muchos ensayos clínicos se está administrando cloroquina o hidroxicloroquina junto a otros medicamentos para intentar doblegar la infección por SARS-CoV-2. “Se ha administrado cloroquina junto a antirretrovirales como algunos de los que se utilizan en el VIH y también con otros antimicrobianos como la azitromicina (un antibiótico). Además, se está planteando el uso de la cloroquina con o sin la administración de ivermectina”, describe.
Sin embargo, Bassat subraya que existen “muy pocos datos fiables y robustos que digan que la cloroquina o la hidroxicloroquina tienen una eficacia importante”. El investigador señala que hay dos estudios, “con un tamaño de muestra muy pequeño, que no es suficiente para demostrar lo que querían demostrar, esto es, que la cloroquina podría haber tenido un efecto a la hora de frenar la replicación del virus o de acortar el tiempo de eliminación del virus.
Pero los datos generados hasta ahora no son lo suficientemente claros como para recomendar la administración de cloroquina o hidroxicloroquina para el tratamiento de COVID-19”, manifiesta.
“Debemos ser prudentes, pues está empezando a generarse cierta evidencia de que la cloroquina podría tener efectos secundarios importantes, que ya conocemos quienes la hemos usado en la malaria. A la hora de tratar a pacientes tan frágiles como los que tienen COVID-19 grave hay que tener mucho cuidado, ya que la administración de cloroquina, junto con otros fármacos, podría ser más peligrosa que beneficiosa”, apunta.
En cuanto a la población general, es importante recordar que automedicarse con cloroquina o con hidroxicloroquina para intentar prevenir la COVID-19 es una grave imprudencia. En cualquier caso, adquirir estos fármacos no es sencillo. Por ejemplo, en España, “las recetas deben tener unas condiciones muy precisas. Además, las cajas tienen unos códigos que permiten saber de manera individual dónde se encuentra cada caja de estos medicamentos dispensados”, aclara Carlos Gallego.
Este farmacéutico comunitario afirma que si, a pesar de todo, se produjese la automedicación, nos encontraríamos con dos problemas. El primero sería para la salud de la propia persona que toma el fármaco sin control ya que “es un medicamento que si no se emplea en sus indicaciones recogidas, en sus dosis adecuadas y con seguimiento médico, puede ocasionar efectos adversos muy graves como irritabilidad, nerviosismo, psicosis, convulsiones, problemas oculares, reacciones graves de hipersensibilidad cutánea, alopecia, náuseas e, incluso, puede llegar a provocar la muerte en algún caso”, advierte.
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