Brasil, una potencia emergente que se abre espacio en la región
- Cartagena
Brasil, convertido en la sexta economía mundial y en campaña permanente por un sitio entre los grandes “actores globales”, llega a la VI Cumbre de las Américas reconocido como potencia regional y dispuesto a ocupar los espacios que deje libres Estados Unidos.
De los países latinoamericanos que asisten a la cita de Cartagena, Brasil es el más activo en el escenario mundial y para muchos analistas alcanzó ya un rol de “líder regional”, apoyado más en su actual poderío económico que en su peso político real, que está en plena construcción.
Las bases de ese protagonismo, que incluyeron un acercamiento a una Hispanoamérica en la que antes Brasil poco se interesaba, fueron sentadas por el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, antecesor y mentor de la actual jefa de Estado, Dilma Rousseff, quien las ha mantenido intocables.
Si bien hay un contacto político más estrecho entre Brasil y la América Latina que habla español y el Caribe anglófono, la punta de lanza de esa penetración del gigante suramericano en la región es el “poderoso caballero don Dinero”.
Desde hace más de ocho años, el Gobierno brasileño mantiene un fuerte proceso de fortalecimiento del Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES), una sólida institución que actualmente tiene una cartera de créditos volcada hacia América Latina de unos $20 mil millones de dólares.
Aunque los estatutos de ese banco de fomento estatal impiden la financiación directa a otros países, Brasil ha puesto al BNDES al servicio de América Latina a través de sus empresas, sobre todo del área de la construcción.
El gasto militar en toda Suramérica, según fuentes del sector de defensa, alcanzó un techo de unos $50 mil millones en 2008, cuando aún así representó menos del 4% del monto gastado en armas en el mundo.
Sin embargo, Brasil tiene la convicción de que la integración de ese pequeño mercado latinoamericano, más la adquisición de nuevas tecnologías y una modernización de los métodos de producción, pueden abrir nuevos horizontes de negocios, sobre todo en África.
Analistas del sector de defensa sostienen que esa estrategia está muy clara en unos acuerdos que Brasil firmó con Francia en 2009 para la adquisición de cinco submarinos y cincuenta helicópteros.
Esos acuerdos implican transferencia de tecnología y además darán lugar a una sociedad para la fabricación de esos equipamientos, que tendrá reservados los mercados de América Latina y África una vez que se haya cumplido con los primeros encargos de Brasil.
Al menos en el caso de América Latina, ningún analista duda de que, así como ocurre en lo político con la Unasur y la CELAC, o en lo económico con el BNDES, en un futuro Brasil se propone disputarle a Estados Unidos hasta el estratégico mercado militar regional.
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