Renacimiento del Teatro Amador
Actualizado 2014/05/15 10:30:33
- Vircy Duarte/Revista Mujer
La mayoría de los recuerdos que se tienen de este sitio son por las travesuras que hacían algunos niños y adolescentes, las películas que se proyectaban y hasta por las ratas y cucarachas que acompañaban al público, apiñado en sus pequeñas sillas, a disfrutar de las diferentes series como las del mexicano Capulina o las sagas marciales del villano Fu Manchú.
El Teatro Amador, ubicado en la Avenida Central después de la Lotería, en Casco Antiguo, es recordado como el “cine de barrio” favorito de grandes y chicos. Lo mejor —para quienes lo vivieron hace décadas— era el costo mínimo: 35 centavos para adultos; y 15 centavos, los niños.
Fue uno de los primeros cines en Panamá. Se construyó a eso de 1908 en terrenos propiedad de la Compañía del Ferrocarril de Panamá, y fue inaugurado formalmente en agosto de 1912. Este teatro fue propiedad de la familia Linares, que residía en el piso alto del edificio, mientras que el cine estaba ubicado en la planta baja. Según algunos de los datos históricos sobre el lugar, el Dr. Arnulfo Arias Madrid vivió en el primer piso.
Al ver la aceptación que tenía este lugar de esparcimiento, muchos empresarios fueron abriendo otros teatros y cines; aunque eran buena competencia, no lograron superar las expectativas del Teatro Amador. El público siempre le fue y sigue siendo fiel.
Muchos de estos teatros de antaño perdieron sus encantos, situación que obligó a sus dueños a cerrarlos del todo como fue el caso del Teatro Amador, que dejó de funcionar cerca de 2001. Hay quienes aseguran que muchas personas, en los últimos años de función, veían las películas con las piernas apoyadas en las sillas, así evitaban que las ratas y cucarachas pasaran por encima de sus pies.
Pero lo que nadie imaginó es que algún día, después de tanto tiempo de permanecer cerrado y en total abandono, el lugar fuese a recuperar su magia y alegría...
La joya recobra valor
Después de pasar por muchas manos, algunas de estas realizaron diversas intervenciones arquitectónicas al edificio original, el Teatro Amador dejó de funcionar, y quedó totalmente en deterioro. Cuando los nuevos propietarios y los arquitectos de la oficina Fémur Arquitectura (www.femurstudio.com) logran entrar, descubren el gran desgaste en que se encontraba, pero les sorprendió que aún mantenía sus elegantes elementos decorativos de hacía años.
Los arquitectos Ramón Zafrani y Gilberto Guardia se encargaron del proyecto de recuperación del edificio para transformarlo en un espacio cultural multifuncional. La principal propuesta era recuperar en lo posible cada espacio de este lugar, eso sí, conservando las huellas del pasado como un modo de contrastarlo con ciertos toques modernos.
Según ha mencionado en diversas ocasiones, Zafrani, de este proyecto, la zona más interesante o difícil de mejorar era el vestíbulo –espacio abierto ubicado justo antes de la boletería y puertas de ingreso–, ya que se encontraron con la problemática de tener que reconstruir los paneles que lo revestían. Pero les resultaba muy difícil reproducirlos debido a que estaban hechos con materiales y un tipo de trabajo artesanal que ya no se usa, y cualquier intento de copiarlo resultaría imposible y hasta cómico.
Gran trabajo de reconstrucción
Aunque el interior del Teatro Amador aún conserva ese “sabor” añejo que lo hacía especial, en la actualidad cuenta con un diseño contemporáneo y bastante funcional.
Y es que el objetivo era crear un espacio cultural multiuso acorde con las actividades diseñadas para el lugar. Muestra de ello es que la planta que en aquellos años fue el área residencial se convirtió en las oficinas administrativas.
Pero para mantener esos detalles significativos, dejaron sus paredes toscas y descascarilladas, como un recuerdo de longevidad a través de los años. La iluminación también juega un papel importante en la remodelación, ya que cuenta con una variedad de bombillos Edison, bastante parecidos a las lámparas incandescentes de antaño.
Restos de diablos rojos, un teléfono de discado, botellas antiguas y mosaicos blancos en sus baños son parte de los elementos que se mantienen en el teatro.
Los arquitectos también recrearon las molduras y los colores originales del vestíbulo, además de reconstruir su antigua taquilla de madera.
El Teatro Amador tiene, actualmente, una capacidad máxima de 400 personas. En total fueron 12 meses de muchísimo trabajo.
El lugar de moda
No cabe dudas, las capas de pintura que revisten las paredes del Teatro Amador tienen mucho que contar sobre esta estructura. Y es precisamente lo que sus visitantes buscan conocer o descubrir, desde que este reabrió sus puertas, el año pasado.
En horas del día pareciera un teatro más, tranquilo, serio y cargado de mucho misterio; sin embargo, al caer la noche la iluminación que proyecta es tan difícil de ignorar que los lugareños y visitantes del Casco Antiguo no pueden resistirse a las nuevas propuestas de diversión de este teatro.
Y es que, a pesar de la indiferencia a la que fue sujeta durante muchos años, el Teatro Amador hoy día se considera como uno de los “sitios de moda” que lideran la escena nocturna de la ciudad.
Desde su gran reapertura, en el edificio se han presentado espectáculos muy variados y para todos los gustos. Desde los DJ más populares hasta conciertos de
artistas famosos y eventos benéficos, y lo más especial es que, pese a los años, aún se puede apreciar un poco de su pasado. Así, desde hoy 15 se inician las celebraciones en conmemoración a su primer aniversario.
Este artículo se publicó en la edición de hoy de Mujer, la revista que consigue gratis con Panamá América.
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