Panamá
¡Testimonio desgarrador! 'Tenía la boleta de protección en mis manos cuando me disparó tres veces a quemarropa'
La noche del 9 de noviembre de 2018 Anyelin Mayling Batista fue baleada por su expareja. Hoy esta joven abogada revive esas dolorosas heridas que la pusieron al borde de la muerte y la postraron a una silla de ruedas.
- Elisinio González G.
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- - Actualizado: 18/3/2022 - 08:03 am
Anyelin Mayling Batista había recibido una llamada telefónica de su expareja, avisándole que le daría una sorpresa, algo que nunca olvidaría en su vida. En ese momento lo que nunca pensó Anyelin era que, al día siguiente de la llamada, la sorpresa era que terminaría con tres balas en su cuerpo.
Este trágico episodio de violencia, que ocurrió la noche del 9 de noviembre de 2018, cambió de forma radical la vida de Anyelin, una joven que amaba enseñarle a los más pequeños. Una mujer que se describe como muy activa y trabajadora, que por muchos años fue maestra de preescolar en el Centro de Atención Integral a la Primera Infancia en Montería, Pedregal, en la ciudad de Panamá.
"Yo venía llegando de la universidad el día que mi expareja me acechó y me disparó. Eran como las 10 de la noche, un día normal, no tan tranquilo, porque ya nosotros estábamos separados y él estaba acosándome. Se presentaba a mi trabajo. Yo tranquila no estaba, pero nunca pensé que mi expareja iba a llegar a tanto", explicó.
"Cuando llegué a la entrada de la casa de mi madre, fue cuando él me interceptó, corrió y me disparó tres veces a quemarropa", agregó.
Al recordar este ataque criminal en su contra, Anyelin hizo mención de sus compañeros de la Universidad de Panamá, donde cursaba en ese momento el tercer año de la carrera en Derecho y Ciencias Políticas. Esta era la segunda carrera que estudiaba, porque también es educadora.
"Todos mis compañeros de la universidad tenían conocimiento de lo que yo vivía, de los episodios de violencia que yo sufría en mi casa. Por eso se turnaban a veces para traerme. Ese día del ataque yo no venía sola. Gracias a Dios me habían traído a mi casa. Cuando yo me bajaba del vehículo siempre hacía una seña con la mano cuando llegaba a la puerta de mi casa, para que supieran que yo estaba bien, pero ese día no llegué a la puerta de mi hogar, porque mi expareja me salió de repente", relató.
"Afortunadamente la persona que me llevó a mi casa todavía estaba allí, no se había ido y yo logré correr hacia el vehículo, entré, pero cuestión de los nervios no se pudo arrancar el carro y es allí donde mi expareja metió la mano y me propinó dos impactos de bala en la espalda, que fueron los que pusieron en peligro mi vida, porque me lesionaron el tórax, el hígado, el pulmón y la costilla. Yo llegué agonizando al hospital. Gracias a Dios esto ocurrió cerca del hospital de la 24 de Diciembre", continuó.
Precisamente el vivir cerca del hospital Irma De Lourdes Tzanetatos, en la 24 de Diciembre, es la razón por la que Anyelin considera que hoy está viva para contarlo, pero desde una silla de ruedas.
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"Los doctores pudieron entubarme, porque me estaba ahogando con mi propia sangre. La dicha de tener el hospital cerca de los hechos fue una parte crucial de que yo pudiera salvarme, porque las heridas que me causó mi expareja fueron muy graves, a parte de la lesión que tengo en la médula espinar", enfatizó.
El detonante
Para Anyelin los problemas en su casa comenzaron cuando empezó a estudiar su segunda carrera en la Universidad de Panamá.
Tampoco pasó por alto los celos enfermizos de su expareja, que no le gustaba ni siquiera que saliera del hogar.
"Él no estaba de acuerdo que yo estudiara. Era un hombre que no me permitía salir de la casa. No le gustaba que yo saliera, no le gustaba que ni siquiera me maquillara, ni que me arreglara. Era demasiado celoso, esto para mí fue el detonante, ya que a raíz de que lo había abandonado, que me había ido de la casa, él no lo superó y por eso fue que él tomó la mala decisión de acabar con mi vida", precisó.
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"La no aceptación de que la relación se había terminado, porque yo había tomado la decisión de separarme, él no lo aceptaba, no lo superaba, y esto fue la raíz de todas las discusiones y de todos los problemas que nosotros teníamos. Los episodios de violencia eran porque ya yo no quería estar en esa relación, porque ya tenía mucho tiempo de estar siendo víctima de violencia doméstica", detalló.
Las denuncias
Antes de tomar la decisión de irse de la casa, Anyelin contó que había tenido una última discusión con su expareja, en la que terminó con una lesión en el cuello.
"Allí fue donde decidí irme de la casa, pero fui y puse una denuncia en la Fiscalía y tenía una boleta de protección. En el momento que me disparó yo tenía mi boleta de protección en mis manos. Me la había dado el juez de la casa de paz de Pacora. Aun teniendo una boleta de protección, mi expareja me logró agredir. Yo había intentado hacer efectiva esta boleta de protección tres días antes, pero no se logró. La Policía Nacional, en ese momento, no me brindó el apoyo y al final estas fueron las consecuencias", destacó.
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Un año prófugo y sin juicio
Anyelin no pudo evitar sentir miedo y temer por su vida luego de la agresión, debido a que su expareja tuvo un año completo prófugo.
"Yo siempre lo digo, lastimosamente en mi proceso el sistema de justicia me falló mucho. Yo tuve un año sin medida de protección y mi agresor estaba prófugo, libre. Y prácticamente me tocó a mí buscarlo, dar con su paradero y entregárselo a la Fiscalía, porque yo siempre les decía que estaba en tal lugar y me decían: 'no, no, no lo encontramos'. Sentí miedo y he sopesado lo de temer por mi vida, porque relativamente somos vecinos. Mi madre vive aquí y él vive a una calle", acotó.
"Me imagino que cuando salga de la cárcel, él va a vivir con su mamá, porque es el único familiar que tiene acá en Panamá. Es preocupante y sí me hace pensar mucho", analizó.
Fue en ese instante en que volvió a referirse al sistema de justicia de Panamá, reiterando que le ha fallado durante todo el proceso.
"Aún sigo peleando con el sistema de justica, porque mi caso fue en el 2018 y mi juicio está para el 2023. Todavía tengo ese sentimiento de que no se me ha hecho justicia", reveló la letrada, para luego confirmar que el juicio fue programado para el 6 de febrero de 2023.
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¡Justicia!
Anyelin aseguró que, al principio, cuando su expareja se mantenía prófugo, recibió varias amenazas de muerte.
"Su postura era que iba a salir a matarme. Me decía: 'voy a rematarte'. De un tiempo para acá, que se contactó conmigo, fue diferente. Me pedía perdón, que no quería estar en la cárcel. Me ha pedido perdón en varias ocasiones", mencionó.
Pero Anyelin, a pesar de haber escuchado más de una vez la palabra perdón por parte de su expareja, solo desea que se le haga justicia.
"El proceso sigue, sigue hasta su final, hasta que se haga justicia, porque lo que él hizo, como víctima, uno necesita que se haga justicia. Sé que eso no me va a devolver la movilidad de mis piernas, sé que eso no me va a devolver todo lo que me quitó, pero por lo menos sabemos que se hizo justicia", afirmó.
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'Lo perdoné'
Anyelin tiene una bala incrustada en una de sus vértebras, que no pudo ser extraída porque ponía en peligro su vida. Además, la lesión que sufrió en su columna es la que la mantiene en una silla de ruedas, porque no puede caminar.
"Yo creo que eso fue lo más impactante de todo, estás viva, sí, pero no puedes caminar", dijo con tono firme.
Minutos después habló del rencor, ese que ya no guarda en su corazón.
"Lo perdoné, pero para tener paz conmigo misma. Al principio era un rencor que se me salía por todos los poros y no era como muy sano. Pero después de mucha terapia, de muchas personas que influyeron en ese perdón, decidí hacerlo y me siento mucho mejor conmigo misma", contó.
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La recuperación
La mayor inspiración de Anyelin para levantarse y seguir adelante fueron su hijo y su familia.
"Yo tomé todo lo positivo de todo lo malo que me he estaba pasando y dije, 'esto es lo que hay y con esto vamos a seguir'. Yo tengo un hijo que ha sido mi inspiración, que ha sido mi razón de vivir, al igual que mi familia. Seguí estudiando, no permití que no mover mis piernas fuera una barrera, seguí trabajando", destacó.
"Ahora soy miembro activo de la Fundación Vida Mujer, a la cual llegué y represento en pro y beneficio de los derechos humanos en mujeres, niñas y adolescentes que son víctimas de violencia. Ese es el propósito y la misión que tengo ahora como mujer, como sobreviviente de una tentativa de femicidio. Y por lo que viví, ahora la misión es ayudar a otras mujeres y ese ha sido uno de mis mayores logros", añadió.
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Medalla 8 de Marzo
El trabajo que ha venido realizando Anyelin dentro de la Fundación Vida Mujer, donde dicta charlas de motivación a partir de su experiencia, fue premiado este 2022 por el Instituto Nacional de la Mujer (Inamu).
Anyelin recibió en la conmemoración al Día Internacional de la Mujer, la Condecoración Nacional Medalla 8 de Marzo, en mérito a su Ejemplo de Superación ante la Discapacidad.
Además de Anyelin, también fueron condecoradas por parte del Inamu otras 15 mujeres que han contribuido al desarrollo y crecimiento de la República de Panamá, enfocadas en los derechos humanos de las mujeres y equidad de género, abriendo espacios para la participación política, social, económica y cultural.
"Cuando recibí la noticia de que iba a ser premiada estaba súper contenta. Es un total orgullo haber recibido este premio y agradecida al Instituto Nacional de la Mujer por todo el trabajo incansable que viene realizando", reconoció.
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Preguntas claves
Para Anyelin la educación y la prevención son clave para evitar que las mujeres sean víctimas de violencia doméstica.
Al paso aclaró que no es solo educar a la mujer, "tenemos que ver la parte del victimario".
"¿Qué estamos haciendo con estos victimarios? ¿Qué pasa cuando estas personas salgan de las cárceles? ¿Seguirán haciendo lo mismo? ¿Habrá otras víctimas? Es clave que comencemos a trabajar en base a estas preguntas", sugirió.
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La diferencia entre vivir o morir
Por último, no quiso pasar por alto enviarle un mensaje a las mujeres que hoy son víctimas de violencia doméstica.
"Esto no es fácil, porque yo misma lo viví, pero hay que tener fuerza de voluntad para decir basta, hasta aquí y denunciar, no quedarnos callada, porque eso marca la diferencia entre vivir o morir, como me sucedió a mí. Hay que buscar ayuda, asesoramiento y denunciar", concluyó.
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