Milenarios entierros de perros siguen apareciendo en Lima
En los último meses han desenterrado diez canes, dos cuyes, un humano y parte de un camélido, que se suman a los restos de 134 personas y 138 perros exhumados entre 2012 y 2013.
- Perú/ EFE
- - Actualizado: 11/10/2016 - 01:20 pm
Milenarios entierros de perros, entre otros animales, continúan apareciendo en el zoológico municipal de Lima, construido sobre una importante ciudad prehispánica, donde las excavaciones revelan la importancia que los animales ya tenían en ese sitio mil años antes, en el antiguo Perú.
Bajo cúmulos de cascotes y cantos rodados, los arqueólogos del zoológico limeño Parque de las Leyendas, el mayor de la capital peruana, desenterraron en los últimos meses diez canes, dos cuyes, un humano y parte de un camélido, que se suman a los restos de 134 personas y 138 perros exhumados entre 2012 y 2013.
Los recientes hallazgos se realizaron en la huaca El Rosal, uno de los 54 monumentos arqueológicos que tiene el recinto, donde también se encontró uno de los hornos más antiguos hallados hasta ahora en Lima, indicó a Efe la jefa de la división de arqueología del Parque de las Leyendas, Lucénida Carrión.
La especialista comentó que los animales exhumados por los arqueólogos Karina Venegas y Rubén Sánchez fueron enterrados entre los años 1000 y 1470, y corresponden a la cultura Ychma, quienes construyeron en la zona una ciudad de adobe a base de tapial.
Los canes sepultados serían una ofrenda para acompañar a las personas fallecidas en su camino por la muerte, y la mayoría fueron sacrificados en una horca, precisó Carrión.
"En algunos casos encontramos que los perros han sido dispuestos en una posición de descanso, y se nota que fueron asfixiados con las sogas que llevan atadas a las patas y al cuello, mientras que solo uno de ellos presenta un corte en el cuello", añadió.
Los investigadores clasificaron los animales hallados en tres tipos según su tamaño: del más pequeño, que pesaría 7 kilos y tendría una altura de 32 centímetros, a otros medianos de unos 12 kilos y 42 centímetros de altura; hasta los más grandes, de 20 kilos y medio metro de altura.
Carrión precisó que los arqueólogos recuperaron los esqueletos íntegros 48 personas y de 63 perros, ya que de los otros 86 humanos y 75 canes solo se encontraron los cráneos.
La experta defendió que las muertes de las personas se produjeron en un contexto de conflicto y violencia porque la mayoría corresponden a individuos de entre 20 y 40 años y presentan golpes en el cráneo y las costillas antes de morir.
Uno de los cuerpos rescatados, correspondiente a una mujer de entre 25 y 30 años, llama la atención por tener un tatuaje en su brazo derecho que evoca a un banco de peces.
La arqueóloga consideró que en el caso del entierro de cuyes, emblemático roedor andino, "probablemente" servían para algún ritual de curanderismo, tal y como todavía se practica en la actualidad en las zonas rurales de Perú, pues uno de ellos estaba abierto, como si le hubieran extraído las vísceras.
A pocos metros de los entierros, los investigadores hallaron un horno aparentemente utilizado para elaborar cerámica y que corresponde a una etapa "mucho anterior" a las inhumaciones, lo que lo haría uno de los más antiguos descubiertos hasta ahora en Lima, destacó Carrión.
"No esperábamos encontrar un horno porque esta era solo una excavación de diagnóstico para determinar la potencialidad arqueológica del sitio y ver cómo estaba construido el edificio", señaló.
"Es un hallazgo muy importante porque sabíamos que había una gran cantidad de cerámicas en la zona, pero hasta ahora no habíamos identificado donde se producía", agregó.
El horno tiene una longitud de 2,5 metros y una anchura de al menos 1,60 metros, ya que todavía no fue desenterrado íntegramente, y su interior está revestido con cantos rodados que aparecen con signos de haber sido quemados por largos períodos.
Carrión anunció que pedirán al Ministerio de Cultura ampliar la investigación para desenterrar el horno de manera completa y conocer mejor las relaciones entre personas y animales en las sociedades prehispánicas, asentadas precisamente en un enclave utilizado ahora para exhibir la biodiversidad y riqueza arqueológica de Perú.
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