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Qué perdería EE.UU. si restringe el reasentamiento de refugiados
Las actitudes públicas hacia los refugiados están profundamente divididas. Tres cuartas partes de los demócratas consideran que abrirles las puertas es un deber, de acuerdo con una encuesta del año pasado del Centro de Investigaciones Pew, pero solo una cuarta parte de los republicanos está de acuerdo.
- Actualizado: 16/12/2019 - 09:39 am
En octubre, ni un refugiado fue reubicado en Estados Unidos. En noviembre, 1,500 tuvieron acceso, el número total más bajo que se ha registrado en ese mes desde el periodo posterior a los atentados del 11 de septiembre. Un nuevo límite establece que solo 18 mil podrán ser reubicados el año próximo, una reducción de los 85 mil que se permitieron en 2016.
Reasentamiento humano
El periodo de décadas en el que Estados Unidos facilitó el reasentamiento de más refugiados que todos los países adinerados juntos ha llegado a su fin. Durante mucho tiempo, esta nación respetó la convención internacional de que a los individuos que temieran ser perseguidos debido a sus opiniones políticas o su pertenencia a un grupo social particular se les debía dar asilo. Durante la Guerra Fría, la percepción generalizada era que los refugiados eran demócratas que estaban huyendo de la represión comunista.
Desde entonces, las definiciones se han expandido debido, en parte, a los cambios en las actitudes y en las leyes. En 1994, se le dio refugio al primer solicitante de asilo a razón de que temía ser perseguido por su orientación sexual.
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En 2014, la Junta de Apelaciones de Inmigración determinó que las mujeres guatemaltecas cuyas parejas fueran hombres represores podían incluirse en un grupo digno del estatus de refugiado.
En 2016, añadió un fallo similar para incluir a las mujeres salvadoreñas que fueran víctimas de abuso. Sin embargo, el gobierno de Trump está tratando de restringir la expansión de quienes se pueden considerar como un "grupo perseguido". La reciente caída en el número de reasentamientos sobre todo refleja el límite federal cada vez más reducido que se ha impuesto. Una definición más restringida de las personas que pueden solicitar asilo quizá también mantenga bajas esas cifras.
Las políticas más estrictas de reasentamiento tienen un precio. Corren el riesgo de prohibirle el acceso a gente como Wilmot Collins. Cuando era un joven que no hallaba salida de la guerra civil de Liberia en 1990, Collins burló a la muerte. Cuando quedó atrapado en medio de tiroteos en Monrovia, la capital, estuvo a punto de morir dos veces a manos de los soldados del gobierno. Cuando fue capturado por un rebelde mientras buscaba comida, por poco evitó que lo ejecutaran. En otro lugar, los rebeldes decapitaron a su hermano. Casi muerto de hambre y enfermo de malaria, huyó con su esposa al extranjero en un buque de carga.
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Investigación
Cuatro años después —y solo tras una extensa investigación por parte de los funcionarios de las Naciones Unidas y de Estados Unidos mientras estaba en Ghana— llegó a Helena, la somnolienta capital de Montana. Collins recuerda que él y su esposa se fueron "sin nada más que la ropa que llevábamos puesta", y llegaron a un lugar extraño y cubierto de nieve. No pasaron desapercibidos. Tan solo un 0.6 por ciento de los montaneses son de ascendencia africana. Al pasear por las callecitas, las cafeterías o las oficinas de Helena, prácticamente todos los rostros que se ven son blancos.
En su mayoría, los habitantes de Montana les dieron una bienvenida generosa a los Collins, pero no todos. Alguien pintarrajeó "KKK" en un muro cerca de su casa; el auto de Collins fue vandalizado; la pareja recibió un boleto de avión falso en el correo, con un mensaje que decía: "Regresen a África". Hoy en día, cuando escucha a políticos, incluido el presidente, decir cosas parecidas cuenta que se siente "nefasto".
Aceptación de los refugiados
Las actitudes públicas hacia los refugiados están profundamente divididas. Tres cuartas partes de los demócratas consideran que abrirles las puertas es un deber, de acuerdo con una encuesta del año pasado del Centro de Investigaciones Pew, pero solo una cuarta parte de los republicanos está de acuerdo. A algunos republicanos les preocupa la seguridad, aunque las investigaciones rigurosas ayudan a garantizar que los refugiados cumplan estrictamente con la ley.
En mayo, el Instituto Cato, un centro libertario de estudios, estimó que las probabilidades de que un estadounidense sea asesinado por un refugiado en un ataque terrorista son de una en 3,860 millones al año. Las probabilidades de ser asesinado por un individuo nacido en el país es de una en 28 millones.
Otros afirman que los refugiados representan una pérdida económica. Sin embargo, en los sectores donde los trabajadores son escasos, es muy posible que sean un gran beneficio. La mayoría de los refugiados consiguen empleo en los primeros 180 días desde su llegada, afirma David Miliband del Comité Internacional de Rescate (IRC, por su sigla en inglés), organización que, según él, ha reubicado a 350 mil individuos en Estados Unidos.
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Hace unos años, después de que el alcalde de Missoula, una ciudad al oeste de Montana, pidió que se enviaran más refugiados a su jurisdicción, el IRC abrió una oficina de reasentamiento. Muchos refugiados ahora trabajan en supermercados, hoteles y otros negocios de la ciudad. Theo Smith, propietario de Masala, un restaurante, dice que sus trabajadores de Congo, Irak y Siria son leales y capaces. El gobernador (republicano) del estado cercano de Utah, Gary Herbert, parece estar de acuerdo. En octubre, le escribió al presidente Trump para pedirle que enviara a más refugiados.
A los pocos días de la llegada de Collins, una reunión fortuita con el gobernador de Montana lo llevó a obtener su primer trabajo, en un refugio infantil. Desde entonces, ha sido cuidador y profesor. Seis meses después de llegar a Helena, también se inscribió a la Guardia Nacional. Luego sirvió largas estancias en la Marina y el Ejército.
Incursión en la política
Hace dos años, incursionó en la política. En sus discursos ha desmentido las ideas falsas de que los refugiados no pagan impuestos, que roban los empleos de los demás o incluso que obtienen autos gratis. Con indignación, bromea que de alguna manera no le tocaron estas comodidades míticas.
En 2017, Collins hizo historia cuando los votantes de Helena lo eligieron para ser dirigente de su ciudad. Se convirtió en el primer alcalde de raza negra electo en Montana. Tras un periodo inicial de éxito moderado como alcalde —un aumento al financiamiento de los servicios locales, un plan de viviendas asequibles— se postulará al Senado con la promesa de hacer que Washington sea más civilizado.
Un carrera política
Las probabilidades de que se convierta en el senador subalterno de Montana son escasas. Hay otros tres candidatos en la contienda para las primarias demócratas, que se realizarán en junio. Todos quedarían opacados si Steve Bullock, el gobernador demócrata de Montana, se postula al Senado. Quienquiera que se enfrente al republicano en funciones, Steve Daines, podría tener dificultades para ganar. Daines recaudó la tremenda suma de 1.2 millones de dólares en el último trimestre; Collins no tiene donadores de ese calibre. En el mismo periodo, reunió solo 84 mil dólares.
No obstante, ese no es el punto en realidad. La historia de Collins sería posible en muy pocos países. El candidato mismo, un optimista innato, espera que regrese la disposición estadounidense de recibir a los refugiados. "En general, los estadounidenses tienen las puertas abiertas", dijo, tras describir cómo lo recibió una multitud de extraños en el aeropuerto en Helena, en 1994, quienes sostenían una pancarta que decía: "Bienvenido a casa Wilmot". Sin embargo, los Estados Unidos de 2019 son menos hospitalarios que antes. La reducción de los reasentamientos para refugiados es solo un indicio de ello.
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