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¿Por qué Latinoamérica no trata los 'feminicidios' igual que a otros tipos de asesinatos?
¿Acaso tratar ciertos casos de asesinatos de mujeres como un crimen independiente ayuda a poner a los autores tras las rejas?
- The Economist
- - Publicado: 21/3/2020 - 06:00 am
Lidia Florencio Guerrero tiene un altar iluminado con velas para su hija, Diana, quien fue violada y asesinada en 2017 en Chimalhuacán, un pueblo de México. Tiene un archivo que documenta cómo la policía estropeó la investigación. No acordonaron la escena del crimen ni usaron guantes mientras manipulaban el cuerpo de Diana. Su ropa se extravió. Las fotografías del cadáver se tomaron de forma descuidada, según comenta Laura, la hermana de Diana. Guerrero no puede mirarlas. Usa la palabra “feminicidio” para describir la muerte de su hija.
Esta palabra data de hace siglos, pero a últimas fechas ha cobrado un significado particular: el homicidio de una mujer con base en su género. En Latinoamérica, el feminicidio también tiene una definición legal. Desde 2007, quince países lo han reconocido como una categoría independiente de asesinato. El porcentaje de asesinatos de mujeres que se reconocen como feminicidios varía ampliamente. En México, donde los criterios incluyen lesiones “denigrantes” o violencia sexual infligida contra la víctima y una “relación sentimental” entre ella y el asesino, la proporción es de casi una cuarta parte de los casos. Los países de otras regiones, como Francia, están debatiendo respecto de adoptar leyes pertinentes a los feminicidios.
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El concepto del feminicidio crea conciencia en la sociedad sobre la violencia contra las mujeres, afirma Martha Cecilia Reyes, directora del Instituto Estatal de las Mujeres de Nuevo León, un estado al norte de México. Se supone que ayuda a llevar a los culpables ante la justicia. En muchos países, las sentencias de prisión son más severas que las de homicidio. La pena máxima por feminicidio en Nuevo León es de 70 años, 30 años más que para otros tipos de asesinato. Los tribunales mexicanos no requieren que los fiscales demuestren que un acusado de feminicidio pretendía matar a su víctima. Esto dificulta que los hombres que matan a sus esposas a golpes se libren con una condena por homicidio culposo (involuntario), explica la abogada Estefanía Medina.
Las instituciones especializadas en feminicidios cultivan conocimientos sobre el tema. De hecho, Guatemala tiene un sistema judicial paralelo, con jueces y fiscales especialistas. Los investigadores en las unidades de feminicidios a nivel estatal en México están capacitados para observar las escenas de asesinato desde otra perspectiva, dice Griselda Núñez Espinosa, fiscal especializada en feminicidios de Nuevo León. Esto implica aprender a buscar pañuelos en la basura con rastros de semen. Es más probable que los casos de feminicidio deriven en una sentencia de prisión que los de otros tipos de homicidio, puesto que muchos ya tienen un “sospechoso evidente” que puede ser un amante o pariente, dice Núñez.
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Sin embargo, las leyes relacionadas con el feminicidio tienen detractores. Algunos abogados consideran que es absurdo que un esposo celoso obtenga una sentencia de más décadas por matar a su esposa que por matar al hombre con quien lo engañó. Los investigadores de los casos de feminicidio no cuentan con más capacitación ni recursos que otros profesionales, por ejemplo, algunos abogados. Por lo tanto, no tienen más probabilidades de ganar sentencias.
Una encuesta a fiscales en Perú reveló que muchos consideraban que era demasiado difícil comprobar que el móvil de un asesino es la misoginia. Algunos clasificaron erróneamente casos de homicidio ordinarios como feminicidios porque pensaron que así sería más fácil conseguir una sentencia. El fiscal general de México, Alejandro Gertz Manero, hace poco sugirió la idea de revocar la ley que reconoce el feminicidio como un delito aparte, con el argumento de que creaba trabajo adicional para los investigadores con sobrecarga de trabajo.
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Guerrero no se enteró de la muerte de su hija sino hasta una semana después, debido a que la policía la había registrado como un hombre (a propósito, según cree ella). Los oficiales se rehúsan a clasificar su asesinato como feminicidio. Cambiar eso no implicaría que se hiciera justicia. Pero Guerrero dice que reconocería el hecho de que “Diana fue asesinada solo por ser mujer”.
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