OIT y su ‘diálogo social’ con efecto real en Panamá
En su aniversario 100, la OIT reafirma la necesidad de un compromiso real de gobiernos, trabajadores y empleadores para un mejor futuro, a través de un diálogo que sigue cosechando resultados en el país.
- Clarissa Castillo
- /
- /
- /
- - Actualizado: 02/4/2019 - 04:36 pm
Su nombre es Wilfredo “Willi” Carpintero, pero en la zafra nadie tenía idea de que se llamaba así (a excepción de su padre). Los obreros le decían “Willi”, o simplemente muchacho. Y él sentía -como en efecto era- que su existencia estaba supeditada simplemente al rendimiento que pudiera lograr en la extenuante jornada laboral, en ese sitio al que no se acostumbraba, rodeado de rudos hombres, curtidos por el sol y las cenizas, y motivados para llegar a salvo al viernes, y cobrar los $80 del pago semanal.
“Willi”, aunque solo con 12 años de edad, ya había demostrado por varias semanas que tenía “machete para el trabajo” (así decían todos en referencia dual a su destreza para usar la herramienta del corte de caña, pero la frase también servía para ilustrar su disposición al trabajo hasta completar, sin quejarse, la semana completa).
Al final lograba ganar entre $20 y $25 semanales, pero el dinero era lo de menos. En el fondo, lo que realmente le provocaba orgullo, era poder colaborar con la difícil economía familiar.
Además, reflexionaba para sí: “no hay de qué preocuparse, no habrá peligros siempre que me mantenga a la vista de papá y de los tíos (también jornaleros).
VEA TAMBIÉN Profesiones desaparecerán, de no adaptarse a tecnología
Algo de sensatez había en el razonamiento de “Willi”, pero no del todo. Otros niños trabajadores, incluso en compañía de sus familiares, sufrieron cortes con machete, lesiones en extremidades por el fuego, y en la vista por las astillas de caña; además de caídas y hasta fracturas.
Historias perdidas en la injusticia social de niños, y también niñas, que en algunos casos iniciaban a trabajar en los cañaverales informales desde los 10 años, sin darse cuenta del momento en que rebasaban la mayoría de edad.
Las chicas no eran sometidas al peligroso proceso del corte de caña, pero sí trabajaban como “pinches”, nombre dado a la tarea de llevar agua, bebidas y alimentos a los jornaleros, “en ocasiones hasta pasada la media noche”, recuerda hoy Wilfredo, con rostro serio... Su silencio no permite indagar en mayores detalles.
Para ese entonces, el pequeño “Willi” no era consciente de ello, pero su profesión era algo más o menos así: peón de corte de caña para un ingenio informal.
Uno de tantos que proliferaban hace poco más de una década en las llanuras de Coclé, y cuyo negocio era vender a los ingenios formales, a los grandes, algunas hectáreas de caña que lograban sembrar, y que en época de zafra organizaban a trabajadores para cortarlas y tenerlas arrumadas a tiempo para la llegada de los camiones que llevaban el producto.
Así funcionó en antaño la arista oscura del trabajo infantil en la industria de la caña de azúcar, con actividades informales que prosperaban a la sombra de los ingenios de Coclé, Azuero, Veraguas y Chiriquí.
Felizmente, Wilfredo Carpintero perteneció a las últimas generaciones de muchachos cortadores de caña, o “pinches”, que hoy son solo un recuerdo lejano.
¿Cómo se logró erradicar esta actividad que por muchos años involucró a niños y niñas -indígenas y colonos- en una cultura de tolerancia al trabajo infantil?
La respuesta es: con diálogo social.
100 años de diálogo
A nivel mundial, y desde hace 100 años, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) promueve desde la realidad particular de cada país diversos tipos de negociaciones, consultas o simples intercambios de informaciones entre representantes de gobiernos, empleadores y trabajadores, todos dispuestos a abordar cuestiones de interés común relacionadas con la política económica y social.
Las estructuras del diálogo social, así como los procesos que se han desarrollado con éxito en las intervenciones de la OIT han sido capaces de resolver importantes cambios de índole económico y social, alentando el buen gobierno, el progreso y sobre todo la justicia social.
Lo anterior podrá sonar muy teórico, y, para los más escépticos, hasta utópico. Pero para Wilfredo “Willi” Carpintero (ahora un joven de 23 años y en el último año de la licenciatura en Derecho), este diálogo fue absolutamente real, absolutamente efectivo.
En la mesa del diálogo que transformó su vida, entre otras instancias, participaron la ONG Casa Esperanza y el Ministerio de Trabajo y Desarrollo Laboral (Mitradel), con el seguimiento de la OIT.
Noelis Nieto, directora nacional contra el Trabajo Infantil del Mitradel, estuvo al frente del “Estudio de métodos mixtos sobre el trabajo infantil en la caña de azúcar en Panamá” (con asesoramiento técnico de la OIT y la Embajada de Estados Unidos).
VEA TAMBIÉN Guerra comercial entre Estados Unidos y China impacta movimiento de la ZLC
Los resultados llenaron de orgullo a todo el país este año, cuando la OIT emitió esta conclusión: “No existe trabajo infantil en la industria de la caña de azúcar, desde la siembra, hasta la producción del producto. Y en los ingenios de Panamá hay política de cero tolerancia al trabajo infantil”.
Noelis Nieto explica que el estudio científico permitió que nuestro país saliera de la lista negra de trabajo infantil del Departamento de Trabajo de los Estados Unidos de América (USDOL), donde había sido incluido desde 2009.
Pero en medio del éxito, recuerda que todavía hay 23 mil 855 razones para seguir luchando, que es la cifra de menores en trabajo infantil en Panamá, según la más reciente encuesta del Instituto Nacional de Estadísticas y Censo (INEC).
“Representan el 2% de la población, cifra baja, pero la lucha continúa para que ese porcentaje sea lo más cercano a cero”, concluye la funcionaria del Mitradel.
Razones para celebrar
La historia de Wilfredo Carpintero, su rescate del trabajo infantil, las puertas que se le abrieron, y por donde él supo entrar, constituye suficiente razón para demostrar el efecto práctico de los resultados del diálogo social de la OIT.
Al respecto, Bolívar Pino, coordinador del Sistema de Información Laboral de la OIT para América Latina y el Caribe (SIALC), con sede en Panamá, advierte que a lo largo de décadas de incidencia en la realidad panameña, “tenemos muchas razones para celebrar”.
De hecho, señala que Panamá siempre ha sido un país de mucho diálogo, de mucha concertación entre los empleadores. “Y la OIT ha promovido ese tipo de acercamiento como forma de solucionar conflictos”.
Las evidencias están allí en nuestra historia: La emblemática reforma al Código de Trabajo (1995); la creación de la Fundación del Trabajo (instancia no gubernamental creada para fomentar el diálogo entre trabajadores y empleadores), entre otros muchos ejemplos.
Los 100 años de la OIT entran en un juego de números si ponen a la par de los 50 que cumple también en este 2019 el Ministerio de Trabajo y Desarrollo Laboral.
La Universidad de Panamá (UP) ha aprovechado este binomio numérico y ha lanzado su iniciativa “Proinfo laboral 50-100”.
La idea es celebrar por todo lo alto los 100 de la OIT y los 50 de Mitradel...
En marzo se inauguró un postgrado con profesores de la OIT; en abril se darán coloquios sobre diálogo social; en mayo laboratorios laborales; y en junio se presentarán en la sede de la OIT, en Ginebra, Suiza, los resultados de las actividades en Panamá.
Como broche final, este año se fundará en Panamá la primera “Academia de Diálogo Social”. Allí seguramente surgirán historias como las de “Willi”, las que nos harán seguir soñando con justicia social real.
Para comentar debes registrarte y completar los datos generales.