Mundo de Negocios
No deje que su obsesión con la productividad mate su creatividad
- Bruce Daisley
Nuestras mejores ideas parecen llegarnos en momentos de distracción.
Nuestro actual mundo laboral está obsesionado con la productividad. Sin embargo, nuestra incansable travesía para ser productivos está afectando una de nuestras habilidades más importantes: la creatividad. ¿Cómo creamos las condiciones adecuadas para la creatividad, especialmente cuando nuestras rutinas están tan dirigidas a recorrer una lista de pendientes?
En 1939, James Webb Young, un ejecutivo publicitario de Madison Avenue, escribió “A Technique for Producing Ideas”, una guía definitiva del proceso de la creatividad. En su breve libro, Young argumenta “que una idea no es ni más ni menos que una nueva combinación de viejos elementos.”
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Young también plantea una técnica sorprendentemente simple para el pensamiento creativo. Primero, señala, usted debería reunir materias primas como estímulo. Reúna provocaciones y encendedores de ideas relacionados con su área de interés. Young advierte que esto suele ser sistemático, laborioso y poco satisfactorio. En esta etapa, me gusta revisitar las pestañas de Chrome que he dejado abiertas, leer artículos que he apartado para cuando tenga tiempo y en general sumergirme en las reflexiones de otras personas.
A continuación, digiera mentalmente la materia prima. Young propone llenar pequeñas tarjetas con notas y buscar conexiones entre los elementos, como si intentara resolver un rompecabezas. Una vez más, Young cree que este proceso frustrará su mente. A continuación, él sugiere reacomodar las tarjetas, buscando conexiones. Para este paso, yo he usado notas Post-it y también he probado enlazando garabatos en grandes hojas de papel, casi como un vasto mapa mental.
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La etapa final de esta metodología es anatema en nuestro mundo obsesionado con la productividad. Consiste simplemente en no hacer nada. Young nos anima a encontrar una forma de desvincular a nuestra mente para permitir el procesamiento subconsciente: “Usted deje de lado el tema y saque el problema de su mente tanto como pueda” y después “recurra a lo que sea que estimule su imaginación y sus emociones.” Young dice que habiendo realizado el (a menudo frustrante) trabajo de preparación, “la idea aparecerá de la nada,” ya sea durante una caminata o al bañarse.
La mayoría de nosotros probablemente podemos identificarnos con este enfoque comprobado a través del tiempo. Nuestras mejores ideas parecen llegarnos en momentos de distracción. Los neurocientíficos señalarían que este estado mental desenfocado es cuando se activa el modo por defecto del cerebro. La noción del modo por defecto del cerebro se concibió en los 1970s, cuando se observó que incluso en estado de reposo parecía existir una gran actividad neuronal. La mayoría de nosotros nos encontramos en este estado cuando divagamos, quizá en forma más clara cuando estamos en un estado de aburrimiento. Ya que la sociedad esencialmente ha erradicado el aburrimiento al dejarnos sin momentos donde no haya estímulos, hemos perdido oportunidades de estar en el “desenfoque fantasioso” del modo por defecto.
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El deseo de optimizar nuestra propia productividad es una respuesta razonable a las crecientes exigencias, pero nuestra incansable búsqueda de la eficiencia se ha convertido en una sobrecorrección. Si valoramos la originalidad del pensamiento creativo, entonces es tiempo de reconocer que la productividad y la creatividad suelen existir en contraposición.
Si su jornada laboral parece poco más que una serie de reuniones y correos electrónicos, deje de lado su lista de pendientes y aléjese un paso de su escritorio. Tenga cada día un momento en el que no trate de lograr nada. Darle a su cerebro un momento de relajación podría llevarlo a su mejor idea hasta ahora.
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