Mundo de Negocios
Las relaciones entre Estados Unidos y China pueden empeorar
- Andrew Ross Sorkin
Lo más preocupante para Paulson es la posibilidad de que Estados Unidos cierre sus mercados financieros a la inversión china, o incluso expulse a algunas empresas chinas de los índices bursátiles estadounidenses.
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Ilustrativa.
Con el tiempo, Estados Unidos y China resolverán sus diferencias respecto de los aranceles, tal vez hasta lleguen a un acuerdo que les permita decir a ambos bandos que ganaron.
Sin embargo, no hay que dejarse engañar. Aunque las dos economías más grandes del mundo lleguen a una tregua, es probable que su relación empeore.
Esa es la advertencia atrevida que planea hacerles Henry M. Paulson Jr., el exsecretario del Tesoro, a muchos de los máximos líderes políticos y empresariales del mundo el 21 de noviembre en un evento de Bloomberg L.P. sobre la economía en Pekín. Durante una entrevista que me otorgó esta semana, me compartió una copia del discurso, por lo que pude ver parte de lo que dirá.
Paulson ha pasado su carrera intentando trabajar con China, desde que comenzó como banquero en Goldman Sachs, donde China representaba una enorme oportunidad de negocio, y luego como secretario del Tesoro. Su centro de investigación, el Instituto Paulson, está enfocado en China. Tiene vínculos cercanos con altos funcionarios en ambos países y a menudo las dos partes buscan su asesoría, así que probablemente las campanas de alarma que está haciendo sonar retumben con fuerza en las oficinas gerenciales de todo el mundo.
Según Paulson, el peligro es que la animosidad entre los dos países ha fusionado “ideas y perspectivas militares con políticas económicas”.
“A todos los que nos importa el estado de la economía global debería preocuparnos que las metáforas de suma positiva de la competencia económica saludable estén dando paso a metáforas de suma cero de la competencia militar”, planea decir.
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Durante el verano, el presidente Trump declaró en Twitter: “No necesitamos a China y, si les soy sincero, estaríamos mucho mejor sin ellos”. Y envió una descarga eléctrica a toda la industria cuando agregó: “Por este medio, les ordeno a nuestras grandiosas empresas estadounidenses que empiecen a buscar de inmediato una alternativa a China, incluida la de traer sus empresas a CASA y fabricar sus productos en Estados Unidos”.
Paulson nunca menciona a Trump por su nombre en el discurso. Espera que ambas partes lleguen a la primera etapa de un acuerdo, pero sugirió que el lenguaje incendiario y el uso de aranceles de los dos lados habían provocado un daño profundo.
“Incluso cuando esto acabe, no será el fin del asunto”, comentó. “La idea misma de los aranceles ha vuelto a ser legitimada después de recibir un golpazo a causa de los fracasos funestos de la década de 1930”. Y agregó: “Estamos viviendo en un mundo en el que los aranceles se han normalizado e incluso se les aplaude”.
Lo más preocupante para Paulson es la posibilidad de que Estados Unidos cierre sus mercados financieros a la inversión china, o incluso expulse a algunas empresas chinas de los índices bursátiles estadounidenses.
“Por supuesto que separar de esta manera a China de los mercados estadounidenses la dañaría”, admitió. “Pero no sería benéfico para Estados Unidos. Con el tiempo amenazaría el liderazgo estadounidense en las finanzas, al igual que el papel que tiene la ciudad de Nueva York como el centro financiero del mundo. Además, ayudaría a otros centros financieros como Tokio, Londres y Singapur, y con el tiempo incluso a Shanghái”.
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Peor aún, describió lo que sucedería en el supuesto de una calamidad financiera global similar a la crisis de 2008, la cual consumió el tiempo de Paulson en el cargo de secretario del Tesoro.
“Cuando llegue la próxima crisis —y llegará, porque las crisis financieras son inevitables—, lamentaremos no tener los mecanismos para que se coordinen las dos economías más grandes del mundo”, señaló.
Paulson habló de un peor escenario posible que a menudo desestiman los formuladores de políticas, pero que, según él, merece mucha más atención.
“No olvidemos que China es un comprador muy grande y un tenedor de títulos del Tesoro estadounidense”, comentó en referencia a que China posee más de un billón de dólares de deuda estadounidense. “Esto ayuda a sostener la política monetaria de Estados Unidos, posibilita las tasas bajas de interés y respalda nuestro gasto y falta de ahorro”.
Luego, abordó un tema que casi ningún formulador de políticas en Estados Unidos ha estado dispuesto a reconocer en voz alta: si la relación entre los países se deteriora más, China podría optar por vender —o al menos dejar de comprar— sus bonos del Tesoro, lo cual podría disminuir su valor y elevar mucho más las tasas de interés. Esto sin duda perjudicaría a China, pero podría causarnos un daño tremendo, una idea que traté en esta columna el año pasado.
“Por eso me preocupan tanto las medidas unilaterales, recíprocas y vengativas que han tomado ambas partes”, comentó Paulson.
Aunque Estados Unidos no pueda lograr todo lo que quiere para nivelar el campo de juego con China, la idea misma de alejarse del país es un resultado peor, opinó Paulson.
“No nos conviene aislarnos cuando el resto del mundo no se separará de China”, afirmó.
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Y tal vez de una manera aún más provocadora, Paulson mencionó que Estados Unidos y China estaban creando divisiones en las normas tecnológicas en nombre de la seguridad nacional.
“Creo que la seguridad nacional de mi país es la prioridad más alta de todas”, comentó. “Pero cuando las tecnologías también tienen el potencial de un uso comercial benéfico y generalizado, al secuestrarlas se corre el riesgo de ceder liderazgo económico a una empresa y un país rivales”.
Y agregó: “Después de todo, tomar la decisión de proteger demasiado la tecnología de un país a fin de cuentas perjudicará la competitividad económica y la seguridad nacional”. Paulson cree que hay un punto medio que puede permitir que funcionen los sistemas tecnológicos en ambos países.
Paulson me comentó que el título de su discurso era “Delirios de separación”. Sin embargo, pronto agregó que el título “no significa que la separación sea un delirio”.
“El delirio es que será fácil o benéfica”, mencionó.
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