Mundo de Negocios
Las economías emergentes experimentan una prolongada ralentización en la productividad
- The Economist
Si la competencia no es feroz, casi no tienen incentivos para innovar o invertir. En cambio, cuando se concentran en el mundo pobre, a algunos les preocupa que ahora todo sea demasiado difícil para las grandes empresas.

Foto/Ilustrativa
¿Cómo se comparan las innovaciones modernas con las del pasado? Algunos economistas, como Robert Gordon, de la Universidad del Noroeste, argumentan que los vehículos autónomos, las impresoras 3D y otras innovaciones tienen una importancia mínima en comparación con los frutos de las revoluciones industriales previas, como la producción en masa.
Creen que este detalle explica la prolongada ralentización en la productividad que experimentaron Estados Unidos y otras economías ricas, agravada por la crisis financiera.
Se preguntarán si el mismo razonamiento aplica para el resto del mundo. De hecho, los países en desarrollo están, por definición, lejos de la frontera tecnológica. El pequeño consuelo de su posición es que todavía les falta sacarle más jugo a un enorme número de innovaciones del pasado.
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Para crecer, dependen más de la imitación que de la innovación. A un país en el que la mayoría de los habitantes se transportan en vespas no le preocupa en lo más mínimo si el siguiente Tesla no sale.
Por desgracia, también sus estadísticas de productividad son decepcionantes. Según un nuevo reporte del Banco Mundial, se trata de la ralentización "más pronunciada, más prolongada y más extendida hasta la fecha", con base en datos correspondientes a cuatro décadas.
El producto interno bruto por trabajador en las economías en desarrollo es casi un 14 por ciento menor.
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El Instituto de Finanzas Internacionales, un grupo de expertos, cree que los mercados emergentes ahora sufren de una variante del "estancamiento secular". La consultora Oxford Economics afirma que los mercados emergentes no solo han perdido volatilidad, sino también vigor.
Otra consultora, Capital Economics, predice que en la siguiente década "concluirá el amplio periodo de dos décadas de crecimiento de convergencia en los mercados emergentes".
En la mayoría de los mercados emergentes que monitorea, el año pasado el producto interno bruto por persona aumentó a un menor ritmo que en EE.UU.
En teoría, la imitación debería ser más fácil de conseguir que la innovación. No obstante, si bien las principales economías tienen dificultades para abrir nuevos caminos, muchas que vienen detrás han perdido la brújula.
¿Cómo ocurrió esto? Cuando los economistas analizan las condiciones del mundo rico, a algunos les preocupa que todo sea demasiado sencillo para las grandes empresas.
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Si la competencia no es feroz, casi no tienen incentivos para innovar o invertir. En cambio, cuando se concentran en el mundo pobre, a algunos les preocupa que ahora todo sea demasiado difícil para las grandes empresas.
En un estudio que incluyó a más de 15 mil empresas, el Banco Mundial muestra que, en los países pobres, las empresas grandes tienden a ser más productivas y tienen más probabilidades de exportar.
El problema es que, según señala el banco, "las vías para la transferencia de tecnología se hacen cada vez más estrechas" debido al creciente proteccionismo y el alto en la expansión de las cadenas globales.
Sin embargo, la falta de transferencia de tecnología es tan solo una parte del problema. La mitad de la ralentización en el crecimiento de la productividad de la mano de obra en años recientes no se debe a que no se haya logrado imitar, sino a que no se ha logrado acumular: la escasa inversión ha dejado a la mano de obra con poco capital para trabajar.
Esta escasez de inversión explica en su totalidad la ralentización en la productividad del sur de Asia, el Medio Oriente y África del Norte, y en dos terceras partes la de Europa y el centro de Asia.
Se trata de un problema grave, pero, por fortuna, también muy convencional. Si el reducido gasto de capital se debe a la falta de crédito o confianza, es relativamente sencillo imaginar que podría revertirse una vez que sanen las heridas financieras y se recupere la vitalidad.
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