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La costosa decisión de Ecuador al ceder en el subsidio del combustible
- The Economist
El presidente Lenín Moreno tendrá muchas dificultades para recuperarse.
![Tras el derrumbe de los precios del petróleo en 2014, la economía entró en recesión. Foto: Pixabay](https://www.panamaamerica.com.pa/sites/default/files/imagenes/2019/10/30/combustible_pixabay.jpg)
Tras el derrumbe de los precios del petróleo en 2014, la economía entró en recesión. Foto: Pixabay
Esta historia es cada vez más familiar. Tras el auge de los precios de las materias primas en Sudamérica, un presidente más cercano al centro político debe enfrentar la tarea de reparar el daño económico causado por un populista de izquierda y, para su desgracia, debido a errores políticos o técnicos, fracasa terriblemente en esa empresa. Entonces interviene el Fondo Monetario Internacional, y los ciudadanos lo culpan por algunas medidas que, sin el dinero que el organismo aporta, serían todavía más agresivas. Esta historia, que ya hemos visto en Argentina, ahora se repite para el presidente ecuatoriano Lenín Moreno. Después de dos semanas de manifestaciones, disturbios y saqueos, el 13 de octubre decidió suspender el decreto que había anunciado para eliminar los subsidios al combustible. Su gobierno tendrá muchas dificultades para recuperarse de este revés.
Moreno triunfó en las elecciones de 2017 y sucedió al populista autócrata Rafael Correa. Correa, que marcó el fin de un periodo de diez años de inestabilidad durante el cual el país vio desfilar a cinco mandatarios, gobernó Ecuador con éxito durante una década gracias al auge de los precios de las materias primas. En esa época, Correa aprovechó los ingresos petroleros más elevados, así como algunos préstamos chinos un tanto sospechosos y caros, para construir caminos, hospitales y escuelas. Gracias a la bonanza, se dio el lujo de derrochar miles de millones de dólares; tanto así, que duplicó la talla del Estado. Por desgracia, tras el derrumbe de los precios del petróleo en 2014, la economía entró en recesión. Correa se retiró, pero respaldó a Moreno, su antiguo vicepresidente, quien ha utilizado una silla de ruedas desde 1998, cuando recibió un disparo durante un intento de robo.
Moreno suspendió las políticas de su predecesor, aunque tampoco tenía muchas opciones. En 2000, Ecuador adoptó el dólar cuando el pueblo prefirió abandonar una moneda que ya no valía nada como resultado de la hiperinflación. El inconveniente en esta situación es que las autoridades no tienen la opción de imprimir más dinero para cubrir faltantes en el presupuesto, y tampoco pueden devaluar la moneda. Si se genera inflación, la competitividad de las empresas se ve afectada muy pronto. Por si fuera poco, Ecuador no goza de muy buena reputación en los mercados financieros. Los inversionistas no han olvidado que Correa decidió no pagar bonos soberanos en 2008.
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Moreno no solo heredó un déficit presupuestario del ocho por ciento del producto interno bruto (PIB), sino que contaba con muy pocas opciones para financiarlo. Por tal motivo, este año acudió al FMI y llegó a un acuerdo para que este le otorgara un préstamo de 10.000 millones de dólares con comisiones muy bajas. A cambio del préstamo, Moreno se comprometió a reducir el déficit cinco puntos porcentuales en un plazo de tres años, de manera que la deuda pública de Ecuador fuera sostenible. Si bien algunos recortes al gasto fueron sencillos, para alcanzar el objetivo también era necesario elevar el PIB un 1,5 por ciento, y las únicas opciones para lograrlo eran aumentar el impuesto al valor agregado o recortar los subsidios al combustible.
El gobierno optó por la segunda medida. Esta decisión se basó en muy buenas razones: los subsidios a los combustibles fósiles, que le cuestan 1400 millones de dólares al año, dañan el medioambiente y se consideran regresivos en términos sociales. Además, como señalaron algunos funcionarios, las subvenciones benefician a gran parte de la población con mayores ingresos, a quienes trafican combustible a Perú y a los narcotraficantes colombianos que lo utilizan para fabricar cocaína.
El problema es que los aumentos fueron bruscos: el precio del diésel pasó de 1,04 a 2,27 dólares por galón, y la gasolina de mayor octanaje, de 1,85 a 2,39 dólares. Los efectos fueron terribles en áreas rurales remotas que dependen del transporte terrestre. El gobierno cometió el error de no preparar el terreno con anticipación mediante consultas populares y no incluir medidas para mitigar el impacto en los más pobres. Después de la entrada en vigor de las alzas en los precios, se aplicó un aumento a las transferencias de efectivo que se entregan al 20 por ciento más pobre de la población; por desgracia, para entonces el daño ya estaba hecho.
La medida unió a oponentes muy diversos: la Confederación de Nacionalidades Indígenas (Conaie), propietarios de autobuses, estudiantes y simpatizantes de Correa. Según el gobierno, los aliados del expresidente fueron responsables de gran parte de la violencia. Camionetas “pick-up” con matones patrullaban Quito, la capital. En dos semanas de caos, por lo menos seis personas perdieron la vida, más de 1400 resultaron heridas y más de 1100 fueron arrestadas. Se calcula que el daño económico ascendió a 1500 millones de dólares (equivalentes al 1,4 por ciento del PIB). Aunque es más difícil calcular el daño causado al tejido social y político de Ecuador, sin duda fue sustancial.
Moreno cedió y derogó el decreto. Explicó que trabajará en colaboración con la Conaie para elaborar un nuevo paquete que incluya mecanismos con el propósito de focalizar los subsidios. Con este esquema quizá se pierda alrededor de la mitad de los ahorros propuestos inicialmente, según calcula Siobhan Morden, de la empresa de intermediación bursátil Amherst Pierpont. El debilitado gobierno tendrá que encontrar otra forma de obtener el resto.
Los latinoamericanos por lo regular culpan al FMI por las políticas impopulares que sus gobiernos habrían tenido que adoptar de cualquier manera. Ante las dificultades que atraviesan tanto Ecuador como Argentina, la izquierda populista, que casi no se ha pronunciado con respecto al desastre económico y humanitario de Venezuela, no perdió la oportunidad de sugerir que su postura siempre ha sido la correcta. De hecho, si el gobierno pretendiera volver a aplicar las políticas respaldadas por la izquierda, el país sufriría otra ronda de ajustes dolorosos.
Correa en alguna ocasión dijo con orgullo que, como eran “malos alumnos del FMI”, todo iba bien en Ecuador. Si el fracaso de Moreno contribuye a que los populistas regresen al poder en 2021, quizá descubran que esa aseveración no es cierta.
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