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El muro de Trump cambiará irrevocablemente EE.UU.
El nuevo muro fronterizo de Estados Unios está hecho de bolardos de acero.
![](https://www.panamaamerica.com.pa/sites/default/files/35129003.jpg)
En una mañana clara y fresca de noviembre, Fidel Baca, un agente de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza en El Paso, conducía hacia el oeste por la carretera César Chávez, que bordea el río Bravo.
México estaba a solo unos metros de distancia, detrás de unas vallas de malla y el chorrito color marrón rojizo del río.
En la radio le llegó una alerta diciéndole que una cámara de vigilancia había captado a cuatro personas que salían del canal de concreto del río por el lado estadounidense.
Se detuvo a un lado de la carretera y señaló un par de huellas recién formadas, luego, justo detrás de ellas, vio arena fresca y húmeda sobre la barrera de la vía: alguien acababa de saltarla. La valla fronteriza ubicada detrás de la barrera tenía un nuevo corte.
A menos de un kilómetro y medio de donde patrullaba Baca, se está construyendo un nuevo muro y no será tan fácil de atravesar.
El nuevo muro fronterizo de Estados Unidos está hecho de bolardos de acero de 9 metros de altura (5.4 en algunos lugares) llenos de concreto, hundidos a 1.8 metros de profundidad en una base de concreto y rematados con losas de acero sólido de 1.5 metros, diseñadas para impedir la escalada.
Aunque los contribuyentes estadounidenses, y no México, son quienes están pagando la factura, y está lejos de ser "hermoso", el presidente Donald Trump está cumpliendo su promesa de construir un muro a lo largo de la frontera de Estados Unidos con México.
Algunos demócratas argumentan que Trump simplemente está remplazando los muros que ya existen. Eso no es verdad. Cuando una pared de 9 metros, impenetrable para la vida silvestre y rodeada por una red de caminos y luces, remplaza una cerca baja, en realidad se trata de una nueva estructura, como pasaría si se remplazara un cobertizo de jardín con un bloque de oficinas de 10 pisos.
Un viaje de El Paso a San Diego revela cuán profundo será el cambio que el muro provocará en el carácter de la frontera suroeste de Estados Unidos.
El poema de Emma Lazarus en la Estatua de la Libertad da la bienvenida a Estados Unidos y habla de las "masas cansadas, pobres y hacinadas que anhelan respirar en libertad". El muro de Trump envía el mensaje opuesto.
En un mapa, El Paso parece estar justo enfrente de Ciudad Juárez.
Pero, en muchos sentidos, las dos ciudades son realmente una misma, separada por la frontera.
Todos los días, los padres de Juárez envían a sus hijos a Estados Unidos para que estudien en las escuelas privadas de El Paso, mientras que los profesionales que trabajan en Juárez a menudo prefieren vivir en El Paso.
Cada día, un promedio de alrededor de 80 mil personas cruzan a Estados Unidos desde Juárez en autobús, automóvil y a pie.
A principios de diciembre de 2019, se habían construido 44.2 kilómetros del muro nuevo en El Paso, y se espera que pronto se firmen contratos para otros 38 kilómetros.
La Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP, por su sigla en inglés) argumenta que el muro es particularmente importante en áreas urbanas como El Paso porque les da tiempo de detener a los que entran sin autorización.
Según explica Baca, cuando alguien cruza la frontera en una zona remota, la CBP tiene horas, incluso días, para atrapar al sujeto antes de que llegue a un lugar donde pueda mezclarse con los demás.
Recuerda cuando lo enviaron a una región montañosa en el oeste rural de Texas: "Cuando detienes a alguien, ha estado caminando durante tres días, tal vez cinco. Si estuviéramos rastreándolo, podrías olerlo antes de verlo".
En las ciudades, dice Baca, "solo tenemos segundos o minutos… las personas pueden mezclarse con los civiles una vez que llegan a la ciudad". Por supuesto, ninguna barrera es completamente impenetrable. Según los informes, los contrabandistas han aserrado el muro de Trump.
Pero cortar una valla de alambre es rápido y fácil; cortar bolardos de acero rellenos de concreto requiere energía, probablemente varias hojas de sierra motorizada y, lo más importante para la patrulla fronteriza, mucho tiempo.
Gloria Chávez, la jefa en funciones del sector de El Paso de la CBP, que incluye toda la frontera rural de Nuevo México, argumenta que "se tiene la idea errónea de que el muro fue construido para detener el flujo, fue construido para gestionar el flujo. Es una herramienta".
¿Qué viene después para los constructores de muros? Las siguientes secciones completamente nuevas estarán en el sureste de Texas, y en esa región el progreso podría ser difícil. Gran parte de las tierras fronterizas de Estados Unidos son públicas, pero en Texas, la tierra es principalmente propiedad privada. El Gobierno tendrá que comprársela a los terratenientes, lo que puede ser un proceso complicado.
Un funcionario de la CBP señala que los registros en el sur de Texas son irregulares y que no está claro quiénes son los propietarios de muchas parcelas.
Durante el último ajuste de construcción de muros en 2008, el funcionario dijo que encontraron una parcela en el sur de Texas que tenía 86 posibles reclamantes. En algunos casos, el Gobierno tiene que apropiarse de las tierras.
Esa medida es mal vista en todas partes, pero especialmente en las zonas rurales de Texas, donde la desconfianza hacia el Gobierno federal es profunda.
El uso del dominio eminente por parte del Gobierno en 2008 originó cientos de demandas, algunas de las cuales todavía continúan.
Más al oeste, a lo largo de la frontera, en Arizona, muchos están preocupados por el impacto ambiental del muro.
A lo largo de las nuevas secciones ubicadas en el Monumento Nacional Organ Pipe Cactus se encuentran enormes cactus caídos y fragmentados que fueron arrasados por la barrera.
Pueden vivir por siglos. Algunos de los que fueron destruidos probablemente estaban ahí antes de que Arizona fuera un estado.
Pero los posibles daños ambientales del muro se extienden mucho más allá de la flora arrasada.
Una manera más eficaz de detener la inmigración ilegal proveniente de Centroamérica podría implicar una mayor ayuda extranjera para la estabilización política de esa región.
Para arreglar el abrumado sistema de asilo de Estados Unidos quizá se requieran más fondos para los funcionarios que evalúan las solicitudes.
En tramos remotos de la frontera, la tecnología de vigilancia probablemente sería más barata e igual de útil para detener a los migrantes que una barrera física. Pero un muro es más fácil de explicar al público en general, y para un presidente que se enorgullece de su reputación como "constructor", es políticamente irresistible.
Una placa en honor a Trump brilla desde un bolardo en Calexico, a unas dos horas al este de San Diego.
No muy lejos de esa placa, directamente en el lado californiano de la frontera, hay un centro comercial que parecía diseñado para atraer a los compradores mexicanos.
Mexicali, la ciudad gemela de Calexico en México, atrae a los turistas médicos provenientes de Estados Unidos que cruzan la frontera para someterse a procedimientos que cuestan una fracción de lo que costarían en su país.
Estas empresas son un recordatorio de que, con o sin muro y aunque Trump pueda desear lo contrario, los destinos de México y Estados Unidos están y siempre estarán entrelazados.
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