Jorge Branca Jorge. 'A mi abuelo casi nunca le han hecho nada'.
Un pedazo de historia, guardado en Vacamonte
Durante 55 años se ha dedicado a la mecánica y a ‘deshuesar’ embarcaciones. Su amplia experiencia y su habilidad para detectar fallas con solo oír los motores le han valido el mote de ‘El cerebro de los barcos’.
Los valores se han trastocado Demasiado
- “aquí si juegas fútbol, sales todos los días en el periódico; si eres de los que piensa, te ponen en un huequito. En Estados Unidos y en otras partes del mundo se reconoce a la gente que hace algo, que se ha quemado las pestañas para inventar o que ha hecho algo por la humanidad”.
- Jorge Branca Jorge
Un apacible tránsito desde el centro de la ciudad a la entrada de la comunidad de Vacamonte, en Arraiján, nos conduce al umbral de un encuentro histórico. Es media mañana. El sol se proyecta esplendoroso desde el cielo mientras nos aproximamos a la arenera del sector. Diez minutos al volante, en medio de una bien trazada carretera de tierra y gravilla - un trayecto mayormente cuesta arriba- nos lleva a nuestro destino.
Numerosos montículos de arena, decenas de camiones y el mar de fondo componen el escenario. En medio de todo, alguien nos saluda a la distancia tan pronto nos ve llegar. Sabe que somos extraños, pero también está advertido de que veníamos en su busca. A simple vista se aprecia a un hombre sencillo, jovial y de buen trato. No aparenta los 73 años que lleva a cuestas y si no menciona su nombre, es imposible imaginarse por qué el esfuerzo de mover un periodista y un fotógrafo lejos del radio habitual de cobertura.
El hombre, de aproximadamente 1.70 metros, se llama Jorge Branca Jorge. Es hijo de Josefina Jorge de Branca, una de las hijas de don Santos Jorge, creador de la música del Himno Nacional. Es decir, que este caballero, cuyo nombre y apellido materno son homónimos, al cual prácticamente encontramos en medio de la nada, es nieto del ilustre personaje de nuestra patria y es quizás, si no el único, uno de los pocos parientes de primera línea que le sobreviven a don Santos Jorge.
Referencia.
Jorge Branca Jorge conoce como el que más la historia de su abuelo. Sabe que nació en Navarra, España, en lo que él llama "el pueblito" de Peralta y refiere que en Panamá, donde llegó en 1870, tuvo residencia en San Felipe en el edificio conocido como La Logia, y pasó a una casa en el barrio La Exposición, la cual se localizaba justamente en la Avenida Cuba, con calle 31, en la esquina que está a un costado del actual edificio de la Lotería Nacional, la cual desapareció para que se erigiera el hotel Lisboa.
"Nunca debieron tumbar la casa donde él vivía", reclama.
Santos Jorge fue muy prolífico desde el punto de vista musical. Varias marchas y la dirección de las principales bandas del Istmo durante la última etapa de la época colombina y parte de la era republicana, así lo demuestran. En el plano personal, cuenta su nieto, no tuvo hijos varones. Sus hijas se dedicaron al magisterio, aunque todas aprendieron a tocar instrumentos musicales gracias a las enseñanzas de su padre, a quienes muchos consideraron un virtuoso de varios instrumentos musicales.
Recuerda que sus tías fueron las responsables de cuidarlo, y estando entre ellas tuvo la oportunidad de leer una carta que alguna vez envió Santos Jorge al expresidente Ricardo J. Alfaro, con quien mantuvo buena amistad y que lo apoyó mucho en su carrera como músico.
Legado.
"Santos Jorge no dejó herencia, solo la música del Himno que, quiérase o no, lo inmortalizó”, estima su nieto. Sus hijas mantuvieron una hoja con la letra del Himno Nacional que les firmó Santos Jorge, la cual conservaron por mucho tiempo, pero eventualmente se perdió en medio de las migraciones de la familia.
“Una vez las hijas (mis tías) fueron invitadas por el Municipio para un homenaje. Hay un parque con su nombre en La Mitra de La Chorrera y una escuela en Chilibre", rememora el septuagenario nieto, quien advierte que sus habilidades musicales son casi inexistentes, a pesar de la vena musical que se supone debiera tener.
"Yo solo canto las canciones que me gustan; como lo hace todo el mundo".
Llegada.
Jorge Branca Jorge nació el 12 de febrero de 1939 en el Santo Tomás, "el hospital de los pobres", como él lo describe. Su llegada al mundo no se dio en las mejores condiciones. Nació en medio de la Segunda Guerra Mundial y su madre lo dio a luz a los siete meses, por lo tanto fue una criatura prematura y frágil.
Dos años después de su nacimiento, a su abuelo Santos Jorge se le apagó la vida por complicaciones cardiacas, por lo que es muy poco lo que recuerda de él. No obstante, el haber crecido entre los cuidados de su madre y sus tías (hijas del prócer) le permitió conocer por referencia la importancia y el papel que jugó Santos Jorge, que le permitió inmortalizarse.
Relata que por muchos años se ha dedicado a recortar y guardar todas la publicaciones que ha visto sobre la vida y obra de su abuelo.
Profesión.
Pero si Jorge Branca Jorge no canta y no tiene afinidad a las partituras o instrumentos musicales, ¿de qué ha vivido todo este tiempo?
Cuenta que ha trabajado durante 55 años como mecánico, pero no se trata de cualquier mecánico; su especialidad son los barcos. Primero comenzó a estudiar Mecánica en Aviación en la escuela Artes y Oficios, pero esta iniciativa no cuajó porque "como los gringos lo controlaban todo", era difícil conseguir la aprobación y los permisos, cuenta. En el ínterin, le llegó la oportunidad de trabajar en el área de Paitilla en la construcción de barcos, y allí se mantuvo por 12 años.
El destino y los cambios en los modelos del negocio lo llevaron al sector de Vacamonte, en donde actualmente se desempeña. Uno de sus compañeros asegura que lo llaman "El cerebro de los barcos" por la habilidad que ha desarrollado para detectar algunas fallas mecánicas en las embarcaciones con solo escuchar el sonido de su motor.
Faena.
Cada día se levanta a las tres de la madrugada. Una hora después está en la parada para abordar un bus que lo traslada, desde la comunidad de Don Bosco en Juan Díaz, a la ciudad capital. Un segundo vehículo lo transporta de la gran terminal y de allí sale con destino a la entrada de Vacamonte, donde otro camión, de los muchos que entran al sector de la arenera, lo aproxima a su puesto de trabajo. A las 6:00 a.m. ya está instalado y comienza la faena de ayudar en múltiples funciones, incluyendo la de "deshuesar barcos" cuando la situación lo amerita. Esto se da seis veces por semana.
¿Y por qué sigue trabajando si ya tiene 73 años y está jubilado?
-Porque si me quedo sentado, no gano nada con eso-.
El peso del apellido.
Ante el hecho de que no había un varón descendiente directo de don Santos Jorge, su hija Josefina Jorge de Branca decidió hacerle un homenaje bautizando a su hijo -que como prematuro nació más muerto que vivo- con el nombre de Jorge, quizás sin advertir que, eventualmente su primer nombre y su segundo apellido serían el mismo, dando lugar a la poco usual combinación: Jorge Branca Jorge.
Hace años, mientras estaba en un banco haciendo un trámite, la oficinista le preguntó su nombre completo. Cuando se lo dijo, la mujer sintió que estaba siendo objeto de una chanza. Esta se molestó y le dijo que si no tenía apellido, a lo que don Jorge le preguntó si no le habían enseñado que el creador de la música del Himno de Panamá se llamaba Santos Jorge, por lo tanto su apellido es Jorge y, para más señas, le hizo saber que estaba sentada frente al nieto de ese señor.
“Así andamos en este país”, se lamenta.
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