Por Qué Colombia Perdió A Panamá En 1903?
La separación de Panamá se conoció en Bogotá el día 6 de noviembre por medio del cónsul colombiano en Ecuador, pues el cable submarino que unía a Buenaventura con la capital del Istmo se encontraba fuera de servicio. La noticia provocó consternación y sorpresa pese a que los tres negociadores colombianos que se sucedieron en Washington entre 1901 y 1903, Carlos Martínez Silva, José Vicente Concha y Tomás Herrán, así como el mismo Philippe Bunaeu Varilla habían alertado hasta la saciedad al gobierno colombiano sobre este fatídico desenlace.
Pese a estas advertencias no pocos senadores pensaban con candor, en agosto de 1903 cuando votaron el rechazo del tratado Herrán-Hay, que aún era posible sentar una vez más en la mesa de negociaciones al Secretario de Estado John Hay para que tomara en consideración sus observaciones.
Independientemente del indiscutible interés de Estados Unidos en el Istmo de Panamá una vez que Theodore Roosevelt se convenció que éste era la mejor ruta y de su participación en la separación al enviar barcos de guerra para impedir el desembarco de tropas colombianas que reconquistaran el territorio, en violación del artículo 35 del Tratado Mallarino-Bidlack, otras circunstancias influyeron grandemente para que esta sección de la República se separara en 1903.
Si nos remontamos a 1821 veremos que varios factores conspiraban ya entonces en contra de la unión. Tanto la geografía, como la economía, la cultura y la misma idiosincrasia de la población, se empeñaban en separar a Panamá del resto de la República, pero sobre todo de Bogotá desde donde emanaba la legislación que regía los destinos de la nación. Sin olvidar, claro está, que el grupo de comerciantes de la ruta de tránsito que llevó adelante la independencia de España y votó la incorporación del Istmo a la República de Colombia ocho décadas más tarde, tenía un proyecto de país que contemplaba transformar a Panamá en un territorio anseático bajo la protección de las principales potencias marítimas de la época con una vía interoceánica como eje central, al que Bogotá le prestó escasa atención. Los intentos separatistas de 1830, 1831, 1840 y 1861, así como los 30 años de federalismo, entre 1855 y 1885 fueron el resultado lógico de las contradicciones políticas y económicas entre Panamá y la capital 1 de la Re ública, sin olvidar el permanente anhelo de neutralizar el Istmo para convertirlo en un emporio del comercio mundial. En todos ellos, sin excepción, se mencionan entre las principales causas de la separación la falta de relaciones comerciales con el resto de la República y las difíciles comunicaciones con Bogotá. Eso sin tener en cuenta que en el resto de la República se vivía una situación similar que se tradujo en las tempranas y exitosas secesiones de Ecuador y Venezuela y en los fallidos intentos del Cauca, Boyacá, Antioquia y Bolívar .
Las diferencias entre Panamá y Bogotá lejos de disminuir se exacerbaron, sobre todo a partir de la fiebre del oro que llevó a la construcción del ferrocarril transístmico entre 1850 y 1855 cuando Panamá acogió a gran cantidad de extranjeros que operaron un cambio decisivo en la mentalidad de los notables, quienes hasta entonces habían funcionado como un grupo endogámico al que Omar Jaén Suárez definió como "La República de los primos". Los habitantes de la ruta de tránsito, como todos los pueblos marítimos poseían una mentalidad abierta expuesta a los cambios, así como una tendencia natural a incorporar nuevos patrones culturales, en tanto que Bogotá enclavada en un valle andino a 2.600 metros del altura, estrangulada por la geografía y con unas comunicaciones por lo demás arduas, asimilaba con dificultad las transformaciones a las que los panameños eran tan proclives. El cosmopolitismo de Panamá considerado en Bogotá de "pésimo gusto", se vio además estimulado por el hecho que la principal actividad económic a de los patricios de la ruta de tránsito era el comercio, en tanto que en la capital de la República la clase alta seguía apegada en buena medida a los modelos coloniales que marcaban la tónica de una sociedad ultramontana, cerrada y estratificada que permanecía atada al latifundio, al ejército, a la iglesia y sobre todo al "noble" y lucrativo ejercicio de la política. Al igual que el inglés el panameño, era un pueblo de tenderos. Por eso, tanto en la independencia de 1821 como en la separación de 1903 el arma utilizada por los conjurados fue el dinero que sirvió, en ambas oportunidades, para sobornar a las tropas. Como si fuera poco, a Panamá al igual que a las otras secciones costeñas como Bolívar y Magdalena, se les conocía en el resto de la República como los "Departamentos negros" por la gran proporción de población de color frente a una minoría blanca.
Las condiciones existentes en Colombia a comienzos del siglo XX fueron un 2 acicate importante que propició la desunión. Para entonces el atraso de la República era extraordinario, al punto que antes de la desmembración con poco más de 1.100.000 Kms 2 de extensión territorial, apenas poseía 650 Kms de vías férreas de las cuales 80 estaban en territorio panameño y no tenían ningún impacto sobre el resto del país. El presupuesto nacional para 1903 fue de seis y medio millones de pesos de los cuales cuatro ya estaban comprometidos para el pago de los sueldos atrasados de los jueces, la policía, los maestros y el ejército. Poco antes de la separación, el personal judicial de Panamá hacía un año que no percibía sus haberes y por lo menos cuatro meses que las tropas de guarnición en el Istmo no cobraban.
Aunque el proyecto de construir ferrocarriles y mejorar el sistema de comunicaciones figuraba en los planes de gobierno de ambos partidos políticos influenciados por las ideas positivistas, lo cierto es que la pobreza del tesoro nacional y la falta de crédito en el extranjero habían postergado el progreso. Además, las guerras civiles, así como la permanente actividad política consumían los escasos recursos de la nación y las mejores energías. Sin duda, el deficiente sistema de vías de comunicación era una de las claves para comprender el atraso. Llegar a Bogotá desde Panamá podía ser una aventura de consecuencias impredecibles pues la travesía se hacía por el Atlántico, en navíos ingleses o estadounidenses ya que la República carecía de un sistema de cabotaje. Desde la ciudad de Panamá sobre el Pacífico se llegaba a Colón en tren en menos de cuatro horas. Allí se abordaba el barco rumbo a Cartagena, desde donde por el río Magdalena, la columna vertebral de las comunicaciones nacionales, se arribaba a Honda. A lomo de mulas montañeras se llegaba al altiplano bogotano bajo las peores condiciones imaginables, bordeando precipicios que producían vértigo, con un sol abrasador o bajo una lluvia tenaz y persistente. El largo trayecto hasta la capital andina demoraba cinco o seis semanas y recordaba las penosas condiciones que habían imperado en el Istmo de Panamá para el tránsito transístmico antes de la inauguración de la vía férrea en 1855. Estas arduas comunicaciones ya habían sido denunciadas a mediados del siglo por Justo Arosemena, sin que 50 años más tarde se hubiesen producido mejoras sustanciales. El resultado eran unas relaciones administrativas irregulares y unas transacciones comerciales inexistentes entre ambas secciones, máxime si tenemos en cuenta que la barrera infranqueable de la selva del Darién 3 impedía y aún impide las comunicaciones terrestres. Lo único que Colombia importaba a Panamá con la velocidad de la luz eran las revoluciones y las guerras civiles. En realidad la economía que Eduardo Nieto Arteta define como de " archipiélago de islas" y que caracterizó a Colombia durante el siglo XIX, tuvo su origen en la dificultad de integrar los mercados nacionales con las zonas productoras a causa precisamente de la escasez de vías de comunicación. De manera que el problema del aislamiento no era exclusivo de Panamá sino que afectaba a todas las regiones de la República. Esta situación explica los proyectos separatistas, unionistas o anexionistas a otros territorios, de los que no se vio exenta casi ninguna sección de Colombia. Pero había aún más.
Colombia tenía una economía agraria, carente de industrias y con un aparato productivo que descansaba casi por completo en la exportación del café y en menor medida de la quina, el añil y el tabaco y que había sido desarticulado durante la Guerra de los Mil Días. Poseía casi cuatro millones de habitantes con una densidad de población de apenas un poco más de 3 habitantes por km2 , con una baja tasa de crecimiento demográfico que no superaba el 1.5 % anual, con más del 80 % de su población dispersa por el campo ubicada de preferencia en regiones montañosas como las altiplanicies de Boyacá, Cundinamarca y Pasto, lo que unido a la falta de vías de comunicación convertían a la República en una tierra de caudillos y de caciques regionales.
La fatal herencia de la guerra de los tres años con más de cien mil muertos y una destrucción de la riqueza pública calculada en 25 millones de pesos oro, vino a ensombrecer aún más el oscuro panorama. A ello se agregaba la deuda nacional que ascendía a aproximadamente 3 millones de libras, buena parte de la cual eran obligaciones que se mantenían con Inglaterra desde los días de la independencia. Una deuda por cierto impagable para una nación que se encaminaba sin pausas hacia la bancarrota. En medio de este estado de deterioro económico y moral lo único que Colombia podía ofrecerle al Istmo de Panamá en 1903 era la ratificación del Tratado Herrán-Hay para que el canal se construyera por su territorio y fue precisamente lo que le negó. Al decir del mismo Presidente José Manuel Marroquín el Tratado era el hilo que unía al Istmo con el resto de la nación y el Senado lo rompió al rechazarlo. Aunque Panamá no atravesaba su mejor momento después de la destrucción de la 4 riqueza agropecuaria y de la paralizaci n del giro comercial, resultado de la guerra de los Mil Días, aún representaba para Colombia una flujo de rentas permanentes que se traducían en los 250.000 pesos oro que recibía anualmente de la Compañía del Ferrocarril, de los cuales solo 25.00 revertían a nuestro territorio, así como en los derechos de concesión, aduana, tonelaje y transporte de la decena de compañías navieras que operaban en nuestro suelo.
Más grave, sin embargo, que el hecho de que Panamá no obtuviera beneficios de su condición de Istmo y de su privilegiada situación geográfica, pese a ser la riqueza potencial más grande de la República, fue la propuesta de ciertos sectores de la prensa colombiana cuando recomendaron cederle Panamá a los Estados Unidos a cambio de cien millones de dólares. A comienzos de 1899 El Sumapaz de Fusagasugá publicó que la solución de los graves problemas que aquejaban a la República pasaba por ceder el Istmo de Panamá por 99 años a Estados Unidos para la construcción del Canal a cambio de cien millones de dólares que se utilizarían de la siguiente manera: 20 para el pago de la deuda externa; otros 30 para recoger el papel moneda y los 50restantes para construir un ferrocarril que uniera Puerto Colombia con Bogotá. Otras publicaciones como La Revista Blanca y El Autonomista también plantearon soluciones similares. Pensemos por un momento si hubiese sido posible que se sugiriera la cesión de Antioquia o el Cauca al me or postor. Me atrevo a decir que no. Pero Panamá era otra cosa. Era un apéndice en el mapa sudamericano, allí comenzaba otra realidad geográfica como señaló Justo rosemena. Además era una tierra lejana, un territorio aislado y levantisco siempre dispuesto a la separación. En mi opinión ello demuestra a las claras que el Istmo era percibido por algunos sectores como un cuerpo extraño al ente nacional y su pérdida no se veía como la desmembración de la República. No existía a mi juicio un sincero sentimiento de unidad nacional, de arraigo ni de pertenencia. Prueba de ello es que ya en 1849 el diputado Romualdo Liévano había propuesto por primera vez la venta del Istmo a Estados Unidos antes que se produjera la anexión sin beneficio alguno para la Nueva Granada.Estableció el precio de venta en la cancelación de la deuda externa más 10 millones de dólares para construir ferrocarriles. Es más , durante la Guerra de los Mil Días el agente confidencial de la 5 revolución en Estados Unidos, Antonio José Restrepo rometió que si los liberales se alzaban con la victoria, le venderían el canal francés a los Estados Unidos en 1904.
En 1899, la respuesta de prominentes panameños a los proyectos de venta del Istmo, no se hizo esperar y personajes de la talla de Carlos A. Mendoza, Francisco Ardila, Pablo Arosemena, Luis de Roux y León A. Soto reaccionaron en forma airada advirtiendo que no eran esclavos ni parias para ser vendidos y que estas propuestas "debilitaban el amor a la patria". Entonces Colombia los acusó de anexionistas.
Otro aspecto a tener en cuenta es que al despuntar el siglo XX, aproximadamente el 75% de la población colombiana, al igual que la panameña, era analfabeta lo que constituía un obstáculo importante para propiciar el desarrollo y el progreso del país. Como diría años más tarde Rafael Uribe Uribe: "Sin escuadra, sin ejército suficiente, sin comercio, sin industrias, sin presupuesto, sin población proporcionada al territorio y sin diplomacia hemos carecido de todos los elementos que hacen tomar en cuenta la voz y el voto de un país en el concierto universal". Esta fue en líneas generales la Colombia que negoció el Tratado canalero con Estados Unidos entre 1901 y 1903, sin olvidar, claro está, el estado de guerra generalizado que existía en el país, así como las pugnas políticas internas entre conservadores históricos y nacionalistas que jugaron un papel importante en la serie de torpezas diplomáticas que se cometieron durante los meses previos a la separación. Lo más sorprendente es que esta nación atrasada, déb l y sometida a una serie de circunstancias adversas que entabló negociaciones tan desiguales con una de las potencias más poderosas de la tierra, rechazara el tratado que era la clave del equilibrio militar y naval y del desarrollo industrial, agrícola y comercial de aquella nación en el apogeo de su imperialismo y de su política del Big Stick, además de ser el único nexo de unión que le quedaba con el Istmo. Definitivamente sobre cualquier consideración razonable y sobre el sentido común, imperó la más absoluta miopía y candor políticos azuzados por las rivalidades internas entre las facciones conservadoras, así como por la actitud vacilante de un Presidente ilegítimo surgido del golpe de Estado del 31 de julio de 1900 y, por supuesto, por el gobierno de Washington. Como señala Raimundo Rivas los senadores colombianos creyeron que el problema giraba en torno al Capitolio de Bogotá y no a la Casa Blanca. Tampoco podemos descartar el hecho de que la larga serie de torpezas 6 diplomáticas cometidas por Estad s Unidos al amenazar a los senadores colombianos para que ratificaran el Tratado, fuera intencional para forzar el repudio del mismo y quedar con las manos libres y la conciencia tranquila para tratar directamente con los notables panameños quienes al borde de la histeria colectiva serían unos negociadores más dóciles como en efecto se demostró.
En definitiva, sin minimizar ni mucho menos ignorar la activa y decisiva participación de Estados Unidos en la separación de Panamá de Colombia, considero que es una explicación simplista afirmar que surgimos a la vida independiente como una creación artificial de Washington, pues sería desconocer en esencia la historia de Panamá desde finales del siglo XVIII, así como el proyecto de país esbozadopor los notables cuyo eje central era la construcción de un canal y sobre todo la larga historia de defecciones del siglo XIX en nuestrointento por librarnos de la tutela colombiana. Incluso, hasta la misma historiografía colombiana, superado el trauma de la pérdida, ha descartado esta interpretación superficial como la única causa de la desmembración de la República en 1903 y se ha preocupado por enmarcar el momento separatista dentro del contexto socio-económico, político, administrativo, cultural, estructural, geográfico-espacial e internacional de Colombia, como debe ser. Casi un siglo antes que Estados Unidos fuera una potencia en busca de un canal, el Istmo ya plasmaba por escrito su anhelo de neutralidad bajo la protección de las potencias extranjeras, así como su aspiración de convertirse en un emporio del comercio gracias a la construcción de un canal. Sin duda, a la hora de juzgar los hechos ocurridos en 1903 habría que darle una mirada detenida y seria a la historia del siglo XIX, pues allí está la clave de lo que ocurrió en noviembre de ese año. Es mi tesis que la separación de 1903 fue el resultado de una coincidencia de intereses, unos más poderosos y urgentes que otros, panameño-franco -estadounidenses que llevó al surgimiento de la República de Panamá el sueño, junto con la construcción del canal, más largamente acariciado por nuestro grupo dominante. La administración de Roosevelt supo sacar partido de este estado de cosas con su peculiar estilo y condenó a la nueva República a un cuasi protectorado por los artículos I y VII del Tratado Hay- Bunau Varilla firmado el 18 de noviembre.
Es evidente que Colombia hizo todo lo que estaba a su alcance para perder el Istmo y lanzar al grupo de desesperados comerciantes en brazos de Estados Unidos y de los representantes de la Compañía Nueva. Y aunque abriel García Márquez es de opinión 7 que Colombia era un país de identidad caribe hasta la pérdida de Panamá, lo cierto es que la separación la votó un Congreso que actuó con una mentalidad netamente andina. Por eso, el 21 de noviembre de 1903, apenas 18 días después de la separación, cuando fracasadas las misiones diplomáticas para reintegrar al Istmo, Colombia se aprestaba para recuperarlo por las armas, el Dr. Santander Galofre en un artículo titulado "Cómo gobernamos a Panamá", publicado en El Relator, escribía: "Someter a Panamá pacíficamente o por medio de las armas no es resolver el problema. Una cosa es reprimir un alzamiento y otra cosa es matar una revolución. Y es revolución lo que hay en el Istmo. La idea separatista ha tenido allí muchos años de incubación, de desarrollo y naturalment e ha fructificado. ... ¿Nos hemos preocupado, acaso por cultivar , por desarrollar en ellos el amor a Colombia y el sentimiento de adhesión a la patria? Tuvimos en cuenta que la independencia del istmo en 1821 fue conquistada sin el auxilio de nuestras armas y que así como se incorporaron a nosotros pudieron incorporarse a otra nación? Que no hay entre nosotros y ellos el vínculo creado por las campañas libertadoras? Cuando el Istmo en 1821 selló su independencia y se incorporó espontáneamente a la gran Colombia abrigaba sin duda la convicción de que nosotros no anularíamos sus derechos y su libertad como pueblo y que respetaríamos siempre la integridad de su gobierno propio ... De dueños y señores del territorio (los panameños) los convertimos en parias del suelo nativo. Brusca e inesperadamente les arrebatamos sus derechos y suprimimos todas sus libertades. Los despojamos de la facultad más preciosa de un pueblo libre: la de elegir a sus mandatarios, sus legisladores, sus jueces.
Restringimos para ellos el sufragio; falsificamos el cómputo de los votos e hicimos prevalecer sobre la voluntad popular la de una soldadesca mercenaria y la de un tren de empleados ajenos por completo a los intereses del departamento. Les quitamos el derecho a legislar, y como compensación les pusimos bajo el yugo de hierro de leyes de excepciones. ... En las ciudades verdaderamente cosmopolitas del Istmo no fundamos escuelas nacionales en donde aprendieran los niños nuestra religión, nuestro idioma, nuestra historia y a amar a la patria.... Desde diciembre de 1884 hasta octubre de 1903, Presidentes, Gobernantes, Secretarios, Prefectos, Alcaldes, regidores, jefes militares, Oficiales y soldados, jefes e inspectores y ayudantes de Policía, la Policía misma, Capitanes y médicos de puertos, Magistrados, Jueces de categoría diversa, 8 fiscales, todo bajaba de las altiplanicies andinas o de otras regiones de la República para imponer en el istmo la voluntad de la ley o el capricho del más fuerte, para traficar c on la justicia o especular con el tesoro y aquel tren de empleados, semejante a un pulpo de múltiples tentáculos, chupaba el sudor y la sangre de un pueblo oprimido y devoraba lo que en definitiva solo los panameños tenían derecho para devorar. Hicimos del Istmo una verdadera Intendencia Militar Y cuando aquel pueblo de trescientas cincuenta mil almas tenía hombres de reputación continental como Justo Arosemena, notabilidades de primer orden y de popularidad como Gil Colunje, talentos e ilustraciones como Ardila, insignes diplomáticos como Hurtado y celebridades científicas de notoriedad europea como Sosa, los dejamos a un lado, los relegamos al olvido en lugar de levarlos al solio del Istmo para calmar la sed infinita de equidad y de justicia y satisfacer las aspiraciones legítimas de todos los panameños. ... El resultado de todos estos errores lo estamos hoy palpando..." Y eso fue lo que en realidad sucedió.
Recuerda lo mucho que quiso a su padre y en cuanto admiró a su hermano Miguel, ex diplomático, y un hombre de mucho carácter, según nos relató, y a quien debe el haberse ido a New York para que pudiera recibirse como ingeniero. Su conductor afirma que nada le impide inventar, pensar con frecuencia en cosas nuevas .
Más, pero mucho más, de lo que nos dijo con palabras, fue lo que nos habló con sus gestos a cada pregunta, la profundidad con que encaró los recuerdos y la emoción que dejó traslucir en sus ojos humedecidos.
Cuando terminamos la entrevista, tuve la convicción de que habíamos estado ante un hombre especial: sencillo, creador de inventos para todos, de ideas para todos, de obras para los demás. Fue una especie de sensación que nos hizo pensar en que noventa y un años no es una vida sino muchas cuando se ha producido como él lo ha hecho; un acontecimiento que provoca respeto y admiración, sobre todo cuando las evidencias hablan de creación y esfuerzo, de iniciativa y constancia. Una conducta con la que ayudó a forjar un país, a participar de sus cambios y llevarlo hasta aquí, donde está ...cien años después
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