Nueva protagonista en confección de la bandera
Ayudaba en los quehaceres de la casa de Don Tomás Gabriel Duque y para los albores de la independencia de la República, ella acompañó a Doña Maria Ossa junto con Águeda a comprar los materiales con que se iba a confeccionar la insignia patria.
La historia la escribieron los que sabían escribir. Eso me comentó el cojo Simeón cuando escuchó el relato.
Sería un honor que se consignara el hecho histórico de que la mujer campesina, la empleada doméstica, también aportó sacrificios y riesgos en los sucesos históricos de la independencia de la República de Panamá.
Pues bien, una vez me llamó una dama muy respetada de la comunidad chorrerana, llamada Carmen Aguirre Viuda de Carrasco y me relató que su madre, Irene Badillo Rivera, una chiquilla chorrerana para entonces, siendo empleada doméstica en la casa de Don Tomás Duque, protagonizó junto con Doña María Ossa, con Doña Angélica y con su amiga Águeda, los momentos históricos de la confección de la primera bandera de la Patria.
Emocionado con su relato lleno de tanta fuerza y claridad, como si estuviera sucediendo en ese momento, me dispuse a grabarla para que su propio timbre diera a conocer el hecho. Lo publiqué en la radio local y, no conforme, le sugerí consignarlo en una escritura pública como un testimonio para perpetua memoria, con el fin de que, si algún día este testimonio llegara a las manos y a la conciencia de un investigador acucioso, pudiésemos reivindicar el protagonismo de los humildes, de los de afuera, de la gente de los arrabales, en los acontecimientos que dieron origen al nacimiento de nuestra República.
Doña Carmen, con profunda convicción y mucho más valor, se atrevió a retar los textos, confiada en la veracidad del relato materno; y como si lo estuviera viviendo, en presencia de dos de sus hijos –Iván y Lourdes - me contó lo que hoy consta en escritura pública y que textualmente cito a continuación:
“Voy a relatar esto, fieles palabras de mi madre. No tengo pruebas, pero confío en que es cierto porque son sus palabras, de una madre, y las madres nunca mienten.Mi madre se llamaba Irene Badillo Rivera. Nació aquí, en La Chorrera, el 20 de octubre de 1890; hija de Tomás Badillo Mesa, de origen colombiano, cartagenero y de Juliana Rivera Salcedo viuda de Badillo, nacida aquí en La Chorrera.
Ella me relata que cuando mi abuela doña Juliana trabajaba en la casa de Don Tomás Gabriel Duque, ella le ayudaba en los quehaceres de la casa y que para los albores de la independencia de la república, ella acompañó a Doña María Ossa junto con Águeda a comprar los materiales con que se iba a confeccionar la primera bandera. Fueron a La Villa, al Bazar Francés y al almacén La Dalia. Compraron, como decía Doña Maria que le dijo a ellas, para no despertar sospechas ellas iban a comprar en almacenes separados. Llegaron a la casa y en un altillo iniciaron las labores de confeccionar la bandera y Águeda, como era chiquita, hago la salvedad que Águeda también era chorrerana, no me acuerdo el apellido, Águeda subió a los hombros de mi madre para poder subir al altillo para coger la maquina que Irene le pasó para coser allá arriba. En todo el suelo o el piso del altillo cortaron las tres banderas, una grande y dos pequeñas, que fueron las que se lucieron cuando la separación se dio de La República de Panamá.”
Indagando un poco en los textos convencionalmente aceptados, se puede constatar que en la narración que doña María Ossa hizo a Don Octavio Méndez Pereira (citado por el Dr. Ernesto J. Castillero R. en su obra Historia de los Símbolos de la Patria), existe una clara coincidencia con la versión expuesta en las páginas anteriores.
Pero, qué lógico es pensar que, todos los sediciosos que le dieron nacimiento a la República en 1903 eran personas de cierta posición intelectual, económica y social, quienes, como en casi todas las revoluciones del mundo, dieron contenido filosófico, político y material al movimiento patriótico.
Pero esas personas de la expresada condición económica y social, solían y suelen asignar el trabajo físico a sus ayudantes, a su servidumbre. Para minimizar los riesgos de ser descubiertos y acusados de alta traición y luego fusilados, decidieron confeccionar la bandera fuera de su casa. Para ello había que trasladar la máquina de coser portátil, que en ese tiempo era todavía muy pesada, desde su casa hasta la patriótica guarida. Además, había que subirla por un altillo o tabanco para coser allá.
La historia narrada omitió el detalle. Cómo trasladaron la máquina? Quién la cargó? quién la subió? Y hasta, quién cosió efectivamente?
Pues hoy viene Doña Carmen Aguirre y nos revela los episodios vividos por su madre, doña Irene Badillo Rivera, junto a su amiga Águeda, empleadas domésticas chorreranas al servicio de los revolucionarios, en cuyos hombros y manos puso el destino momentos de historia al coadyuvar en las acciones que daban nacimiento a la nueva República.
Además de las coincidencias en lo narrado, en el relato de la procera dama Doña María Ossa, se menciona a “Águeda, la criada de Angélica, la esposa de Jerónimo”. No se menciona a Irene. Pero, acaso era posible que Águeda sola hubiese hecho el traslado de la pesada máquina?
Con el deseo de que algún día se dilucide la posible participación de la mujer campesina, empleada doméstica interiorana en el histórico suceso, planteo este tema como un desafío a los que con rigor científico puedan develar la realidad.
El Municipio de La Chorrera declaró a Irene Badillo Rivera Hija Meritoria del distrito en 1993. Tres años más tarde falleció a la edad de 105 años.
Con respecto a lo que Carmen Aguirre me narró en presencia de sus dos hijos, yo que lo escuché de sus labios; yo que buscándole el alma le incrusté mis pupilas en las de ella cuando con vibrante emoción me lo contaba, ¡yo le creo!
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