Gamboa Road Gangotra vez en escena
- Eliécer Navarro
La iniciativa plantea un retor colosal: trasladar los secretos de esta historia a una generación que no la vivió. Para ello los actores son piezas principales para alcanzar el propósito de llevar con éxito el mensaje.
La selva amenaza con tragarse la carretera. Aquí todo es verdor, la hierba de las orillas, la maleza de más allá, las copas de los árboles que buscan juntarse con las del otro lado sombreando el escenario. Aquí todo es verdor, menos la línea de cemento que cual cinta de plata cruza atrevida la floresta y se pierde en la perspectiva. Por eso hay que sacar a los forzados de la cárcel de Gamboa para que con sus machetes y su sudor combatan la espesura lujuriante de la selva, aunque después tengan que volver a ser “rejundidos” en sus celdas.
La vida en prisión, los sentimientos y emociones que agobian a un prisionero, son un tema universal. Los conflictos que genera el estar encerrado con otras personas de tu mismo sexo son materia literaria. Es el contenido que utilizó el escritor panameño, Joaquín Beleño (1922-1988) para su obra Gamboa Road Gang (Los forzados de Gamboa).
Y es la trama que recoge el escritor Juan Gómez, para escribir un guión y producir una extraordinaria obra de teatro. A su lado, en este esfuerzo cultural, aparece, como directora, Daniza Cervantes.
Gómez, quien es también profesor universitario, ha trabajado durante 20 años como Director de Primer Ciclo de la Cárcel El Renacer, antigua penitenciaría de Gamboa, y ha cedido ante el embrujo del lugar y de la obra de Beleño y por tercera vez lleva al escenario Gamboa Road Gang, GRG.
“Busco despertar la memoria histórica de los estudiantes jóvenes, y del público en general en cuanto a entender lo que fue la antigua Zona del Canal como un terrible enclave colonial. Aunque esta realidad ha sido superada, seguimos siendo colonizados, por sistemas económicos, propaganda y modismos extranjeros. La obra busca promover la pluralidad racial y el programa de resocialización del centro del Renacer, ” dice Gómez.
La obra en sí se va a montar dirigida a colegios, y en el mes de julio durante toda una semana con el apoyo del alcalde y el Concejo de San Miguelito, se presentará en el gimnasio Orlando Wynter del distrito especial.
El estreno de la obra en el Teatro Anita Villalaz, permitió que un selecto público se sintiera privilegiado al contemplar desde sus asientos todo lo que pasa en la cárcel. Sólo unos recreados, pero lúgubres barrotes, lo separaban de los presidiarios, perdón de los actores.
Daniza Cervantes llevó la trama de Beleño y al elenco por los senderos del buen teatro. En ningún momento su trabajo perdió ritmo, le dio continuidad y como ejemplo citamos que cuando caía el telón para los cambios de escenografía, hizo salir una fila de presos rumbo a los trabajos forzados, y revivió canciones de aquella época que encajaban con las emociones desbordadas de escenas anteriores.
GRG está basada en una historia real, pero aquí es la historia de Atá, apodo de Arthur Ryms, un hombre condenado a 50 años por un tribunal norteamericano de la Zona del Canal por el asalto sexual de una gringa en la década de los años 50.
Él dice que es inocente, pues el encuentro fue con el consentimiento de su querida Anabelle, y pasa los días en prisión leyendo cartas de Anabelle, y esperando que una de esas aclare su inocencia.
Sin embargo, las puertas de la prisión no se abren, aunque la correspondencia es su esperanza, pero también es el motivo de burlas de sus compañeros de celda, lo que trae conflictos raciales entre los chombos y los buchís, o sea entre los negros y los cholos, que allí se encuentran.
Ofensas como ¡ 50 años por una gringa! O ¡Y tú 5 años por una iguana!, tipifican los delitos de los prisioneros.
Daniza, quién está por obtener su Licenciatura de Bellas Artes, con especialidad en Teatro, en la Universidad de Panamá, nos dice que en esta obra, ella, como directora aplica todo sus conocimientos de 15 años de carrera.
“El teatro es mi amante, me dijo alguien algún día y ahora lo comprendo. Dirigir me da seguridad, y me permite vivir una catarsis buscando ser creativa.”
Agrega que en la obra encontró varios retos. Uno de ellos es que esta vez el personaje de Atá recae en Alexis Jaramillo, que presenta una baja estatura, la que antagoniza con la altura de otro actor. “ Atá siempre fue ideado como un hombre grande, entonces para subsanar ese desbalance, que podía molestar a la crítica, le dije que su fuerza estaría en su voz y que algunas veces actuara sentado. Otro de los actores de una de las más controversiales escenas de la obra, la disputa por un travesti, gaguea y entonces practicamos ejercicios de respiración, lo que le dio confianza y pudo desempeñar su escena muy bien.”
Daniza nos dice que para ella es fundamental que cada actor debe medir la intensidad de su participación y no robar escenas donde el que debe sobresalir, por el bien de la obra, es determinado personaje.
Para el personaje de Anabelle, omnipresente en toda la obra y de la cual solo algunas veces se oye su voz, cuando Atá lee sus cartas, utilizamos los métodos de Stanilavski, (1863-1938) padre del teatro moderno ruso, que consiste en la reproducción de emociones experimentadas en el pasado, la claridad en la emisión verbal, la relajación, etc.
“Yo le dije a Alexis, que imaginara y sintiera que la mujer que provocó su desgracia, está allí cercana y que es importantísima en la obra. Estoy muy satisfecha de los actores de GRG, que siempre dieron todo y más de lo solicitado. La primera vez que la representamos, hace diez años, fue con reclusos, del centro El Renacer. Esta vez hay dos de ellos.
Para Gómez que ahora emprende un reto de trasladar los secretos de esta historia a una generación que no la vivió, los actores son piezas principales para llevar con éxito el mensaje.
La obra es jocosa, dramática, alcanza momentos de intensidad y mantiene al público interesado en los más de 120 minutos que dura. Es un privilegio ver cómo se abren las páginas de Gamboa Road Gang, la obra de Joaquín Beleño y ver personalizados sus personajes en una fantástica obra teatral, gracias a dos románticos promotores culturales como Juan Gómez y Daniza Cervantes.
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