El acordeonistaque trazó el trillo para las nuevas generaciones
- Carlos Atencio
Este maestro del acordeón iniciaba las piezas con un cigarro encendido, en los labios. El tema finalizaba cuando terminaba de consumirse el cigarrillo, pero lo verdaderamente curioso era que lo hacía de una forma tan serena que la ceniza no se caía.
Al acordeonista Rogelio "Gelo" Córdoba el destino le jugó una mala partida. Fatal. Morir un martes de Carnaval puede ser lo peor que le puede ocurrir a un artista típico en la cumbre de la fama. A este hecho se le suma la forma. Cómo. Eso le ocurrió a Gelo Córdoba a las 10:45 p.m de aquel 5 de febrero de 1959, tras permanecer hospitalizado por 25 días.
Y es que "Gelo" no era cualquier acordeonista en ese entonces. Era el más cotizado en todos los festivales, el taquillero. Decir de boca a boca, de pueblo en pueblo, que "Gelo" tocaría en tal lugar era la noticia importante para los seguidores del acordeón.
La música de principio de siglo XX era totalmente distinta a la quemada en discos DVD que se vende en la actualidad.
En primer lugar, los acordeonistas eran personas de carne y hueso que tocaban sentados, levantando apenas la pierna izquierda. Los instrumentos con que acompañaban las "redonditas" eran no más de cuatro: caja, churuca y tambor, principalmente. Las bocinas se colgaban sin buscarle mayor complejidad. La cantante y salomadora era la única que permanecía de pie. Muy distinto de ahora, cuando esta figura pasa casi inadvertida en las agrupaciones musicales.
Pero, ¿cómo aprendió ese joven santeño a interpretar este instrumento en una época difícil para las personas del campo? Historiadores de la vida de "Gelo" cuentan que en el caso de él fue por medio de su madre, quien le enseñó a tocar este instrumento. Pero "Gelo" se inició primero en el violín, algo natural en los acordeonistas que vinieron después, como Dorindo Cárdenas y Ceferino Nieto, entre otros.
Como los músicos de ahora, el grupo de "Gelo" también tuvo un nombre, "El Pluma Negra". Un nombre nada extraño para cientos de bailadores del grupo "Los Plumas Negras", que dejó el fallecido Victorio Vergara a finales de los noventa. Vergara también murió en la cumbre de su carrera, seis años antes de la fecha anunciada para su retiro, a los 60 dejaría el acordeón.
Antes de que el "Pluma Negra" pasara a manos de Victorio Vergara fue llevado de toldo en toldo por el "Diablo del Acordeón", José Vergara, fallecido en un accidente vehicular. Una historia muy trágica que es recurrente en estas personas que viven llevando diversión en fiestas patronales, aniversarios, ferias, entre otras ocasiones. De cualquier forma, el "Plumas Negras" hoy, con el acordeón de Manuel "Nenito" Vargas, es la agrupación más popular tras la muerte de Victorio.
No solamente la muerte alejó a "Gelo" de las tarimas. Desde su deceso los temas que interpretaba "Gelo" en aquellas noches eran de interpretación obligada por las nuevas figuras del acordeón. Como un pacto, estos jóvenes decidieron un día que todos los festivales terminarían con la pieza de "Gelo" "El Mogollón". Hoy son pocos los que cumplen con este pacto.
Un detalle que recuerda el pupilo de "Gelo", el acordeonista y ex procurador Rogelio Cruz, es que el músico iniciaba una pieza con un cigarro en los labios. El tema terminaba cuando terminaba de consumirse el cigarrillo. Lo novedoso era que lo hacía de una forma tan serena que la ceniza no se caía.
¿Cómo lo lograba? Cruz nunca se lo preguntó al maestro que le enseñaba a tocar este instrumento en sus vacaciones de verano en la casa de éste en Pedasí los días que no tenía presentaciones, que eran pocos, pues tenía que viajar a muchos lugares.
El alumno se quedaba esos días con la esposa de "Gelo", compartiendo la vida familiar. Quizás esto también era una lección: cómo se convive en un matrimonio donde uno de los integrantes trabaja de noche y lejos de casa.
La fama de "Gelo" en sus notas no eran un misterio, como las cenizas que no se desprendían mientras no terminara la canción, sino que salía de su maestría en combinar las teclas y en las canciones que elegía para cada noche festiva.
Interrogando sobre si en la actualidad lo más cercano a "Gelo" es la música de Dorindo Cárdenas, Cruz, lo negó tan enérgicamente como si mezclara peras con manzanas. Y para aclarar este mal oído abrió una carpeta con las 16 canciones de "Gelo" que se pasarán a disco compacto en los meses que vienen.
Aclarado este punto, se le preguntó a Cruz por qué estas canciones no tenían letras. Si era normal que en ese tiempo las canciones típicas no llevasen letras como las de hoy que insultan a la esposa, a la querida y la abuela. No tuvo la respuesta para esta interrogante, pero lo que sí aseguró es que no todas las piezas eran así. Que nunca se pudo determinar el porqué "Gelo" grabó esas canciones sin letras.
"Gelo" sentado era una estrella. Pero Eneida Cedeño, "La Morenita de Purio", de pie también lo era. Eran la "junta pareja", "Gelo" tocaba y Eneida Cedeño (la esposa hasta el momento de la muerte de éste) cantaba y salomaba. Ella también era la saloma más popular del momento. Una fórmula arrasadora para mover bailadores, para lograr "llenos de banda a banda" aunque los contratos de "Gelo" eran por 150 dólares. Actualmente un acordeonista firma un contrato de una noche por más de 4 mil dólares.
No fue problema para encontrar un acordeonista, mientras el cadáver de "Gelo" permanecía en la morgue. Un jovenzuelo de mediana estatura de Agua Buena de Los Santos vino a tocar las noches restantes de aquel carnaval de 1959. Quizás esa noche nació una nueva estrella: Daniel Dorindo Cárdenas, con su agrupación "Orgullo Santeño". Pero Dorindo no solamente terminó el contrato que "Gelo" no pudo cumplir sino que la cantante y esposa de "Gelo" pasó a ser parte del grupo de Dorindo, y luego también esposa.
Sin "Gelo", la música típica de los sesenta y setenta cambió rotundamente. Dorindo se elevó hasta la cima. Y también dejó de tocar sentado.
Según Cruz, fue Ceferino Nieto quien tocó por primera vez de pie y también agregó otros instrumentos al típico. Sin embargo, la dupleta de Dorindo y Eneida llenaba bailes como lo hizo "Gelo" en su momento.
Una muerte larga.
Según el documento "Aproximación a la vida de Rogelio "Gelo" Córdoba que Cruz atesora, "Gelo" no murió envenenado (periotonitis) como se corrió un rumor en ese tiempo. El certificado de defunción del acordeonista reza que murió de hemorragia subaraenoidea (derrame cerebral). La misma causa por la que murió Victorio Vergara.
Aclara Cruz que su maestro no tomaba alcohol en grandes cantidades, pero sí fumaba mucho.
Luego de tomar una taza de café sintió el malestar, fue al baño y se cayó. La noche de su muerte escuchó unas cuatro canciones de un baile típico en un emisora de frecuencia corta.
Los bienes.
El patrimonio del acordeonista era más que el necesario para pasar la noche. Luego de hospedarse durante un tiempo en el hotel San José, en la ciudad de Panamá, compró un cuarto cerca del Parque Los Aburridos. También tenía "un caballo moro" que pidió a un familiar, días antes de fallecer, que se lo llevara de su casa de Pedasí. Estos bienes son poco comparables con las "naves" que tienen los acordeonistas de hoy, las propiedades horizontales en construcciones que superan el cuarto de millón por apartamento y las fincas que valen millones, entre otros.
Homenaje.
Todos los años durante el Festival Nacional de la Mejorana en Guararé se realiza un concurso para acordeonistas jóvenes que lleva el nombre de "Gelo" Córdoba. Esta reunión anual de nuevos talentos en este instrumento busca que no se pierda el aporte del primer y gran fenómeno de la música típica panameña.
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