Pierluigi Collina salva reputación de los árbitros

Una Copa del Mundo empañada por los errores de los árbitros y los asistentes de línea terminó el domingo con una actuación impecable del italiano Pierluigi Collina, considerado como el mejor del mundo.
Brasil ganó su quinto título mundial al derrotar a Alemania por 2-0, con dos goles de Ronaldo, y ninguno de los dos equipos tuvo razón para quejarse por la manera en que el árbitro, con su característica cabeza rapada, condujo el partido más importante.
No hubo una sola decisión controvertida y en ningún momento el partido, fuertemente disputado, estuvo en peligro de salirse de control.
Tras los airados reclamos que siguieron a las victorias de Corea del Sur sobre Italia y España, ambas conseguidas por errores de los árbitros, la FIFA y la Copa del Mundo en general necesitaban desesperadamente de una buena actuación de Collina y eso fue lo que recibieron.
Para aquellos árbitros que piensan que las palabras bruscas, la agresión y los modales dictatoriales son los mejores métodos para lidiar con los futbolistas, Collina también dio una lección sobre la forma de manejar la tensión y construir una relación durante el partido.
Collina quizá sea conocido por algunas expresiones faciales temibles capturadas en fotografía, pero siempre tiene tiempo para una palmada en el hombro, una sonrisa o una palabra de aliento, aún en la final de la Copa del Mundo.
Cuando en el segundo período el defensor brasileño Edmilson se puso dos veces la camiseta al revés, en lugar de apuntar a su reloj para recordarle al jugador que estaba perdiendo tiempo, Collina sonrió compartiendo un momento cómico con centenares de millones de personas a través de la televisión.
En la primera mitad, cuando su asistente de línea levantó la bandera por lo que consideró como una falta sobre el brasileño Ronaldinho, Collina tuvo la capacidad para darse cuenta que no había habido infracción y la confianza y la autoridad para ignorar a su asistente.

El excelente juicio del italiano quedó de manifiesto nuevamente cuando Cafú hizo una fuerte entrada sobre Jens Jeremies que dejó al alemán retorciéndose de dolor, pero Collina no siguió la moda de sacar automáticamente la tarjeta amarilla al considerar correctamente que el brasileño había ido a disputar el balón.
Los asistentes de línea han cargado con la mayoría de las críticas en esta Copa del Mundo, sobre todo después de la desastrosa decisión que le costó un gol a España ante Corea del Sur en cuartos de final, pero en la final el inglés Philip Sharp y el sueco Leif Lindberg cumplieron con una buena labor.
De hecho, desde que la FIFA optó por nominar a árbitros europeos para todos los partidos -con excepción del encuentro por el tercer puesto- a partir de las semifinales hubo un cambio dramático en la calidad del arbitraje.
Tras todas las quejas, reclamos y teorías de conspiración que siguieron a una segunda ronda plagada de errores, gracias a Collina la Copa del Mundo será recordada por el triunfante regreso de Ronaldo a la cima del fútbol y no por los hombres de negro.