Maroñas corona al 'crack' del sur
- Egbert Lewis
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Aunque Panamá pertenece a la Organización Sudamericana de Fomento del Sangre Pura de Carrera (OSAF), todavía no ha tenido competidores en la carrera que cumplió su duodécima edición, pero no se descarta la posibilidad de ir u organizarlo algún día.
En cada rincón del hipódromo de Maroñas, en Uruguay, se percibe un esfuerzo real para que los "burreros" sientan que hay un compromiso serio para que haya transparencia en el espectáculo del "turf" en el icónico coliseo hípico de Montevideo que se yergue en las márgenes del río La Plata.
Maroñas está localizado en el corazón del barrio homónimo en la capital uruguaya, en donde hace tres semanas se realizó el "Longines Gran Premio Latinomericano", en el que midieron talentos ejemplares representativos de Perú, Brasil, Argentina y, por supuesto, el país anfitrión.
Queda para la historia el vigoroso triunfo del crédito argentino Roman Rosso, un hijo de Roman Ruler en Rose City, el cual, bajo la silla de Wilson Moreyra, llegó al disco de las sentencias con relativa claridad sobre el brasileño Leao De Prata y el peruano Barbón.
El "Longines GP Latinoamericano" también sirvió para la inauguración de la pista de grama del hipódromo de Maroñas, acontecimiento del cual fueron testigos de excepción al menos 5,000 fanáticos locales, además de profesionales de la hípica de los países participantes y representantes de la prensa internacional, provenientes de EE.UU., Panamá, Argentina, Perú, Brasil, Argentina y hasta de Chile, que este año se erigió en el gran ausente de la prueba de dos kilómetros y medio millón de dólares en premios, por un problema de salubridad en la región.
Detrás de las carreras
Antes de que los caballos lleguen a la pista de Maroñas, no importa que sea el día del Latinoamericano o una tarde ordinaria, existe una serie de procedimientos enfocados a garantizar, con la mayor riguridad posible, la transparencia del espectáculo. En ello juegan un rol relevante la administración del hipódromo, a cargo del grupo Codere, el mismo que maneja las riendas del hipismo en Panamá, así como de los veterinarios, laboratoristas y el control estatal, entre otros.
Según fuentes oficiales, hay alrededor de 3,600 caballos disponibles para las competencias en Maroñas, entre los cuales se reparten unos 11.7 millones de dólares en premios durante todo el año. Curiosamente, casi cuatro veces la cantidad de caballos que hay en Panamá, en donde se distribuye tan solo 2 millones de dólares menos durante los 12 meses de temporada.
Pero volvamos a Maroñas. Cuando les llega la fecha de competir, el periodo de control del estado físico tiene un seguimiento veterinario hasta pocos minutos antes de subir a la pista principal que tiene una longitud de 2,065 metros por 24 metros de ancho y cuenta con una poca convencional tierra derecha de 500 metros.'
3,600
son los caballos disponibles para las competencias en el hipódromo de Maroñas.
2,065
es la longitud que tiene la pista principal por 24 metros de ancho.
En lo que las autoridades llaman examen "precarrera", los ejemplares que están previstos para competir son colocados en "boxes" que están a menos de dos metros de los apostadores; están casi al alcance de sus manos.
Allí, los caballos que compiten en las tres carreras más próximas son examinados minuciosamente por un grupo de veterinarios. Los facultativos llevan un registro, mediante un formulario que inmediatamente es digitalizado, el cual permite realizar anotaciones sobre la locomoción, el sistema cardiovascular y el aspecto físico general del equino, todo ante la mirada celosa del público.
En ese proceso, cualquier ejemplar puede ser vetado para competir en caso de que no presente las condiciones adecuadas y, cuando existen dudas, se les permite ir hasta el partidor automático, con la advertencia de que está siendo observado por si en el camino se notara algún elemento que lo inhabilite para correr. Con ello se busca que solo hagan el recorrido los ejemplares que están clínicamente aptos para hacerlo.
Después de la carrera
Si antes de la competencia hay un celo porque todo se produzca de la mejor manera, una vez concluida la misma, el proceso continúa para la extracción de las muestras en el laboratorio. Y aunque se trata de un área restringida, por razones sobradamente obvias, el sitio permite que los interesados y los propios fanáticos puedan observar desde afuera cómo se realiza la extracción de la muestra de orina o de sangre, excepcionalmente.
La responsable de este proceso es la doctora Rita Rocca, reconocida veterinaria en la región, quien tiene muchos años trabajando en Maroñas en calidad de jefa de Servicio Veterinario.
Debido a la calidad de su servicio, esta sensible dependencia cuenta con el reconocimiento ISO 9001.
Filosofía del "turf"
A simple vista, los uruguayos parecen ser gente calmada, aunque solo basta hablarles de fútbol, baloncesto o hípica para que la sangre les hierva de la emoción. Prueba de ello se vivió en las localidades del ya longevo hipódromo de Maroñas, cuyas instalaciones datan del siglo XIX.
Allí, un fanático-apostador rompe la paz con un grito ensordecedor al ver que su escogido se acerca a la meta como triunfador. El resto lo mira mientras corre como loco en medio de la gente. Es una tarde de fiesta, y los hípicos la gozan.
Quizás a eso se refería Javier Chá, responsable de la Dirección General de Casinos, cuando aseguró ante la prensa e invitados que en Uruguay la hípica es vista como una industria y como un movimiento social que impacta la vida de muchos, razón por la cual el Estado mantiene una política de estímulo hacia el deporte hípico. "El turf en Uruguay es el deporte del pueblo y la gente", aseguró Chá.
"En la hípica se fomentan los valores de la fraternidad y la convivencia", anotó el funcionario para explicar por qué el hipismo se constituye en un espacio "para aplicar políticas públicas" que sirvan para impulsar la actividad y "generar en el turf una forma de vida".
Esta es solo una parte de la historia de Maroñas, su tarde grande del GP Latinoamericano y su salto trascendente hacia la recuperación del esplendor de la industria hípica en la tierra de Luis Suárez y "Pepe" Mujica. Así acabó la tarde y la noche hípica de un domingo de marzo en Montevideo. Después de 16 carreras y la instalación del nuevo reinado de Roman Rosso, se apaga el coliseo hípico. Los muchachos del barrio esperan afuera del monumental edificio para ver a los extraños salir, saludarlos, decirles hasta luego y esperar su regreso, porque ya son familia y vecinos que tienen una causa en común, la hípica, y son partes indosolubles de un mismo lugar: Maroñas.
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