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Kathia De Gracia, una mujer con perseverancia de acero
En el Día Internacional de la Mujer, Kathia De Gracia cuenta su historia inspiradora. Una mujer que hizo del karate su segunda piel para vencer todos los obstáculos que le presentó la vida.
- Elisinio González G.
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- - Actualizado: 08/3/2020 - 10:57 am
La historia de Kathia De Gracia es inspiradora. Un ejemplo de constancia y persistencia. Una mujer con una perseverancia de acero, que se abrió paso en un mundo en el que muchos le dijeron que no podía triunfar: el karate.
Ya con 25 años de experiencia en el deporte de las artes marciales y un cinturón negro de cuarto dan que luce orgullosamente en su cintura, hoy es parte del cuerpo técnico de la selección nacional de karate, vocal de la junta directiva de la Federación Panameña de Karate y directora y encargada de shito kai Murayama en Panamá.
De sonrisa dulce, ojos brillosos y voz fuerte, esta encantadora mujer abrió las puertas de su dojo ubicado en Villa Zaíta, en Las Cumbres, para dar testimonio sobre sus dificultades y de los enormes problemas con los que tuvo que enfrentarse durante largos años, antes de convertirse en una inspiración viviente, en motivo de admiración y respeto.
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Criada solo por su madre en la Avenida Ancón, corregimiento de Santa Ana, aquellos recuerdos de su niñez volvieron a su mente. Capítulos en los que tuvo que afrontar que personas llegaran a su hogar a irrespetarlo, por el simple hecho de que no existía la figura paterna.
A este pasaje de angustia y sufrimiento le sumó la discriminación, la que tuvo que soportar por tener problemas con el peso.
Pero ante estos obstáculos, que pueden golpearte de manera despiadada y arrancarte del corazón toda esperanza, levantó la mirada para hacerse fuerte y clavar sus ojos en sus objetivos, esos que le darían las armas para poder defenderse y ganar respeto ante la sociedad.
De allí es que nace su amor por el karate, no solo como herramienta para defenderse, sino para inyectar altas dosis de confianza y autoestima a su vida.
A pesar de ese amor que había nacido por el karate, este le fue esquivo por haber crecido en un hogar muy humilde.
"Yo me crie en Santa Ana y en esos años costaba mucho entrar en una academia de karate. Había que defenderse de otra manera", contó, mientras rememoraba que no fue hasta la edad de 20 años que comenzó a practicar la disciplina del karate en la Universidad de Panamá.
Al contrario de lo que muchos pudieran pensar, las batallas en su vida recién habían iniciado. Ahora era abrirse paso en un deporte en el que la mujer, durante esa época, no era bien aceptada.
Frases devastadoras como: "¡Tú no puedes!", ¡tú no puedes seguir!, ¡esto no es para ti! golpearon sin compasión su humanidad, decididas a arrancar de raíz su sueño.
Pero no el sueño de Kathia De Gracia. No el de la niña que la vida trató de poner de rodillas. No el de la mujer que construyó una perseverancia de acero y que hoy grita a los cuatro vientos que triunfó en la vida y en el karate.
"El límite es el cielo, todo lo podemos lograr", concluyó.
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