Hípica para qué o para quiénes
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A juzgar por sus características y las circunstancias de tiempo y espacio, la hípica panameña está en óptimas condiciones para entrar al círculo de ganadores.
Cuenta con premios halagüeños, caballos de aceptable calidad, inversores voluntariosos, criadores comprometidos, varios entrenadores que saben cómo se mueven las maracas y, por supuesto, una constelación de "manos de seda" que confirman nuestra matriz como "Cuna de los mejores jinetes del mundo".
Además, la hípica panameña está dotada de un elemento que es clave, aquí y en cualquier parte, y se trata de los fanáticos-apostadores.
Entonces, uno se preguntaría si hay tanta belleza reunida en ese cuerpo llamado hípica panameña, ¿por qué las quejas?
Las hay porque no basta conque haya todos los elementos positivos que anotamos arriba, sino que también son necesarios la buena atención, el cuidado de las facilidades que hay en las instalaciones y que las autoridades que representan al Estado dentro de la actividad trabajen y no sean títeres de ningún sector. También es necesario que las reglas y oportunidades sean iguales para todos con el fin de que todo el mundo se sienta confiado en que puede triunfar y sacar ganancias en medio de un juego parejo.
Estamos hablando de que, por un lado, el Cuerpo de Comisarios, la Comisión Nacional de Carreras y el ahora "inoperante" Laboratorio de Análisis de Drogas recobren el papel fiscalizador que la ley y el contrato vigente les confieren y se erijan en defensores de los mejores intereses de la industria hípica.
Por el otro, también se necesita que la empresa operadora acentúe su política de mejora de las instalaciones, de promoción del espectáculo y consolidación de la imagen del hipódromo y sus alrededores como tareas a corto plazo.
Se trata de que no se siga desaprovechando el sinfín de posibilidades que la hípica nos ofrece. Hay que echar mano de todos esos recursos de los cuales está dotada para empujarla hacia el desarrollo.
Detenerse para ver las minucias sin dimensionar lo grande que hay es malversar las inmensas oportunidades existentes y de eso pudieran arrepentirse más adelante cuando les roben el mandado.
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