Fuetazo
Hay temas que se deben abordar con urgencia extrema
Aunque haya quienes quieran tapar el sol con un dedo, con el eufemismo de que ciertos temas afectan la imagen de la hípica, es necesario que se quiten la careta, y aceptemos que hay un “grupito”, en el que está comprobado participan algunos jinetes, que no están compitiendo de manera legal.
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Negar que se está viendo mucho más dinamismo y presencia de la administración del hipódromo en el “día a día” de la actividad y en todas sus facetas, sería ignorar lo obvio. Sin embargo, hay aspectos que consideramos deber ser atacados de manera más agresiva.
Sabemos que todo cuesta y que no se puede resolver en seis meses, lo que estuvo descuidado por años, pero mientras más se demoren en hacer los correctivos, más se afecta el buen ánimo de los clientes y de la afición en general.
Realmente se ha hecho insostenible el escenario que se observa en los predios del hipódromo, cuando la lluvia cae por esos lares. La empresa operadora ha señalado en su defensa, antes y hora, que el área afectada forma parte de la servidumbre y, por lo tanto, corresponde a las entidades gubernamentales resolver el asunto. Eso es verdad, pero no resuelve nada.
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Quienes asistimos al hipódromo semanalmente a disfrutar de las tardes hípicas y que preferimos el sector de la tribuna grande y el estacionamiento, somos testigos del desastre que hay en esas áreas y sabemos que más tarde que temprano muchos vehículos de los aficionados sufrirán daños parecidos a los que hemos visto en distintos puntos de la metrópoli.
Pero más allá del peligro inminente que existe, también está el tema de la apariencia. Resulta contradictorio que un sitio como el hipódromo, en donde hay millones de dólares invertidos en equinos de carreras e infraestructura, presente un aspecto tan paupérrimo en su exterior como el que se aprecia actualmente.
No debemos obviar el hecho cierto de que la primera impresión es la que vale y, aunque no nos guste, dependiendo de cómo te ven, así te tratan. Es decir, de nada sirve que adentro haya una millonada en invertida en caballos, que la calidad de los competidores haya mejorado y que seamos la cuna de los mejores jinetes del mundo, si externamente hay un aspecto de muladar.
Sumemos a esto que en las últimas semanas se han estado publicando noticias que -aunque hemos señalado- no están directamente relacionados en la operación del hipódromo y muchos menos con el espectáculo, efectivamente no perjudiciales.
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Y aunque haya quienes quieran tapar el sol con un dedo, con el eufemismo de que ciertos temas afectan la imagen de la hípica, es necesario que se quiten la careta, y aceptemos que hay un “grupito”, en el que está comprobado participan algunos jinetes, que no está compitiendo de manera legal.
Sobre estos últimos, recomendamos que se aprieten los controles y les someta a la justicia ordinaria. No se les puede permitir que empañen la imagen del hipódromo, que destruyan la inversión de los dueños de caballos y le roben a los apostadores y anden por ahí como si nada.
No es justo que un grupo minúsculo de facinerosos pongan en peligro la subsistencia de la mayoría que a diario se levanta a trabajar por una hípica más grande.
Hay que hacer un abordaje total de la situación. Por un lado el aspecto estético, que debe extenderse hacia el área de los establos, y, por el otro, la pureza del espectáculo para preservar a los que lo apoyan y conquistar nuevos adeptos. No hay otra fórmula posible.
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