El insólito caso de Doña Mussetta
- Egbert Lewis [email protected] @EgbertLewis
Cada vez se hace más evidente la necesidad de hacer cambios a la reglamentación, que incluyan una varación del mecanismo para nombrar a los comisarios
La potranca Doña Mussetta perdió el clásico Día de Madre por medio cuerpo. Este hecho no sería una novedad si antes de la derrota no se hubiera dado un inusitado incidente que, sin temor a equivocarnos, incidió en dicho resultado.
Sucede que, quienes estuvieron en el hipódromo o apreciaron el desarrollo del evento por televisión, se pudieron percatar que a falta de 300 metros para terminar la carrera, varios miembros del grupo de palafreneros que estaban trabajando en el partidor, le hicieron señas Jesús Barría, jinete de Doña Mussetta, para que cambiara su curso de carrera porque, aparentemente, se había dado un percance con el partidor y el remolcador que se emplea para movilizarlo, una vez se da la partida.
Cuando se observa en frío el video, resulta obvio que el partidor ya había sido removido y que el remolcador estaba fuera de posición.
Ciertamente, los operadores de la gatera y el remolcador hicieron bien en avisar, puesto que era difícil precisar las consecuencias que pudieran darse en caso de que la puntera y el resto de las participantes, siguieran accionando muy próximos al lugar en donde se encontraban las dos máquinas.
Aunque Doña Mussetta se agotó un poco al final, parece que si no se hubiera dado ese incidente hubiera mantenido la ventaja suficiente para sostenerse y, por ende, el final hubiera sido otro.
Pero fuera de las opiniones que podamos tener sobre lo que hubiera podido ser el resultado final de la carrera, lo que realmente llama la atención es que frente a un hecho tan grave, no se haya dado una acción -al menos públicamente- del Cuerpo de Comisarios ante un incidente que ocurrió ante sus barbas. Su negligencia ya alcanza niveles épicos.
Cuando el Estado firmó el contrato de concesión administrativa del hipódromo, mantuvo bajo su control la administración del Laboratorio de Análisis de Drogas, dos terceras partes de la Comisión Nacional de Carreras y la totalidad del Cuerpo de Comisarios, entre otras dependencias.
Lo anterior tenía el espíritu de que el Estado mantuviera estas instancias de decisión y fiscalización como fórmula de cumplir su rol como ente regulador y como punto de equilibrio entre las partes inmersas en el negocio hípico, así como para salvaguardar los intereses de los apostadores, los dueños, entrenadores, jinetes y demás profesionales de la hípica.
Lo que en principio parecía una medida genial, al menos en el caso de los comisarios, se ha convertido en la madre de los desastres. Esto porque sus miembros “son puestos” ahí por sus conexiones políticas y familiares, más que por su capacidad para desempeñar tan importante rol.
Frente a esta situación y muchas otras, resulta evidente que urgen una serie de modificaciones al reglamento de carreras. Una de ellas es sacar al Cuerpo de Comisarios del control estatal para cortarle el paso e influencia a los políticos al momento de nombrarlos o, al menos, procurar que su composición sea mixta.
En lo personal, nos gusta más la idea de que sea la empresa que administra el hipódromo la que los nombre, así tendría la libertad de amonestarlos, suspenderlos, descuentos salariales o remoción inmediata cuando descubran que están actuando contra los intereses de la empresa, las apuestas y los aficionados.
Eso es así, porque mientras la decisión de nombrarlos y removerlos dependa de los vaivenes políticos, nos encontraremos ante “funcionarios” ineptos como los que hoy tenemos porque saben que están ahí por todo, menos por su capacidad o sus méritos.
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