Conmemoran otro aniversario de tragedia del Kursk en Rusia
Publicado 2003/08/12 23:00:00
- San Petersburgo
Rusia conmemoró ayer la tragedia del submarino nuclear "Kursk", el peor accidente de la historia naval rusa de los últimos años, en el que murieron 118 marinos el 12 de agosto de 2000.
El "Kursk" se hundió durante unas maniobras en el mar de Barents y todos los hombres que se encontraban a bordo perecieron. Uno de los torpedos del buque explotó, destruyó el resto de torpedos y envió el submarino a 110 metros de profundidad.
El accidente suscitó un intenso debate en Rusia. Se acusó al poder y a los militares de reaccionar muy lentamente y se les criticó por sus mentiras "a la soviética" y sus reticencias a aceptar ayuda occidental para salvar a la tripulación.
"No hay que desesperar": estas palabras, que figuraban en una nota que escribió poco antes de morir uno de los oficiales del submarino y hallada después en los restos del "Kursk", fueron grabadas en un gran cubo de granito negro, un monumento erigido en el cementerio Serafimovskoye de San Petersburgo, donde fueron enterradas 32 víctimas.
Representantes del poder local y allegados de los marinos muertos asistieron a la inauguración del memorial, tras una ceremonia religiosa en la catedral de San Nicolás, la iglesia de la marina rusa.
Hubo ceremonias conmemorativas en distintos puntos del país, como en Vidiaevo, base de los marinos del "Kursk", en la región de Murmansk (extremo noroeste de Rusia), donde se lanzaron flores al mar desde el muelle del que partió el submarino en su último viaje.
Tres años después de la tragedia, familias de víctimas siguen esperando que el caso llegue a los tribunales, mientras la fiscalía militar cerró el caso el año pasado sin señalar responsabilidades y asegurando que no se podría haber salvado a los marinos.
El "Kursk" se hundió durante unas maniobras en el mar de Barents y todos los hombres que se encontraban a bordo perecieron. Uno de los torpedos del buque explotó, destruyó el resto de torpedos y envió el submarino a 110 metros de profundidad.
El accidente suscitó un intenso debate en Rusia. Se acusó al poder y a los militares de reaccionar muy lentamente y se les criticó por sus mentiras "a la soviética" y sus reticencias a aceptar ayuda occidental para salvar a la tripulación.
"No hay que desesperar": estas palabras, que figuraban en una nota que escribió poco antes de morir uno de los oficiales del submarino y hallada después en los restos del "Kursk", fueron grabadas en un gran cubo de granito negro, un monumento erigido en el cementerio Serafimovskoye de San Petersburgo, donde fueron enterradas 32 víctimas.
Representantes del poder local y allegados de los marinos muertos asistieron a la inauguración del memorial, tras una ceremonia religiosa en la catedral de San Nicolás, la iglesia de la marina rusa.
Hubo ceremonias conmemorativas en distintos puntos del país, como en Vidiaevo, base de los marinos del "Kursk", en la región de Murmansk (extremo noroeste de Rusia), donde se lanzaron flores al mar desde el muelle del que partió el submarino en su último viaje.
Tres años después de la tragedia, familias de víctimas siguen esperando que el caso llegue a los tribunales, mientras la fiscalía militar cerró el caso el año pasado sin señalar responsabilidades y asegurando que no se podría haber salvado a los marinos.
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