Panamá
El renacer del marañón de pepita: resiliencia, adaptación y evolución del 'Anacardium occidentale'
- MSc Javier De León
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- Biólogo-Micólogo UNACHI
El resurgimiento del marañón es un claro ejemplo de la adaptabilidad de las especies a las presiones ambientales.

El marañón de pepita ha resurgido. Foto: Pexels

Javier De León, biólogo de la Unachi.
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El marañón de pepita (Anacardium occidentale) ha sido una especie emblemática en Chiriquí y Panamá, que ha enfrentado adversidades a lo largo de los años, pero ha mostrado una notable capacidad de resiliencia y adaptación. Su resurgimiento no es aleatorio, sino el resultado de una interacción entre su capacidad evolutiva, resistencia a plagas y la selección natural, que han permitido su renacimiento. Esta resiliencia del marañón se manifiesta como una respuesta activa a condiciones ambientales cambiantes, variabilidad climática y ataques de patógenos.
Uno de los mayores retos para el marañón ha sido la invasión de hongos endófitos patógenos como Colletotrichum gloesporoides, Pestalotia heterocornis y Lasidiodiplodia theobromae, que afectan su salud y productividad. A pesar de estos patógenos agresivos, el marañón ha desarrollado mecanismos de defensa a través de su sistema inmunológico vegetal, permitiéndole resistir las infecciones.
Este proceso de adaptación se ha visto reforzado por la selección natural, donde los individuos más resistentes a las amenazas sobreviven y reproducen, transmitiendo características de resistencia a sus descendientes.
En cuanto a la batalla contra los hongos, los patógenos oportunistas como los hongos mencionados se alimentan de las debilidades de la planta. Sin embargo, el marañón ha respondido mediante la activación de mecanismos de defensa, como la producción de compuestos antifúngicos, reorganización celular y activación de proteínas de resistencia. La exposición continua a estos patógenos ha favorecido la evolución de un genotipo más resistente, con cepas en áreas más afectadas mostrando una mayor concentración de metabolitos secundarios que actúan como barreras contra los hongos.
El resurgimiento del marañón en Chiriquí es, por tanto, un claro ejemplo de la adaptabilidad de las especies a las presiones ambientales. A través de su capacidad de adaptación y resistencia a los hongos, junto con el impulso de la selección natural, el marañón no solo ha sobrevivido, sino que ha prosperado.
Este fenómeno refleja la resiliencia de la naturaleza, y el marañón se erige como un símbolo de transformación y renacimiento, recordándonos la tenacidad de las especies ante las adversidades del entorno. Al igual que el ave fénix, el marañón se está reinventando y evolucionando para asegurar su continuidad futura.
Esperamos con alegría y hasta un poco de ansiedad el regreso de esas temporadas de verano donde junto a la familia o amistades recorríamos diferentes lugares de la geografía nacional recolectando los frutos y pepitas, esas tardes impregnadas con el olor a pepitas asadas o la deliciosa “Chicha de marañón” que fascina a grandes y chicos. Es probable que para las festividades de Semana Santa este año nuevamente podamos disfrutar de las famosas conservas de marañón las cuales son a su vez parte de las culturas y tradiciones de muchos pueblos interioranos de nuestro amado y bello Panamá.
Factor humano y adaptación
El humano ha sido clave en la recuperación "de los cultivos del marañón de pepita" mediante proyectos agrícolas sostenibles, mejor manejo del cultivo y prácticas de conservación. Estas acciones contribuyen a su recuperación y conservación.
No ha sido el mismo caso de la recuperación de los árboles silvestres distribuidos a nivel nacional, los cuales se están recuperando de manera natural sin la intervención humana.
La adaptación y selección natural permiten que el marañón desarrolle resistencia a enfermedades y condiciones ambientales adversas. Las plantas más resistentes sobreviven y reproducen, asegurando la continuidad de la especie frente a cambios climáticos y amenazas bióticas.
Por otro lado combatir hongos es complejo, bastante complejo debido a su alta adaptabilidad y resistencia. Requiere manejo integrado: uso de variedades resistentes, prácticas agrícolas adecuadas y control biológico, este último muy bien realizado. Existen estudios que destacan la importancia de una estrategia multifacética para minimizar el impacto fúngico en el marañón.
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