"Volveré a volar", promete sobreviviente de la tragedia del Chapecoense
La azafata Ximena Suárez Otterburg escribió un libro dedicado a las víctimas del accidente aéreo.
- Bolivia / EFE / @10Deportivo
- - Actualizado: 03/12/2017 - 08:23 pm
"Tripulante de cabina, ese es mi oficio y nadie cortará mis alas. Volveré a volar. Esa soy yo", afirma la boliviana Ximena Suárez Otterburg en un libro dedicado a las víctimas y sobrevivientes del accidente del avión que se estrelló cuando trasladaba al club brasileño Chapecoense a Colombia.
Suárez, la única mujer que sobrevivió a la tragedia, presentó esta semana su libro, "Volver a los cielos", en su natal Santa Cruz (este), en un emotivo acto en el que le acompañó el otro boliviano que salió con vida del accidente, del que se acaba de cumplir un año, el técnico Erwin Tumiri.
El editor del texto, el escritor boliviano Homero Carvalho afirma en el prólogo que la azafata es "una Celícola", una habitante de los cielos que "está curando sus heridas, como las águilas que esperan que les vuelva a salir un nuevo pico, nuevas plumas y garras" para volver a "observar el mundo desde las alturas".
VEA TAMBIÉN: Jackson Follmann relata los últimos momentos de la tragedia del Chapecoense
Y es que Suárez asegura que tuvo la ilusión de "vivir en el cielo" desde la primera vez que se subió a un avión cuando era niña. "Es como si hubiese entrado a un lugar mágico y me hubiese quedado en ese lugar hipnotizada para siempre", sostiene.
Antes de trabajar en la aerolínea boliviana LaMia, a la que pertenecía el avión siniestrado, fue modelo por un tiempo y luego logró cumplir su sueño de volar al incorporarse a la privada Aerosur, en la que estuvo durante cuatro años hasta que quebró.
La joven llegó a LaMia por medio de dos amigos, uno de ellos David Vacaflores, fallecido el 28 de noviembre de 2016 en el accidente en Colombia.
Reconoce que hubo épocas en las que el pago de sueldos se retrasaba por "varias semanas y hasta meses", pero que permaneció en la aerolínea porque se sentía "en familia" con sus compañeros.
La noche del accidente, la azafata, de 29 años, cuenta que cuando los pasajeros empezaron a abordar el avión, sintió un dolor en el pie derecho tan intenso que pidió ser reemplazada, pero no lograron encontrar un sustituto.
El vuelo transcurrió con normalidad y en medio de un ambiente festivo, según relata Suárez, ya que la plantilla del Chapecoense iba optimista y decidida a ganar la final de la Copa Sudamericana.
Cuando ya se encontraban cerca de Medellín, los tripulantes siguieron la rutina habitual: despertaron a los pasajeros y les pidieron que pusieran los asientos en posición vertical y que abrochasen sus cinturones, pues ya estaban próximos a aterrizar.
VEA TAMBIÉN: Fiscalía brasileña sospecha que avión de Chapecoense pertenece a otros dueños
Sin embargo, el aterrizaje no llegó, ni tampoco hubo una advertencia a la tripulación sobre lo que estaba ocurriendo, según Suárez, que incluyó en el libro la transcripción difundida por los medios de la conversación entre el piloto Over Goytia, fallecido en el accidente, y la operadora de la torre de control.
El avión se quedó sin combustible a pocos kilómetros de Medellín y se precipitó sobre el Cerro Gordo, rebautizado como Cerro Chapecoense tras la tragedia, que dejó 71 muertos y seis sobrevivientes.
"El atroz golpe, indescriptible. Eso es algo para lo que no existen palabras. Los gritos eran increíbles, el estruendo..." recuerda la azafata, quien asegura que en ese instante que le pareció "una eternidad", sintió una presencia que la protegió.
VEA TAMBIÉN: Alan Ruschel, primer superviviente del accidente del avión de Chapecoense
Para comentar debes registrarte y completar los datos generales.