Adicción a los videojuegos
Si le preocupa la adicción al juego de su hijo, haga una cita con el médico.

Si su hijo es amante de los videojuegos y los patrones de sueño se ven alterados, tenga cuidado.
Más que una pasión, llega un punto en que los videojuegos se convierten en una adicción, que más que recreación es un asunto de máxima prioridad en la vida de la persona.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ya reconoció la adicción a los videojuegos como una enfermedad mental. El manual de diagnóstico de la Asociación Americana de Psiquiatría no lo considera un trastorno oficial, pero recomienda estudiar más la adicción a los videojuegos.
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La doctora Ángela Mattke, especialista en Medicina para Niños y Adolescentes de Mayo Clinic en Rochester, Minnesota, manifiesta que existen varias señales de alarma que se pueden buscar ante la inquietud de que un niño padezca una adicción a los videojuegos, tales como se retrae de hacer actividades que no implican juegos de video como el deporte; solo interactúa con miembros de la comunidad electrónica de juegos de video; mientras su interés por los videojuegos aumenta; su rendimiento académico disminuye y los patrones de sueño se ven alterados.
"Preste también atención a las reacciones emocionales de su hijo cuando no puede participar en esos juegos de video", recomienda la especialista.
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La adicción a los videojuegos puede afectar significativamente la salud física debido a su naturaleza sedentaria, porque las personas tienden a hacer poca o nada actividad física, lo cual conlleva el riesgo de aumentar el índice de masa corporal.
"El resultado de dicho aumento puede ser obesidad, presión arterial alta, problemas hepáticos y diabetes tipo 2. Las personas que han desarrollado esta adicción normalmente no toman medidas para afrontar esos problemas de salud", añade Mattke.
La Academia Americana de Pediatría recomienda que los niños de menos de 18 o 24 meses no deben usar medios de comunicación social, a menos que sea para videoconferencias; en los niños de 2 a 5 años se debe limitar el tiempo frente a una pantalla a no más de una hora diaria y de algún programa de buena calidad.